martes, 20 de enero de 2015

Secuestrado



Una simple afección gripal me ha tenido como si estuviera secuestrado mas de una semana. A estas alturas de la vida, solo una gripe de la que uno esté afectado, da la sensación de que estás siendo víctima de un secuestro y siempre a merced de tus raptores. De lo primero que te priva es de la propia voluntad, y de nada que pueda pensarse te hallas con el ímpetu suficiente para realizarlo. El más simple movimiento que te veas precisado a ejecutar, tienes que hacerlo con el cuidado y tacto como si estuvieres vigilado por quienes todo te lo controlan. Si el reo en tal situación le embarga una sola obsesión, que no es otra que la de verse libre, el enfermo la tiene con verse también descargado de sus dolencias, que muchas son, o para mejor decir, lo han sido.

Yo, de por sí, incluso en mi juventud, la gripe, de la que ningún año me he librado de ella, me dejaba bastante mermado de fuerzas, ¿qué no será ahora, cuando ahí a la vuelta la nonageridad, me está esperando? Cuando solo por el mero hecho de girar la vista fuera del catre, se me antojaba estar ante una cuesta tan pendiente y difícil de escalar, que aunque esa meta forzosamente no ha de hallarse muy lejana, el cansancio del  camino recorrido la presientes allá en una lejanía de la que dudas puedas tener fuerzas para alcanzarla. Aunque no obstante, ¿quien sabe, si a la vuelta de cualquier curva del camino allí estará esperándote.?

Todo esto que termino de exponer, no es un estado de ánimo que me haya llegado por sentirme aún convaleciente de esta inoportuna gripe, si no que es hacer una crónica detallada y veraz de cuanto supone un camino tan vasto en el que me he visto inmerso en tener que recorrer, de lo que por supuesto doy gracias a Dios de que así haya sido, y además, como lo está siendo. La salud, como a otras muchas cosas importantes de la vida, le damos el valor que tienen, cuando las perdemos, según reza el dicho, y aquí viene a cuento de aquello que decía Cervantes: "Parece, Sancho, que no hay refrán que no sea verdadero, por que todos son, sentencias de la misma experiencia, madre de todas las ciencias". Cierto es. Cuándo a diario estamos gozándolas, ni siquiera tenemos un instante para escrutarlas, mirarnos en ellas, y dar gracias de tenerlas ahí, sino que parece el decirnos, de esto, es que soy merecedor, pero cuando se te escapa aunque lo sea por breve espacio de tiempo, tu propia conciencia te señala y dice: "Deja tu orgullo a un  lado, y da gracias a Dios todos los días por cuanto concedido, graciosamente te ha sido, y casi siempre a lo mejor, quienes te proporcionan esos beneficios, son mas merecedores que tú en poseerlos y a los que no pocas veces escatimamos corresponderles, aunque la verdad sea dicha, no siempre con intención de ello".

La entrada de hoy, más que exponer un recuerdo, ha sido un relato para justificar mi tardanza en escribir en este blog, y como no, también un ligero examen de la propia conciencia, que creo deberíamos  realizar con mas frecuencia.

Hasta la próxima, que ya despedida tan inoportuna visitante, algo se me ocurrirá de lo que tratar.

2 comentarios:

Carmen dijo...

Me alegro de que por fin hayas soltado la gripe, estaba un poco preocupada, aunwue ya se sabe bicho malo..... ji ji ji es broma. Ya te dejo desde Soria, antes de que ponga ermita con h que estoy muerta de sueño. Hasta mañana. Bss.

Daniel Torres dijo...

Ja ja ja! Carmen, si Juan Ramón Jiménez podía escribirlo todo con jota, tú también podrás ahora escribirlo todo con hache. Y, Rafael, qué amable eres con tu gripe... haciéndola creer que tenía alguna oportunidad de hacerte el más mínimo arañazo, ni por dentro ni por fuera. Pobrecita. Estoy con Carmen... bicho bueno!