miércoles, 6 de enero de 2016

Donde dije "digo", digo "Diego"


Nunca he sido propenso a cambiar de opinión en mis decisiones, y como suele decirse, nunca dirás de este agua no he de beber, aquí estoy de nuevo ante este mi blog al que había decidido abandonar. Sin duda alguna, el principal motivo de mi vuelta por estos lares, lo han sido los comentarios, tanto en el propio blog como en el Facebook, como no, obra de mi buen amigo Daniel Torres, en los que, tanto de mi entorno familiar mas próximo, como de esos amigos que han sido asiduos lectores del mismo, me lo han pedido y como ante ello, tanto por corresponder a esas peticiones, como por propio sentimiento de hacerlo, como digo, aquí estoy.

Por no abdicar de lo que fueron, y lo seguirán siendo, los recuerdos de hechos y circunstancias de mi vida, hoy, viniendo como anillo al dedo, voy a tratar de cuanto supone la festividad del día, como son LOS REYES MAGOS DE ORIENTE.

Reyes Magos, Córdoba, 1935

También como es mi tendencia, me retrotraigo hasta aquellos lejanísimos años de mi infancia, y diré que, a esta hora en que comienzo a escribir en el blog, las doce y veinte de la mañana de este seis de enero de dos mil dieciséis, pero de hace ochenta o algún año más, yo, y comenzaré por mí, dado a que era el mayor de los hermanos, ya habíamos dado cuenta de nuestros regalos de Reyes, que no habían sido otra cosa, que una par de perrunas, algún rosco, dulces que mi madre había hecho para todas las navidades, y quizá como algo especial, tres o cuatro peladillas, que era lo único que se había comprado, y que pocos minutos eran los que se tardaba en engullirlo todo.

Después de ello, se daba una vuelta por los puntos donde solíamos jugar los niños de entonces, y hallábamos alguno a quien le habían echado los reyes, una patineta, una pelota de las que botaban y todo, pero de eso eran pocos los que mostraban tales juguetes; posiblemente alguno llevaba una pequeña trompeta o un tamborcillo con lo que solían dar la "lata". En todo cuanto he contado, se basaban los regalos de reyes de mi infancia.

Ahora, me toca trasladarme hasta la infancia de mis hijos, y que a estas horas del día de reyes, las calles estaban llenas de niños, especialmente jugando al balón, y también ya balón de verdad, no faltaba tampoco alguna que otra trompeta con la que formar ruido, y cuando llegaba la ahora de la comida, había que llamar a los críos que embebidos en sus juegos, especialmente al fútbol, no se acordaban siquiera de que había llegado la hora de comer.

Y ahora, héme aquí,  que sobre las once de la mañana de hoy, he tenido necesidad de salir a la calle y no es que no he visto ni un solo niño en la misma, pero es que tampoco dentro de sus casas, he escuchado ruido o sonido alguno de los juguetes que le hayan echado los Magos de Oriente, pero de lo que seguro estoy, es que de poder haber entrado en sus domicilios, sentados especialmente en el sofá de su casa, uno, dos o los niños que haya en la misma, estarán con sus aparatitos y maquinitas, de lo que en mis tiempos no se tenía ni puñetera idea de que algún día pudieran existir, pero eso sí, viviendo cada uno en si mismo de lo que se trata en particular su juego, o caso del que se trate, sin percatase siquiera de lo que a su alrededor este sucediendo siquiera en sus propios hermanos.

Yo, haciendo mi propio examen de aquella infancia en la que me toco vivir, tan distinta y tan distante de a como lo es en el día de hoy, y visto con el sosiego y templanza que dan mas de noventa años, creo no cambiaría aquellos bulliciosos juegos con mis amigos, que lo eran todos los niños del pueblo, con el encanto que puedan producir esas maquinítas y juegos de la actualidad. Entonces tenía que llamarnos a voces hasta la calle donde estuviéramos jugando, pero hoy, hay que sacarlos del embeleso a que los lleva el juego con sus actuales regalos de reyes, porque tampoco se acuerdan de que ha llegado la hora de la comida. Claro, que esa diferencia, de aquel ayer, al hoy, solo tienen la culpa, así por encima, ochenta años largos.

Esperando haber complacido a quienes me lo han pedido, y a todo aquel que en algo pueda haberle interesado el leer algunas de mis entradas, con ello me daría, como suele decirse, con un canto en los dientes, cuando algo produce satisfacción.

"Como decíamos ayer", hasta la próxima entrada.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Rectificar es de Sabios y no esperaba menos de ti, para nosotros tus entradas son una satisfacción y un aprendizaje, comprendo que te agrade que te dejen comentarios, pero que no sea así no quiere decir que no los lean ni les interese a nadie, es que llevamos una vida tan acelerada que siempre hay falta de tiempo, pero gustarnos tus escritos nos gusta a muuuuchos.. Me alegra mucho de que hayas vuelto por estos lares donde te "descubrí" hace ya nada menos que ¡¡¡cinco años!!!. Feliz Día de Reyes y hasta la próxima. Bss.

Rafa dijo...

Ole, ole y ole por ese retorno.

Carmen dijo...

Que soy Carmen, no sé cómo ha podido salir Anónimo. No me lo explico..... Ozu, Ozu.

Luis Carballeda dijo...

¡¡¡Estupendo!!! Seguiremos aprendiendo

Daniel Torres dijo...

¡Qué alegría, Rafael! Gracias, de corazón, por volver a alegrarnos. En un momento además en el que, por la mala memoria endémico-ibérica, todos lo necesitamos tanto. ¡Qué alegría, pensar que vamos a seguir disfrutando de tu arte y tus recuerdos!