viernes, 2 de febrero de 2018

Lo que va de unos dias a otros

Playa de Benijo, Santa Cruz de Tenerife 

En unos días, comenzando por mañana, se van a dar la diferencia por cuanto a las efemérides que se cumplen en ellos. Mañana hace veintiún años del fallecimiento de mi mujer. Aquel 3 de febrero de 1997, no se pudieron dar las circunstancias mas trágicas de lo que fueron, incluso en las coincidencias de las horas en que acaecieron. Creo serían aproximadamente las cuatro y media de la tarde, en el momento del fallecimiento de mi mujer, yo ingresaba el la UCI del mismo hospital, Parque de San Antonio de esta capital, con un  infarto de miocardio, de tal gravedad que permanecieron diez días los médicos sin atreverse a operarme por temor a que me quedara en el quirófano.

Lo que mis hijos habrían de soportar en aquellos  momentos, como suele decirse, yo no "se lo deseo ni a mi peor enemigo" aunque puedo dar fe de que jamás he tenido a ninguna persona a la que pudiera dársele tal calificativo. Tras la operación a la que como cito me realizaron diez días después, y volver a tener conciencia de cuanto había sucedido, lo que en su momento no la tuve, creo que aunque todo  el universo hubiese caído encima de mi, no hubiere producido el efecto que en mis sentimientos causó. Parafraseando a mi madre que solía decirlo con relativa frecuencia, "yo no sé como Dios le da tanta fuerza a una persona para poder soportarlo". Pero veintiún años después  de aquella hecatombe sobrevenida a la familia, aquí me hallo con mas fortaleza de la que pudiera imaginar, ni tan lejos como se pudiera pensar.

De la gravedad de los hechos acaecidos aquel 3 de febrero, el día 6 del mismo mes, pero de mil novecientos sesenta y cuatro nacía mi hija, tercer nacimiento en el matrimonio, tras haber tenido  anteriormente dos varones, lo que venía a completar la dicha de la familia, y el día 5, también de febrero, pero siete años antes que su hermana, nacía nuestro primer hijo en el matrimonio, continuando un período nada menos que de treinta y tres años mas de dicha y felicidad que desde nuestra unión ya veníamos gozando, truncada con el fallecimiento de mi mujer, y que siendo cerca de diez años más joven que yo, aquí permanezco aún para narrarlo hoy, lo que nunca hubiera imaginado pudiera suceder, pero el devenir del tiempo, no pocas veces nos da muestras de que el destino de cada cual, sin duda desde el día en que llegamos a este mundo, está diseñado hasta su punto final.

Con mucho menos esfuerzo del esperado, doy por conclusa esta entrada pese haber sido para traer al recuerdo, de donde nunca se me fue, tan luctuoso sucedido.

Hasta la próxima que no aventuro a decir cuando será ni de que vaya a tratar.


Atardecer desde el Parque Nacional del Teide
(a la izquierda, Isla de La Gomera; a la derecha, Isla de La Palma)


3 comentarios:

Carmen dijo...

Ya veo que vuelves a estar en "plena forma" por tus recuerdos y tu forma de redactarlo, atrás quedaron esos días tan malos ( los de tu reciente enfermedad) que mejor no recordarlos y bienvenido el renacido Rafael Galán, que a la vista está que eres incombustible. Hasta la próxima, que espero sean recuerdos algo mejores que los que han provocado esta entrada de hoy. Bss. Carmen

Mª Victoria Tejada dijo...

Me alegra ver que sigue escribiendo, síntoma inequívoco de que está muy recuperado. No sabe cuanto me alegro. Hasta la próxima, que sea pronto.

Micheal Benson dijo...
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