lunes, 17 de noviembre de 2014

La perspectiva, según cuándo

Parque Nacional del Teide

Desde hace ya varios años, concretamente desde que transpusimos el DOS MIL, cada vez que se va aproximando el final de una anualidad, se me viene al recuerdo el panorama que yo creía, deseaba, o soñaba percibir desde la perspectiva personal en la que me hallaba.

Cuando solamente era todavía un niño-adolescente, tres cuestiones llegaban a preocuparme de lo que habría de sucederme en la vida, por cuanto a mi persona especialmente se entiende.  Sin que la una fueren de mas interés que las otras, eran simple y llanamente, el modo y forma en que habría de ser como el procurarme el sustento profesionalmente; otra, y posiblemente ésta, lo fuere sin duda con anterioridad a la citada, cual y como sería la mujer con que llegaría a formar un hogar, y la última, como sería la vida en el año dos mil, y aunque difícil consideraba que yo pudiera llegar a verlo, si lo conseguía, como sería mi vejez. Sin duda estas disquisiciones, quizá puedan resultar chocantes para quien ahora tenga conocimiento de esta preocupación mía, cuando sin duda aún era todavía un niño, pero como lo he dicho en toda ocasión que se ha presentado en este blog, y como su título lo dí en llamar "Recuerdos", esto así lo es, y como lo era lo digo.

Creo mi forma de pensar pudiera ser un tanto anormal para un niño, y vuelvo a repetirlo, como con ello no perjudicaba a nadie, no tengo por que ocultarlo.

Bueno vamos a ir desbrozando paso a paso cada una de estas tres cuestiones que digo, desde mi niñez ya llegaba a tenerlas entre mis preocupaciones.

Por cuanto a la primera, creo todos estáis al tanto, bueno perdonar que dé por hecho, que todo el mundo conozca cual haya sido mi profesión o forma de ganarme el pan, tal suele decirse, como si de una persona popular se tratara, pero en fin esto suele ser un ligero desliz que se escapa, y continuo, diciendo que pese a que la perspectiva que en mi pueblo existía entonces para ello, que cuando menos el noventa y nueve por ciento lo era el trabajo en el campo, y así lo fue como porquero a los diez años; pastor a los trece: luego como jornalero agrícola hasta los diecinueve; minero hasta los veintiuno; dos años y medio de mili y luego algo mas de treinta y uno en la Guardia Civil. Estos mas de treinta y un años en el Cuerpo, no me dieron la oportunidad de que con el cumplimiento de cuanto en el mismo era exigible, pudiera procurarme un enriquecimiento en cuanto a lo económico se entiende, pero si lo fueron en el terreno personal, y cuando menos a lo que ha sido mi familia, pude sacarla adelante con algunas estrecheces, sobre todo al principio, pero sí con menos dificultades de lo que nunca en mis primeras y precoces pensamientos hubiere siquiera llegado a soñar.

La segunda y sin duda la que más felicidad llega a procurar a una familia, tras varios titubeos que no premeditados, si no impuestos por las circunstancias, tuve la dicha de dar con una mujer, con la que llegamos a formar una familia, si no excepcional ni modélica, si lo suficientemente feliz, satisfactoria y nada que pueda reprochársenos,  que nos dieron tres hijos, dos varones y una hembra, y que, a que ya de por sí lo eran de condición, tuvieron el aditamiento de sus padres, de lo que sin duda mi mujer fue algo más que una colaboradora, otra vez me repito, no digo que modélicos, pero sí a lo mas que unos padres puedan desear, asi lo fueron, y digo, lo siguen siendo.

Y vamos a la última de las cuestiones. Siempre mis perspectivas de niño, joven e incluso de persona madura como se suele señalar cuando se tienen los cuarenta o cincuenta años, mi visión ensoñadora nunca llegaba a atravesar lo que consideraba era una barrera infranqueable como lo era el año DOS MIL, dado a que para entonces tendría yo los setenta y cinco, que especialmente durante mi niñez y juventud, era pensar en casi un imposible. Lo de como sería mi vejez, me viene, de lo de mi abuela paterna, que pese a que en su tiempo gozaron de una posición un tanto acomodada, el final de sus días lo fue el de estar cada mes en casa de uno de sus hijos, que de los nueve que eran, en mi pueblo solo estaban cuatro o cinco, según la época del año, y sobre todo en los años cuarenta, lo único que salvo en uno, podíamos darle, era el repartir  con ella la miseria, sobre todo en los alimentos que tanto escaseaban.

Pero los años fueron pasando, llegó la hora de mi "retiro", como siempre se ha llamado la jubilación en la Guardia Civil, en 1981, diecinueve más hasta el dos mil y a poco mas de un mes para  volver la esquina de  2014 y tropezarnos de bruces con el 2015, y no solo que atravesé esa barrera infranqueable de la que yo veía desde mi perspectiva de la niñez  y juventud del año dos mil, entrar en el siglo XXI, y aquí estoy y en esto sí, que ni en los sueños mas ilusos de los que hubiere podido desear, una vejez, sosegada, plácida ilusionada y en una bienaventuranza de la que como citaba, mi abuela paterna, hubiera deseado pasar que lo hubiere sido incluso mejor de lo que en sus años de pasado tiempo pudo serlo.

Ahora la perspectiva que desde este casi próximo 2015 puedo observar volviendo la vista atrás, contemplo aquellos lejanos de cuando comencé a sentir ese porvenir, no pensaba entonces lo eran tan deprimentes y míseros de lo que en realidad lo fueron, ni tan gratificantes como son los actuales, que tampoco siquiera en aquellos inocentes desvelos yo podía suponer.

Solo el traer al recuerdo como eran aquellas vivencias, no comprendo siquiera el que fueran soportados con tanta resignación. Desde luego, las circunstancias marcan lo uno y lo otro.

Hasta la próxima.

2 comentarios:

Carmen dijo...

Como no paro últimamente, no pongo ningún comentario, pero no por eso te vas a librar de mi.... Ji ji ji. Me gustan mucho las entradas, y los comentarios de tus amigos Luis y Daniel, si todos los que te leen pusieran aunque fuera hola, verías que son un montonazo y no exagero ni mijita. Hasta la próxima. Bss.

Daniel Torres dijo...

Qué maravilla, Rafael. Muchas gracias por recordarnos en qué consiste la verdadera riqueza: vivir realmente. Como nos diría Rocio, hasta qué punto la riqueza está en dar vida a los días, mucho más que en dar días a la vida (que también, si Dios quiere; no le vamos a hacer ascos).