sábado, 4 de abril de 2015

Día de la Merendilla

Merendilla de Villaharta
Año 2010

Hoy se ha celebrado, y aun se estará celebrando por muchos de los asistentes al acto, el Día de la "Merendilla" en Villaharta, también conocido como "mi pueblo". Mi hermana que este año está allí, y mis sobrinas y sobrinos han colocado en Facebook varias fotografías en las que se aprecian parte de las viandas que en tan señalado día se consumen. Esto de la merendilla es una costumbre que existe en mi pueblo, no sé desde hace cuánto tiempo, y que antes, se celebraba el Domingo de Resurrección, pero actualmente se hace el Sábado Santo, a fin de que muchos de los villaharteños/as que se hallan en otros puntos de España, puedan asistir, si así lo desean, y el lunes estar en sus puntos de residencia y de trabajo.

Dicha celebración consiste, en irse a cualquier pradera cerca del pueblo y llevando viandas, que antes lo eran generalmente la inmensa mayoría productos de la matanza y en la actualidad bastante mas variadas, aunque podría decirse, que la chacina es la base fundamental de lo que opíparamente se yanta en dicho día.

Mis recuerdos de la merendilla se pierden en la lejanía de mi infancia, y de los que más lejanos tengo en la memoria, lo eran cuando se celebraban en el punto conocido por La Cruz, dado que hay una cruz de piedra en un pequeño llano de la pradera, sito aguas arriba del Arroyo de Las Navas, desde la carretera que del llamado cruce va hasta Villaharta. Después se han celebrado en diferentes puntos, aunque desde hace algunos años suele hacerse en el mismo sitio. No sabría explicar el porqué, pero tengo la sensación de que estas costumbres de los pequeños pueblos, se consideran mas íntimas y calan más en los sentimientos personales, que las grandes solemnidades que suelen llevarse a cabo en las ciudades, donde la inmensa mayoría de quienes asisten, te son totalmente desconocidas, no así por cuanto a lo que en mi pueblo sucede, y con mas razón de ser lo era antes, cuando los medios de transporte lo eran casi inexistentes, salvo los autobuses de pasajeros, aunque también escaseaban mucho, y por tanto entrañaban gran dificultad para desplazarse de uno a otro lugar, que son, si no familias o amigos, cuando menos conocidos.

Mis ocupaciones profesionales y familiares, hallándome por supuesto aquí en Málaga, me tuvieron muchos años sin poder asistir al referido acto, aunque la vorágine de mis actividades y la familia, me hacían que casi me pasara desapercibida, sobre todo no sentida, mi asistencia a dicho acto. No obstante, desde hace doce, o catorce años, una vez enviudé, han sido pocos los años que he perdido de asistir al mismo. Hoy, que lo ha sido uno de esos, y trayendo al recuerdo los pasados, saco la conclusión de las diferentes formas de la celebración de este día, según la edad que contaba cuando a la merendilla asistía.

No sé si será de la primera que me alcanza el recuerdo, no solía alejarme mucho de mis padres y en todo caso jugar con niños de mi edad, pero siempre en las proximidades donde ellos estuvieran. Tal vez, aunque las concentraciones de gentes, que solo eran de mi propio pueblo, salvo raras ocasiones que hubiere familiar de algunos de los asistentes, no eran nada extraordinarias, pero en esos primeros años de la infancia tal vez la cautela y sensación del desamparo que te invade al sentirte lejos de tus padres, instintivamente te llevaban a estar siempre en sus proximidades. Ya algo mayor y cuando se asistía a la escuela, solías jugar con tus amigos y compañeros de todos los días y a los juegos que en tal época estuviera actual. Años mas tarde, el jugar al fútbol, que en tan señalado día, no faltaba quien tuviera un balón, o cuando menos una pelota de goma, todo el tiempo en que no se estuviera comiendo, que era bastante, se empleaba en jugar al fútbol, de lo que confieso en este instante, y no me avergüenzo de ello, siempre fui la criatura que peor ha jugado al fútbol, nunca vi a nadie tan malo como yo, pues en una ocasión, ya de Guardia Civil aquí en Málaga, que jugamos un partido en el campo del Seminario, entre compañeros de los que trabajaban en las oficinas de la planta baja y los que lo hacíamos en la segunda planta (la primera era la residencia del Coronel y su familia), me pusieron de defensa y aunque os cueste trabajo creerlo, en todo el partido. no llegué en ninguna ocasión darle una sola patada al balón, pero si conseguí estar por lo menos una semana con unas agujetas en las piernas que hasta andar me constaba trabajo.

Volviendo a la merendilla, ya cuando comencé a "mocear", a eso de los quince o dieciséis años, ya jugar pero solo y en sus inmediaciones o en compañía de las niñas de nuestra edad, que entonces como la asistencia a la escuela lo era por separado, estar jugando junto a ellas era mas que una novedad, una necesidad que solo se daba en dos o tres días al año.

En los años últimos en los que he asistido, sin duda son los que me he entregado a saborear y sacarle todo el partido a las viandas que suelen llevarse, especialmente a los productos del cerdo, que como buen sibarita me regodeo en la ingestión de tales "chichas".

Lo que esta totalmente perdida es la costumbre de hace muchos años, que no había familia que no llevara en su cesta, un "hornazo" para cada uno de sus miembros.

Con que el día de la merendilla del año que viene me tenga Dios por estos lares y tal estoy en estos momentos, por satisfecho me doy.

Hasta la próxima entrada.   
   

1 comentario:

Daniel Torres dijo...

Por fin sabemos de una sola cosa que no haces bien: ¡jugar al fútbol! Si es que algo tenías que tener... ¡ja ja ja!
Qué alegría saber que quedan sitios en España en los que aún se yanta opíparamente. Aprendo de ti esta forma de saborear la vida, querido escritor de referencia. Gracias por otra entrada de estas tuyas que te dejan con una sonrisa de tres horas.