jueves, 4 de junio de 2015

Faenas y palabras que pasan al olvido.

Papas en Las Carboneras
San Cristóbal de La Laguna, Santa Cruz de Tenerife


Dos semanas justas llevo sin asomarme al blog, tras una indecisión sin saber a que atenerme con respecto de continuar como hasta ahora, o realizar una última entrada para despedirme de todos cuanto me habeis brindado el honor de leerme. Por una parte, considero que ya poca enjundía contienen cada una de mis entradas, y por otra el recordar como hasta ahora he hecho con la mayoría de ellas, relatando cuanto ha sido mi devenir que creo ha sido bastante extenso y variopinto, y ello me produce ese "no se qué" que tanto nos gusta a los pasados en años. Finalmente he optado por esto último, y pido perdón si resultan un tanto manidas mis entradas venideras, pero como digo y a lo mejor pecando de cierto egoismo, continuo por satisfacerme a mí mismo. Terminadas estas disquisiciones, vamos a lo que en el asunto figura.
    
Por las fechas en que nos hallamos y retrotrayéndome a mis años de adolescencia y primera juventud, se me han venido al recuerdo ciertas faenas agrícolas y su nombre por el que eran conocidas, que me parece imposible de lo mucho que solían practicarse y nombrarse entonces,  en las cuales estuve interviniendo, creo recordar que cuatro años,  y que ahora cuando las nombre, a los que tengáis la osadía de leerlas os parecerán y sonaran a "chino"...
     
BARCINAR. Era transportar la mies desde el punto donde se habían segado hasta la era, para cuyo transporte se utilizaban unas llamadas "angarillas", que consistían en un armazón con dos bolsas grandes que colocadas caían una a cada costado de las caballerías y como quiera que la mercancía era de poco peso y mucho volumen, era el motivo de que dichas bolsas lo fueran bastante grandes y el transporte se hiciera en el menor número de viajes, dado a que en ocasiones la era solía estar a veces a más de un kilómetro de distancia. Si el terreno lo permitía, a veces y si existía el carro, se verifica la barcina con dicho vehículo que por supuesto se abreviaba la faena.

PARVA. Se decía de la mies extendida sobre la era para trillarla.

TRILAR. Una vez extendida la mies sobre la era se procedía a la trilla, que en unas ocasiones lo era con el conocido "trillo" que estaba provisto de unas ruedas de acero dentadas, y en su parte superior una tarima de madera donde con el fin de que se hiciera mas peso sobre el mismo, se subía el trillador y fuera cortando las cañas del cereal y desgranando las espigas, cuyo elemento era generalmente tirado por una yunta de mulas. Si se carecía del citado trillo, se verificaba la faena con caballerías, de las cuales las mejores para dicho fin eran los caballos y yeguas, porque tienen el casco de mucho mayor tamaño que el de los mulos, y con ello pisaban una superficie superior. En ocasiones y si los había de diferentes clases, se hacía con caballos y mulos, colocando siempre los primeros lo mas retirado del trabajador que llevaba la reata y colocadas unas al costado de las otras. Lo que era desesperante era trillar con burros, que por tener los cascos mucho mas pequeños que los de los mulos, y sobre todo de los caballos, se hacían interminables las horas para tener la parva trillada y proceder a aventarla.

Durante la trilla, el hombre que lo hacía, solía cantar una especie de "nanas" a fin de animar un tanto a los animales, y recuerdo que una de ellas, y con relación a lo citado anteriormente sobre la trilla con burros, era del tenor siguiente:

El que trilla con burros
caga la parva,
y al cabo de la noche,
la paja larga.

O sea, que la mies estaba casi como cuando se había comenzado a trillar.

AVENTAR. Consistía, primero con las llamadas horcas, que eran unos palos generalmente con tres o cuatro dientes, separados unos de otros varios centímetros, lanzar al aire la mies una vez trillada para que el viento fuera separando el grano de la paja, al ser el primero de menor volumen y mayor peso que la segunda. Una vez que la mayoría de la paja se había separado y el grano, por su pequeño volumen no podía aventarse con las horcas, se utilizaban unas llamadas palas que era una herramienta de madera, con un mango y al final una superficie de unos 30x20 centímetros, con la que se terminaba la total separación  del grano. Las eras había que situarlas en alturas, principalmente en los llamados collados, donde llegaban todos los vientos de las direcciones cualquiera que soplara, aunque había ocasiones que nos pasábamos la mayoría de las horas del día esperando que llegara una pequeña ráfaga para lanzarnos rápidamente aprovechando la misma.

GRANZAS. Se denominaban así a las espigas que durante la trilla no se les había desprendido el grano de las mismas.


Ninguna de las faenas que se han citado se realizan en la actualidad, además de que tampoco la siega, que en aquellos tiempos, se hacía a mano por los hombres, raras veces también por mujeres, por lo menos en mi pueblo, utilizando las hoces como herramienta, Hoy todo se realiza con máquinas, que al propio tiempo que hacen lo uno, van también realizando lo demás, al punto que van dejando tras de sí, el grano debidamente envasado y la paja empacada, solamente para que unos y otros sean recogidos y cargados a los respectivos vehículos y trasladados donde proceda.

Donde entonces para todo ello se precisaban un buen número de hombres durante muchos días, actualmente se realiza con una sola máquina y no mas de dos o tres hombres. Con ello se ha perdido el realizar muchos jornales, pero al mismo tiempo se ha conseguido desterrar el sacrificio que ello suponía en las diferentes faenas que se han indicado.

A mí me correspondió apechar con aquellos sacrificios y precisamente en una edad, cuando ni siquiera físicamente estaba constituido como adulto.

Ahora, doy por bien sufrido aquello, por la diferencia de la que hoy gozo en comparación con los que en aquellas fechas tenían mi edad actual, si no incluso, alguna decena de años menos.

Medio mes después, he vuelto a salir al aire. como suele decirse en las emisiones radiofónicas.

Hasta la próxima. que la recolección cerealística ya habrá que darla por terminada.

(No puedo dejar de citar, que tal día como hoy, pero de hace cincuenta y siete años, aprobaba el examen de convocatoria para Cabo de la Guardia Civil, celebrado en Madrid. Con motivo de aquel examen, veía por primera vez en mi vida, la televisión.)

3 comentarios:

Luis Carballeda dijo...

Este "osado"quiere seguir leyendo y aprendiendo, asi que animo y a seguir.
Fuerte Abrazo

Carmen dijo...

Yo opino como Luis, somos muchos los que "osamos" leer tus relatos y disfrutamos con ellos, de este solo conocía la Trilla, así que mira todo lo que aprendemos. Ya sabes " Prohibido retirarse". Bss.

Daniel Torres dijo...

Me apunto al club de los osados! Qué maravilla tan llena de metáforas de la vida. Segar, barcinar, trillar, aventar... separar la paja del grano... encontrarse una granza de vez en cuando y prestarle más atención o desecharla... Rafael, sigue escribiendo, por favor, y sigue contándonos tus aventuras. Que desde Julio Verne y Emilio Salgari, no ha habido escritor de épicas como tú. Eres su sucesor y el innovador, el nuevo pionero de este género! Gracias por invitarme a soñar en cada lectura!