Semana Santa 2016
Jueves Santo
Santa Cruz de Tenerife
Nuestro Padre Jesús Cautivo en la salida de la Iglesia Matriz de la Concepción
Precisamente hoy se cumplen dos semanas de mi última entrada en el blog. Pocas veces desde que inicie el mismo hace ya mas de siete años, creo he tardado tantos días de una a otra entrada, salvo a que por ejemplo enfermedad alguna me lo impidiera, aunque en este caso nada de eso ha sido, pero lo cierto es que catorce días llevamos transcurridos desde el quince y que fue el aniversario de la goleada del Málaga al Real Madrid, que aunque no pueda considerarse un hecho trascendente en la vida de los pueblos, por lo que respecta al deporte rey como hoy se le llama al fútbol, si lo lo fue, al punto de que es un antes y un después de aquella gesta del C.D. Málaga, lo cual ni por aproximación ha vuelto a darse.
Entonces, ¿a que se ha debido el paso de esas dos semanas, sin que yo ni siquiera me he dado cuenta de que así hayan pasado? Para vosotros los jóvenes, posiblemente podáis pensar que cuanto voy a exponer sea una simple excusa en querer justificar mi tardanza, y que esta mañana precisamente, se han dado por desaparecidas las causas o motivos que me han llevado a que esos días lo hayan pasado más a prisa que lo hicieron por ejemplo los catorce anteriores. Y han sido, que los siete últimos, han estado, días mas unos, o algunos menos los otros, y la vuelta a sus ocupaciones el resto, mis hijos pasando aquí parte de la Semana Santa. Y es que, cuando los años llegan hasta situarse a la altura donde los míos se hallan, ninguna otra cuestión les llenan tanto sus ilusiones que el tenerlos a ellos lo mas cerca posible. Hoy, rumiando la dicha que estos hechos me han supuesto, he sentido pena de aquellas personas que cuando han dejado atrás la mayor parte de sus vidas, sin que tengan ese inigualable saldo positivo de una descendencia, persona o personas a quien de verdad amas, que el mero hecho de consultar tu cuenta corriente afectiva y compruebas que, aunque tal vez en tiempo pasado hayas tenido alguna pérdida de sus dividendos, aún te queda, como digo, un saldo positivo imprescindible para ayudarte a ir pasando los días que puedan quedarte en esta etapa de la vida, que son lo que nada parangón puede tener con ellos otros recursos, no comprendo que esos seres a quien Dios o el destino no les ha permitido contar con tales eventos, en que pueden basar sus alicientes para continuar viviendo, máxime cuando raro es el día que algún achaque en la salud, o el propio devenir del paso de los días suele hacer acto de presencia.
Y es que, cuando menos en España, la sanidad cuenta con los suficientes medios para atender nuestra salud, esa afectividad que es la propia esencia del vivir, nada ni nadie, puede dártela, si no lo son esos seres a los que adoras y así te corresponden, y que a medida que el sueño de la noche se va apoderando de tus sentimientos van desapareciendo de tu mente, y tan pronto como vuelves a recobrar tu conciencia, son lo primero que al recuerdo te vuelven, y no alcanzo a pensar cuales son las causas o motivos que los sustituyen a quienes no han tenido la suerte y la dicha de contar con ello. Como yo lo soy, pienso que todos aquellos que, agraciados lo fueron y lo son, como tan colmado lo he sido, y lo estoy siendo, deben estar atravesando su postrer etapa de este paso por la vida, con la dicha y felicidad como siempre lo he sido, siéndolo sigo, y espero seguirlo hasta el final.
Por afortunado me considero, de lo que a Dios y a mi propio destino gracias doy.
Hasta la próxima entrada.
Entonces, ¿a que se ha debido el paso de esas dos semanas, sin que yo ni siquiera me he dado cuenta de que así hayan pasado? Para vosotros los jóvenes, posiblemente podáis pensar que cuanto voy a exponer sea una simple excusa en querer justificar mi tardanza, y que esta mañana precisamente, se han dado por desaparecidas las causas o motivos que me han llevado a que esos días lo hayan pasado más a prisa que lo hicieron por ejemplo los catorce anteriores. Y han sido, que los siete últimos, han estado, días mas unos, o algunos menos los otros, y la vuelta a sus ocupaciones el resto, mis hijos pasando aquí parte de la Semana Santa. Y es que, cuando los años llegan hasta situarse a la altura donde los míos se hallan, ninguna otra cuestión les llenan tanto sus ilusiones que el tenerlos a ellos lo mas cerca posible. Hoy, rumiando la dicha que estos hechos me han supuesto, he sentido pena de aquellas personas que cuando han dejado atrás la mayor parte de sus vidas, sin que tengan ese inigualable saldo positivo de una descendencia, persona o personas a quien de verdad amas, que el mero hecho de consultar tu cuenta corriente afectiva y compruebas que, aunque tal vez en tiempo pasado hayas tenido alguna pérdida de sus dividendos, aún te queda, como digo, un saldo positivo imprescindible para ayudarte a ir pasando los días que puedan quedarte en esta etapa de la vida, que son lo que nada parangón puede tener con ellos otros recursos, no comprendo que esos seres a quien Dios o el destino no les ha permitido contar con tales eventos, en que pueden basar sus alicientes para continuar viviendo, máxime cuando raro es el día que algún achaque en la salud, o el propio devenir del paso de los días suele hacer acto de presencia.
Y es que, cuando menos en España, la sanidad cuenta con los suficientes medios para atender nuestra salud, esa afectividad que es la propia esencia del vivir, nada ni nadie, puede dártela, si no lo son esos seres a los que adoras y así te corresponden, y que a medida que el sueño de la noche se va apoderando de tus sentimientos van desapareciendo de tu mente, y tan pronto como vuelves a recobrar tu conciencia, son lo primero que al recuerdo te vuelven, y no alcanzo a pensar cuales son las causas o motivos que los sustituyen a quienes no han tenido la suerte y la dicha de contar con ello. Como yo lo soy, pienso que todos aquellos que, agraciados lo fueron y lo son, como tan colmado lo he sido, y lo estoy siendo, deben estar atravesando su postrer etapa de este paso por la vida, con la dicha y felicidad como siempre lo he sido, siéndolo sigo, y espero seguirlo hasta el final.
Por afortunado me considero, de lo que a Dios y a mi propio destino gracias doy.
Hasta la próxima entrada.
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