miércoles, 20 de mayo de 2015

Mi indumentaria a través de los años

Esta mañana ordenando mi vestuario, al pasar la ropa de invierno a compartimento distinto y poner más a la mano la  de verano, se me ha venido a la memoria como ha sido mi indumentaria generalmente a lo largo de mi vida, y sobre todo la diferencia tanto en calidad como en cantidad de aquel lejanísimo ayer, al hoy de un ya nonagenario.

De lo primero que con respecto a mi vestimenta tengo constancia, creo podía tener cuatro o cinco  años de edad, que seguramente fue la primera vez que fui a Córdoba, si recuerdo iba mi madre, aunque no se si también lo fue mi padre, y me compraron un trajecito de pantalón corto por supuesto, y lo que si se, es lo que costó, circunstancia que mi madre me lo comentó muchas veces, y  que  fueron  17'50 pesetas. Aquel pequeño traje recuerdo fue utilizado después, al quedárseme chico a mí,  por mi hermano que en edad me seguía, pese a que era casi cuatro años menor que yo. De aquel traje solo tengo constancia en el recuerdo, y se que en la chaquetita tenía adosado un cuello blanco.

Ya de ahí, doy un salto importante en el tiempo, vistiendo lo que mi madre solía y podía preparanos, y en el que por supuesto atravesé la Guerra Civil Española, y paso a cuando tenía quince años, ya terminada la misma, en que una prima de mi padre, y por encargo de mi madre, me hizo una chaqueta que la verdad creo recordar me estaba un poco estrecha por la parte del pecho, aunque tenía buena solapa. Esta prenda no tuve nunca idea de lo que pudo costar y es la que luzco en la primera foto que espero mi editor coloque en el sitio que le corresponda, como él sabe hacerlo. Aquella chaqueta con un pantalón de color azul que me compraron, fueron las primeras galas que yo vestí en la salida de mi adolescencia y entrada en aquella, podíamos llamar incipiente y precoz juventud.


Tres años después, cuando estaba a punto de cumplir 18 años, y también acompañando a mi madre a Córdoba, recuerdo que en unos grandes almacenas de dicha ciudad, denominados "El Siglo XX", me compró un traje, que de eso si tengo seguro la cantidad que nos costó, que fueron 300 pesetas, y que precisamente era lo que yo ganaba en un mes, vareando aceituna, y después en diversas faenas del olivar, que lo hice durante algo mas de cinco meses en la campaña 1941-42. Además del traje, me compré una camisa de crespón y una corbata, la primera que utilicé en mi vida, En un viaje posterior que realicé a Córdoba, que por supuesto llevaba como tal viaje merecía ese indicado traje, y como no, me hice una fotografía aprovechando el mismo, dado que en mi pueblo no había posibilidad de hacerlo. Este traje, de una mediana calidad, es al que mayor rendimiento le he sacado en mi vida, dado a que me duró precisamente diez años, siendo por tanto el que vestía en toda festividad, especialmente en los bailes, que era el único divertimento que en mi pueblo había. En aquellas fechas, salvo escasas excepciones, cuando llegaba un día de fiesta, la inmensa mayoría de los jóvenes, y hasta, las 'jóvenas', como alguien dijo no hace muchos años, se sabía el traje o vestido que llevaría, salvo en las fiestas del pueblo en el mes de mayo que era donde solía estrenarse alguna prenda, pero no siempre el traje o vestido principal, sino una secundaria.


Ya estando en Málaga de Guardia Civil, con veintisiete años, si no cumplidos, próximo a cumplirlos, me hice el primer traje a medida en una sastrería que lo era también de uniformes militares, y que por cierto, también fue la tercera cosa que pagaba a plazos, pues un año antes me compré un reloj marca  Dogma y una pluma estilogáfica "Parker 21", a una casa de Marbella que recuerdo se denominaba "Belón Lima", y que el traje comencé a pagarlo cuando ya había terminado los plazos del reloj y la pluma.

Este traje ya era de una calidad bastante buena, me caía bastante bien, ya que como digo me lo hice a medida, y también me doté de alguna que otra camisa, dos o tres corbatas, zapatos que guardaba relación con el resto de la vestimenta, y en fin, comencé a gozar de verdad del vestuario, de lo que pese a haberlo deseado tanto desde que comencé a mocear, mi pecunia no me lo habían permitido hasta entonces.

Ya a partir de este último indicado traje, que como indicaba me lo hice diez años después del anterior al mismo, y como quiera que poco después pasé a prestar mis servicios en la Guardia Civil, en el Servicio de Información de la Comandancia de Málaga, que lo hacíamos con ropa de paisano, fui proveyéndome con el paso del tiempo de algún que otro traje, chaquetas o americanas como se le llamaban a las mismas, de lo que no sé el porqué de ello, y así hasta la actualidad en que ya he entrado en el grupo de los nonagenarios, donde ojalá en aquellos años de mi juventud, hubiere tenido siquiera la décima parte de lo que hoy poseo, aunque dado a como siempre ha sido mi modo y forma de ser y sentir, tampoco me sobra esa indumentaria de que en mi ropero guardo, aunque hay algún que otro traje, no lo he vestido desde hace algunos años, entre ellos un esmoquin que me hice para la toma de despacho de alférez de mi hijo mayor, para asistir a la cena de gala que para ello se celebró en la Academia General Militar de Zaragoza, en la que se exigía a los hombres, el uniforme de gala si se vestía de militar o el esmoquin si lo era de paisano. Este esmoquin lo volví a utilizar en la entrega de despacho, también de alférez de mi segundo hijo, en la de despachos de Teniente de ambos, y años mas tarde, todas las Nocheviejas en las que con mi mujer y varios matrimonios amigos salíamos a celebrarla en diferentes hoteles de esta ciudad. Hace casi veinte años que no he vuelto a usarlo, y me temo que cuando Dios tenga a bien el citarme, ninguno de mis descendientes, hijos o nietos, primero que no les está bien por las diferencias en estatura con todos ellos, y segundo, que raro será el que les pueda ser oportuno utilizarlo, aparte de que seguro tampoco lo desearán.


Se me quedaba en el olvido, una chaqueta blanca y un pantalón azul que me compré estando en la mili de lo que me sentía bastante a gusto con ambas prendas, pero de lo que no guardo recuerdo gráfico alguno de ello.

Hasta la próxima entrada que espero no se haga de rogar tanto como la presente y deseo tenga algo más de enjundia que ésta.

1 comentario:

Daniel Torres dijo...

Qué barbaridad. Tu primer traje costaba lo que 17 días de trabajo como porquero; el segundo, lo que un mes de trabajo vareando aceituna. El de tus veintisiete años, ya en los cincuenta en España, ya se podía comprar a plazos... Historia viva de España y de superación y evolución personal. Gracias por tanta inspiración. Gracias.