Como quiera que en la entrada anterior en la que trataba del tiempo que estuve prestando servicio en el Aeropuerto de Málaga, y a petición del que además de estar alcanzando el título de Ingeniero Aeronáutico, lo es también mi nieto Pablo, reincido en dicha entrada anterior y con ello doy satisfacción a su petición, y a la vez señalo algunas de las circunstancia o anécdotas que se me quedaron por relatar.
Comenzaré diciendo que mi bautizo de vuelo, lo fue el día 25 de febrero de 1959, cuando me encontraba en Madrid realizando el curso de ascenso a Cabo y como consecuencia del fallecimiento de mi padre, y pese a que me notificaron su óbito a las ocho de la mañana de aquel día, y el sepelio señalado para las cinco de la tarde, el único medio para poder llegar a tiempo del mismo, hube de tomar el vuelo de un pequeño avión, de 17 plazas, que salía de Madrid a las cuatro menos cuarto de la tarde y llegada a Córdoba sobre las cuatro y media y a donde el amigo de uno de mis hermanos con una moto, se desplazó hasta el aeropuerto de esta última ciudad, y pese a todo ello, hubieron de aplazar el entierro media hora más, llegando a mi pueblo y donde solo puede permanecer junto al cuerpo presente de mi padre, poco mas de quince minutos.
Señalo esta circunstancia, primero, para que se vea que incluso por el medio aéreo, desde Madrid a Córdoba se tardaba en llegar entre el despegue y el aterrizaje, tres cuartos de hora, claro que como he citado aquello era poco mas que una avioneta, y segundo para decir que cuando estuve prestando servicio en el aeropuerto de Málaga, yo ya "había volado". Pero vamos a mi paso por el aeropuerto de esta bendita ciudad, que en principio le llamaban "El Rompedizo", luego como citaba en mi anterior entrada, "Garcia Morato", hasta el suyo actual, del que si sé que como entonces su código es el de "AGP".
Pese a que como digo anteriormente ya había volado en una ocasión, el ambiente de los aeropuertos y mucho menos lo de los aviones era para mí una novedad, aunque muy interesante. Las dos circunstancias que mas me sorprendieron por cuanto a los aviones, fueron la primera, la facilidad con la que un vehículo de tales dimensiones, como entonces lo era el "Super", y previas las indicaciones de los señaleros, con sus palas si era de día, o con sus linternas si lo era de noche, hacían maniobrar a los mismos que en un palmo de tierra podían dar un giro de hasta ciento ochenta gados, y conseguían aparcarlos en el punto exacto donde deseaban que lo hiciera, con una facilidad extraordinaria.
La segunda, fue cuando vi que para la provisión del combustible, dos camiones cisterna que no lo sería con no menos de una capacidad de no se cuantos miles de litros, se situaban cerca de cada una de sus alas, y allí permanecían hasta depositar todo lo que dentro llevaban en las entrañas del aparato. Asimismo me enteré que el citado combustible en vez de gasóleo o gasolina, como lo era en los coches, camiones o autobuses, se le denominaba "queroseno" y que se sometía a ciertos procesos a fin de que el mismo no se congelara durante las travesías, y que soportaban hasta la temperatura de cuarenta y siete grados bajo cero.
Una cuestión que entonces hacían todos los aviones antes del despegue, era situarse en las cabeceras de pista, donde solían estar varios minutos "calentando motores" así hasta que el piloto lo consideraba y comenzaba el rodaje hasta levantar el vuelo. No sé si los aviones suelen hacer esto actualmente, o calientan motores por otro procedimiento.
Ahora y coincidiendo en mi comentario de la entrada anterior, de que en el Aeropuerto estábamos como en familia, voy a señalar una anécdota que da fe de ello.
Aeropuerto de Tenerife Norte
Comenzaré diciendo que mi bautizo de vuelo, lo fue el día 25 de febrero de 1959, cuando me encontraba en Madrid realizando el curso de ascenso a Cabo y como consecuencia del fallecimiento de mi padre, y pese a que me notificaron su óbito a las ocho de la mañana de aquel día, y el sepelio señalado para las cinco de la tarde, el único medio para poder llegar a tiempo del mismo, hube de tomar el vuelo de un pequeño avión, de 17 plazas, que salía de Madrid a las cuatro menos cuarto de la tarde y llegada a Córdoba sobre las cuatro y media y a donde el amigo de uno de mis hermanos con una moto, se desplazó hasta el aeropuerto de esta última ciudad, y pese a todo ello, hubieron de aplazar el entierro media hora más, llegando a mi pueblo y donde solo puede permanecer junto al cuerpo presente de mi padre, poco mas de quince minutos.
Binter Canarias
Aeropuerto de Tenerife Norte
Señalo esta circunstancia, primero, para que se vea que incluso por el medio aéreo, desde Madrid a Córdoba se tardaba en llegar entre el despegue y el aterrizaje, tres cuartos de hora, claro que como he citado aquello era poco mas que una avioneta, y segundo para decir que cuando estuve prestando servicio en el aeropuerto de Málaga, yo ya "había volado". Pero vamos a mi paso por el aeropuerto de esta bendita ciudad, que en principio le llamaban "El Rompedizo", luego como citaba en mi anterior entrada, "Garcia Morato", hasta el suyo actual, del que si sé que como entonces su código es el de "AGP".
