lunes, 8 de febrero de 2016

Aparejando la burra

Las burras de Güimar (Santa Cruz de Tenerife)

Pese a que se van a cumplir en el mes próximo, 65 años que daba mi última jornada de trabajo en el campo y como suele decirse que lo bien aprendido, nunca se olvida, mira por dónde hoy se me ha venido a mente, el realizar la entrada en el blog tratando lo relacionado especialmente con lo que en conjunto se llama el aparejo de las caballerías, señalando las principales piezas que lo componen, o casi para mejor decir, lo componían, porque hoy poco se utiliza ni lo uno ni las otras.

Poco de importancia y mérito tiene cuanto voy a relatar, pero cuando menos la inmensa mayoría, de esa minoría, que puedan leerlo, verán por primera vez escritas semejantes palabras, salvo alguien de los pueblos pequeños en que cuando menos suelen quedar como símbolos y recuerdos, semejantes piezas de museo que es lo que generalmente son hoy.

Tanto para utilizarlas como montura o carga, las caballerías que se dedicaban para los trabajos del campo, había que dotarlas de lo necesario para que  todo ello fuera posible sin que sufrieran daño esos animales. Al conjunto de esos menesteres se llamaba "aparejo", y que solía constar de las siguientes piezas principales, aunque no faltaba quienes, y según los casos, solían aumentarlos con algún suplemento, aunque mas por adorno que por necesario.

Lo primero que solía colocarse sobre la espina dorsal de la caballería, desde la cruz hasta la culata, el llamado "albardón", que estaba compuesto por una especie de dos almohadas, unidas por su parte anterior, media y posterior por unos trozos de lona que eran los que caían sobre la misma espina dorsal del animal, y las almohadas a cada lado de la misma. En sentido longitudinal, esas almohadas estaban rellenas de las cañas o pajas del centeno, que son de mayor dureza que las del resto de los cereales.

Sobre el albardón se colocaba la "albarda", compuesta también por una especie de dos almohadas pero de mucho mayor tamaño que las del albardón, rellenas de paja, pero de la ya trillada, y separadas ambas partes, por una costura que se cerraba en su parte media y superior, y era la que caía sobre el lomo del animal y el centro del albardón. El relleno de paja había que distribuirlo por toda la albarda a fin de que la carga que se echara sobre ella, quedara debidamente distribuida sobre toda la superficie de la misma.

"Ataharre" (o "atajarre" como se decía en mi pueblo), y que por su fonética creo demuestra su procedencia árabe, era una banda de seis u ocho centímetros de ancho, que podía ser de cuero u otro material, que por sus extremos se unía a cada uno de los lados traseros de la albarda, se echaba hacía las ancas de la caballería y se pasaba por debajo de la cola del animal, en cuyo centro se hallaba un tanto enrollado, a fin de que no le tapara el ano y le impidiera el poder defecar, que las caballerías como el resto de los animales lo hacen sin dejar de caminar. El fin del ataharre era impedir que el resto del aparejo se corriera hacía adelante y consiguientemente lo hiciera también la carga o la persona que fuera cabalgando.

También y en su parte media, de cada una de las partes delanteras de la albarda, salía una especie de correa llamada "antepecho", hecha de badana o cubierta de género que no produjera sobadura al animal, y al final de una de ellas, una hebilla. y la otra agujereada para poderla abrochar la una a la otra. El antepecho, al contrario del ataharre, tenía la misión de que el aparejo no se corriera hacía atrás, pudiendo llevarse asimismo la carga o jinete.

Para cubrir toda la albarda, que ya ella lo hacía al albardón, solía echársele una especie de manta llamada "ropón", generalmente confeccionada de una tela gruesa o lona, muchas veces guateada y con ciertos adornos, según si se iba en plan de trabajo y carga, o solo en plan de viaje.

A fin de asegurar todo el aparejo, para que no se fuera hacia ninguno de los lados, se sujetaba con la llamada "cincha", que podía ser de cuero u otra materia y que pasándola por encima del aparejo, sobre su parte media, y se ceñía por debajo en la barriga del semoviente y justamente inmediatamente detrás del pecho, o sea de las patas delanteras.

Todo lo relatado, era en sí el llamado aparejo.

La jáquima (creo que tampoco hace falta señalar su etimología árabe) es la cabezada que se coloca a la caballería y de su parte inferior derecha partida un cordel, llamado "cabestro" que podía ser de diferente material para conducir al animal. En los caballos, y cuando llevan colocada montura en lugar de aparejo, de la parte baja de la cabezada, tanto del lado derecho como del izquierdo, parten las llamadas bridas o riendas, con las cuales asimismo se conduce al animal.

Voy a señalar un dato, que este seguro lo conocerán solo la gente de campo, y es que una vez se llegaba a la faena y se despojaba la caballería del aparejo, solía soltarse para que pastara, y con el fin de que no se alejara del lugar, se procedía a "manearla", que consistía en colocarle la "manea", una especie de grilletes que se le colocaba en las dos patas delanteras y en el lugar inmediatamente a la parte superior de los cascos, y entre las dos argollas, unos cuantos eslabones de no más de quince centímetros, lo que le impedía el caminar con normalidad, si no haciéndolo en pasitos muy cortos, lo que le impedía alejarse del lugar donde se dejaba, sin necesidad de tenerla amarrada.

La caballería, o como citaba en el título de la entrada, LA BURRA, asegurada y maneada para que no se alejara del lugar donde se había soltado, pudiendo pastar sin impedimento alguno y como se dice tenerla a mano tan pronto hiciera falta, se procedía a entrar en faena. ¡Cuántas veces realicé semejante faena, tal ha quedado relatada!

Pido perdón por el rollo que he soltado y hasta la próxima.

4 comentarios:

Carmen dijo...

Ozu, Ozu, que de cosas que uno no sabe! Si hay palabras que me suenan mucho, pero desde luego sin saber su significado, queda claro todo lo que conlleva aparejar a una burra, y que bien que nos enseñes todas estas cosas, pues si yo no tengo ni idea, imagínate los jóvenes! Interesante entrada Sr. Galán. Bss.

Rafa dijo...

Chiquita cantidad de palabros! jajajaja

(les informo que la celebración de las burras de Güímar ha sido suspendida este año... ;P)

Unknown dijo...

Cuantos recuerdos me trae lo que ha escrito anteriormente, yo de pequeño me gustaba más subirme a las caballerias "bestias" que un "tonto un lápiz" aunque se me daba muy mal el aparejarlas bueno cincharlas.
Donde se hacen este tipo de arreos exclusivamente es en la serranía de Malaga, yo le compre en le puente de los Santos en el año 95 a mi padre para la última mula que residia en el casco urbano de nuestro pueblo, un rompón precioso con estambres rojos.

Unknown dijo...

Se me ha olvidado que lo se lo compre en una pequeña tienda en la plaza de toros de Ronda.