lunes, 15 de junio de 2015

Mis primeros galones


Y parece que fue ayer. Hace cincuenta y seis años que ascendí a Cabo de la Guardia Civil. Humilde empleo podrá parecer, pero cuando aquel 15 de junio de 1959, formaba en el patio de la Dirección General del Cuerpo, en que lucía en las mangas de mi guerrera aquellos galones "coloraos", como los llamábamos en el Cuerpo, dos sentimientos se me venían al pensamiento principalmente. Uno, el deseo por llegar a Málaga y ver a mi mujer y mis hijos, que no los veía desde las vacaciones de Semana Santa, y darle a ella también la misma alegría que yo sentía al obtener aquel tan deseado empleo, y digo a ella, porque mis hijos, contaban dos y un año de edad respectivamente; y el otro, la pena de que mi padre no pudiera verme con aquellos galones, de lo que seguro estoy le hubiere hecho tanta ilusión, o quizás más  que a mí, por haber fallecido al poco de iniciar el curso para obtener dicho ascenso. 

Humilde empleo decía al principio podrá parecer, pero si aquello me lo hubieren dicho cuando me pasaba meses enteros trabajando en aquel olivar de La Calera, sin mas distracción que el propio trabajo, la charla y las bromas con los compañeros de fatiga, sin ir por el pueblo nada mas que con motivo de cortarnos el pelo o por la llegada de alguna festividad grande en la que se celebrara baile, o también, cuando trabajando en aquellas galerías de una mina, que como he dicho en muchas ocasiones, más bien parecían "gazaperas", que por lo rudimentario y escasez de medios había que trabajar, me hubiera parecido que ello solo pudiera suceder en los sueños.

Ello sucedía cuando llevaba ya nueve años en el Cuerpo, pero los cinco que estuve en las oficinas del Tercio, lo que me suponía darme una gran vida como suele decirse, y la completa seguridad de que el haber ascendido estando allí, con toda seguridad hubiera tenido que ser destinado a otro punto, seguro al mando de algún Puesto, donde además del trabajo propio del mismo, era la esclavitud que en aquellas fechas suponía tal cometido, fue la principal causa de que a los tres años de servicio en Puesto, teniendo en cuenta que los trabajos burocráticos como eran los de oficinas no contaban, que era la circunstancia que se exigía para poder optar a las oposiciones, no me hubiere decidido hacerlo.

Con aquel ascenso tuve la gran suerte de venir destinado a Málaga, Comandancia que había solicitado, con el añadido de que también me quedé en situación de  agregado, en el Servicio de Información de esta Comandancia,  destino que tenía cuando me presenté a las oposiciones.

Por otra parte, y a partir de primeros de agosto siguiente al ascenso, se me concedió el sueldo de Sargento ya que en aquellas fechas, existía una disposición de que a los Cabos con doce años o mas de servicio, contando el tiempo servido en el Ejército, se les concedería tal beneficio, lo que, aunque dicho aumento no era para ponerse rico, pero tal decía Séneca, "para nuestras ambiciones, lo mucho es poco, pero para nuestras necesidades, lo poco es mucho", tal sucedió en mi caso, dado que por aquellas fechas los emolumentos que percibíamos, eran para tratarlos con el mayor mimo, si queríamos llegar con algún fondo cuando llegaba la hora de cobrar el siguiente mes.

Hoy transcurrido mas de medio siglo, cuando a estas horas, nueve y media de la mañana, que ya estábamos formados en el patio, donde sobre las diez se nos hizo entrega de nuestros Despachos, en el que se nos concedía el ascenso a "CABO DE LA GUARDIA CIVIL",  pese a como al principio señalaba de lo humilde de tal empleo, al traerlo hoy al recuerdo, no he podido remediar que unas lágrimas se hayan asomado a mis ojos, por la alegría que ello supuso, además de a mí, a todo mi entorno familiar, principalmente a mi mujer y a mi madre, de los que casi todos han desaparecido de este mundo.

Una de las cuestiones que recuerdo y que me hace cierta gracia al traerlo a la memoria, es que cuando estaba en la oficina del Servicio de Información y recibía una llamada telefónica, parecía darme cierto "corte" de comenzar diciendo "aquí el Cabo Galán", pues ello se me antojaba era una petulancia. Así era yo, pero confieso, y vuelvo a repetirme otra vez, tan humilde empleo, me llenó de satisfacción personal y en su consecuencia, también con  mucha suerte, no tardaron en llegarme destinos de cierta importancia dentro de los asignados a los de mi empleo. Además, como nunca me cansaré de decirlo,  ya el mero hecho de pertenecer a la Guardia Civil, supuso una de las grandes ilusiones de mi vida.

Esta nostalgia que tan a menudo acude a los sentimientos de los "mayores", nos lleva a volver a revivir aquellos acontecimientos, con el regusto que todo cuanto nos aconteció durante esa etapa de la vida, así como la infancia, la adolescencia y la juventud, tan profundos rescoldos deja en los sentimientos del ser humano. Pese a llevar más de 34 años "retirado" todavía, interiormente me considero que soy Guardia Civil.

Hasta la próxima entrada.

2 comentarios:

Carmen dijo...

Creo que quien pertenece al Cuerpo, morirá siendo parte de él lleve los años que lleve retirado, eso imprime carácter y más en ti que sigues vinculado al mismo a través de tu hijo, que te reporta tantas satisfacciones. Me alegro de ese ascenso tan importante para ti y admiro tu renuncia a seguir haciéndolo por pensar antes en el porvenir de tus hijos que en ti mismo, no todo el mundo actuaría así, aunque se que tu familia lo aprecia en lo que vale. Buena entrada la de hoy Sub-Teniente Galán. Bss.

Daniel Torres dijo...

Claro que eres Guardia Civil, Rafael! Y de los mejores, de los que tanto necesita España. La Guardia Civil es al Ejército lo que los Jesuitas a la Iglesia: el sitio donde está la gente más lista (sin desmerecer a ningún otro cuerpo ni fuerza de seguridad). Gente lista en todos los sentidos. Y los que más hacen por que las cosas funciones. Con humildad y con eficacia. Y con la precisión de un escalpelo. Todo eso eres tú. Qué suerte que seas Guardia Civil. Qué suerte para todos.