lunes, 5 de enero de 2015

La noche mágica de los Reyes Magos

Cabalgata de los Reyes Magos 2015
Santa Cruz de Tenerife 


Creo recordar haber escrito sobre el particular en este blog en alguna otra ocasión, pero no por ello me voy a privar hoy de hacerlo de nuevo.

Creo que hay dos cuestiones importantísimas  en la vida en las que no se nos da la opción de poder elegir, que una es, la de los padres de quienes nacer, y la otra, la época en la que venir al mundo. Yo tuve gran suerte con la primera en la que me dieron la madre y padre mejores del mundo, no así lo fue con el tiempo que me toco vivir la infancia, adolescencia y primera juventud, aunque ya pasada aquella lejana época, tampoco es tiempo de verter quejas sobre la misma. Lo cierto es que estas dos circunstancias suelen condicionarte la forma y modo de vida que tendrás en lo sucesivo.

Desde muy niño, nunca creí en eso de los Reyes Magos, quizá tenía el antecedente de que nunca recibí regalo alguno, y sí, solían echarme, no en los zapatos, porque solo teníamos un par y había que ponérselos al levantarse, si no en una servilleta, una perruna, un rosco, una magdalena y tres o cuatro peladillas, esto último lo único que había que comprar, y los dulces, los que mi madre hacía para las Navidades y había que alargar su duración, para que sirvieran también de Reyes para los cinco hermanos que éramos.

Esos tres o cuatro dulces que nos "echaban" los Reyes, que como cito sabía que eran mis padres, era para mi una verdadera delicia, de lo que estoy totalmente de acuerdo con cuanto decía Cervantes, que "la mejor salsa del mundo es el hambre" y aunque trataba de que duraran siquiera un par de días, cuando llegaba el medio día, ya me lo había merendado todo. Pasado el tiempo y cuando llegué a tener uso de razón suficiente, me daba que pensar en la resignación que el no tener juguete alguno en ese día lo sobrellevábamos con tal normalidad, de lo que sin duda dos eran las razones esenciales para ello, la primera,y pese a que aún pueda parecer imposible cuando se cuenta con seis, siete u ocho años de edad, la permanente observancia de las carencias en el hogar, le hacen a uno acatar esas circunstancias sin la menor contrariedad, que al igual que el paladar y el olfato te lo modelan el uso y la costumbre, también el inculcarte el ser responsable lo dan las circunstancias que forzosamente vives,  y luego que eso mismo le sucedía a la inmensa mayoría de los amigos con quienes solíamos jugar, a lo que reza el dicho, que "mal de muchos, consuelo de tontos", y cuando menos, ninguna huella dejaba en nosotros tales carencias, y asumido con toda normalidad lo hacíamos.

De aquella infancia mía en la que solían los reyes echarme aquellos dulces, pasé a la época de la Guerra Civil en la zona roja que eso de las festividades de las Navidades y Reyes se hacía por que pasaran por alto, aunque no lo fueran como tal, y luego en la posguerra que lo esencial era el poder mantener la supervivencia, me llevaron cuando menos una década, a ni siquiera el pasar por la imaginación el poder recibir regalo alguno.

Mi primer regalo de Reyes que como tal pudo llamarse, lo fue cuando estaba próximo a cumplir los 28 años, ya como Guardia Civil, y lo fue de mi novia, luego mi mujer, y que era un anillo de oro, que se decía un solitario y también el primero que como tal hice yo a ella, un pañuelo de seda para el cuello y unos guantes de color rojo. Ya a partir de entonces los regalos de novios, luego a los hijos y así continuó hasta nuestros días, alcanzando a los nietos y a todo el entorno familiar mas próximo.

Pero pese a todo lo expuesto, por satisfecho me doy, y aquellas pasadas dificultades habrán tenido la recompensa de tener una etapa postrera de la vida, como sin duda no pudieron tener mis padres, y que  su infancia tampoco lo fue mejor que la mía, y lo que si pido a Dios, es que a partir de ya, todos los míos la tengan como yo la he tenido hasta el momento en que esto escribo.

Creo que lo he dicho en alguna otra ocasión, las personas somos la consecuencia de la época y todo el entorno en que nos ha tocado venir a esta vida, y como tal hemos tenido, como suele decirse, bailar al son que nos tocan, pero darnos hemos con un canto en los dientes, que hasta ahora seguro estoy en ninguna otra época pasada se ha vivido con el nivel de comodidad y bienestar que lo hacemos nosotros. Siempre como ahora, y mejor lo que Dios quiera.

Hasta la próxima.


3 comentarios:

Carmen dijo...

La cabalgata de Tenerife me la esperaba, pero ese Rey Melchor me ha impactado me he quedado sin palabras... Ja ja ja. Ya veo que has sido bueno y te han traído regalitos, debe ser porque los Reyes quieren compensar los añitos que pasaron de largo en tu niñez. Aunque tus padres lo compensaban de sobra con el cario tan grande que os tenían y esas perrunillas que seguro sabían a gloria. Bss.

Carmen dijo...

Es cariño la palabra.

Daniel Torres dijo...

Qué preciosidad, Rafael. Recuerdo a mi padre, que nació en el 39, toma ya, recordar con ilusión cuando los Reyes les traían -a varios hermanos a la vez- una pelota de fútbol nueva, de trapos cosidos. Y la mañana de Reyes, hala, todos los chiquillos de la calle a correr y darle patadas. Qué maravilla.