Pese a que como digo anteriormente ya había volado en una ocasión, el ambiente de los aeropuertos y mucho menos lo de los aviones era para mí una novedad, aunque muy interesante. Las dos circunstancias que mas me sorprendieron por cuanto a los aviones, fueron la primera, la facilidad con la que un vehículo de tales dimensiones, como entonces lo era el "Super", y previas las indicaciones de los señaleros, con sus palas si era de día, o con sus linternas si lo era de noche, hacían maniobrar a los mismos que en un palmo de tierra podían dar un giro de hasta ciento ochenta gados, y conseguían aparcarlos en el punto exacto donde deseaban que lo hiciera, con una facilidad extraordinaria.
La segunda, fue cuando vi que para la provisión del combustible, dos camiones cisterna que no lo sería con no menos de una capacidad de no se cuantos miles de litros, se situaban cerca de cada una de sus alas, y allí permanecían hasta depositar todo lo que dentro llevaban en las entrañas del aparato. Asimismo me enteré que el citado combustible en vez de gasóleo o gasolina, como lo era en los coches, camiones o autobuses, se le denominaba "queroseno" y que se sometía a ciertos procesos a fin de que el mismo no se congelara durante las travesías, y que soportaban hasta la temperatura de cuarenta y siete grados bajo cero.
Una cuestión que entonces hacían todos los aviones antes del despegue, era situarse en las cabeceras de pista, donde solían estar varios minutos "calentando motores" así hasta que el piloto lo consideraba y comenzaba el rodaje hasta levantar el vuelo. No sé si los aviones suelen hacer esto actualmente, o calientan motores por otro procedimiento.
Ahora y coincidiendo en mi comentario de la entrada anterior, de que en el Aeropuerto estábamos como en familia, voy a señalar una anécdota que da fe de ello.
Desvíos de aviones desde el aeropuerto del Tenerife Norte hacia el aeropuerto de Tenerife Sur
Fuente: www.flightradar24.com
Pese a lo espléndido del día, tan pronto comenzamos a sobre volar los primeros cerros de la Serranía, creo lo era sobre la vertical de el pueblo llamado El Burgo, el avión de buenas a primeras hizo un descenso brusco de cuando menos quince o veinte metros, y no había recuperado el ascenso cuando dio otro mucho mas profundo que el anterior y así continuó con otros muchos más y cada vez que lo hacía, los alerones del aparato parecía que se iban a despegar del cuerpo del mismo. No habían transcurrido cinco minutos de ello, la tripulación y los meteorólogos iban en la cabina, y los cuatro voluntarios en unos asientos en la parte media del avión, cuando mis tres compañeros de viaje comenzaron a vomitar y aquellas bocas parecían un volcán en erupción. Ya los mismos tendidos en el suelo, y yo sintiendo ciertos deseos de vomitar también, que creo no lo hice por que como iba de uniforme pensaba lo desastroso que sería un Cabo de la Guardia Civil tirado en el suelo y hecho un vendo. Abandoné a su suerte a mis acompañantes, mas que nada porque no se me contagiara su situación y me fui a la cabina donde al hacer acto de presencia me preguntó el Comandante como iban mis compañeros de vuelo, al que le conté lo que sucedía. Poco mas de media hora después regresábamos al Aeropuerto, principalmente por hacerle un favor a los que eran de todo menos personas y lo estaban pasando bastante mal.
Al regreso el Comandante indicó que no pensáramos que había hecho adrede que el avión tomara aquellos baches, sino que lo fue motivado por el tiempo. Una vez en tierra y un tanto repuestos de sus mareos, el inspector de Policía, me dice: "Galán, ahora me nombran Director General de la Policía y para hacerme cargo del destino me dicen que tengo que viajar en avión, y renuncio al nombramiento". Cuando yo entonces no me mareé, sabía no lo haría nunca, como así ha sido. En ese sentido tengo madera de piloto. Los pobres que se marearon, pues todo el personal del aeropuerto, como es natural se enteraron, además hubieron de sufrir las bromas de los que no fueron capaces de embarcarse. El que estaba haciendo el curso de piloto de avionetas, aunque solía estar poco por el aeropuerto, no se libró de los mayores sopleos, y con razón para ello.
Hasta la próxima entrada que abandonaré el aeropuerto.
3 comentarios:
Todo un honor provocar una segunda entrada del mismo tema en el blog :)
¡Muy interesante!
Lo tienes mas que merecido. ¡ Que otra cosa puedo decir¡.
Un abrazo.
Hubo un tiempo en que llevaba la cuenta de los vuelos que había cogido a lo largo de mi vida. Ahora en Canarias, coger el avión es como coger el Metro en Madrid o la guagua en Málaga... Una cosa normal y habitual...jejeje
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