domingo, 22 de junio de 2014

Llegó el verano...

Playa de La Tejita, El Médano, Santa Cruz de Tenerife
(al fondo, Aeropuerto Reina Sofía - Tenerife Sur)


Desde el medio día de ayer estamos en verano. Esta mañana durante un paseo por el marítimo de poniente de esta capital (o "Antonio Banderas", como es su nombre), he podido comprobar que además de serlo astronómicamente, también lo es por cuanto a su meteorología. El sol calentaba más de lo que a mi se me apetecía.

Ello me ha llevado a pensar que la entrada a esta estación hace el número noventa de la que yo atravieso el umbral de la misma. Pero aunque no deja de ser importante para mí esta circunstancia, no ha sido ello lo que me ha traído al recuerdo cierta nostalgia de tiempos pasados.

También he pensado,  que en el mes entrante hace sesenta y cuatro años que, precisamente aquí en Málaga, yo veía por primera vez el mar, cuando llegué destinado como Guardia Civil recién salido de la Academia de Úbeda, y precisamente lo fue a un Puesto de playa. Durante quince meses estuve prestando servicio, día por día, recorriendo la posta asignada,  "próximo a la lengua del agua", como se decía en uno de los artículos sobre el servicio en las playas. Contaba entonces veinticinco años de edad. Pero tampoco ha sido la pérdida de aquella juventud, la causa principal que me ha llevado a sentir ese ligero estado melancólico... sino otro de mayor calado que a todos los pasados en años nos sucede.

Esta mañana, cada vez que junto a mí pasaba, o contemplaba junto al mar, un matrimonio llevando, o teniendo,  con ellos uno o mas hijos, con todos esos enseres y artilugios que para pasar un día de playa con ellos solían, y así sigue, llevándose para su distracción, juegos y hasta para cuando eran pequeños había que ponerle para mayor seguridad en el baño, esa dulce nostalgia, si ello es posible que lo sea, me llegaba hasta lo mas profundo del alma.

Aquellos disfrutes que con los hijos pasándolo bien se gozaba dejaban un no se qué tan profundo,  que por muchos años que transcurran,  nunca se borra del sentimiento de los padres, aunque la permanente vigilancia que sobre ellos había que ejercer, lo tenían a uno en tal estado de tensión, que hasta cuando se decidía a darse el baño correspondiente, lo hacías sin apartar la vista de los mismos. Pero aquellos veranos fueron pasando, y cuando me he dado cuenta, lo mismo que tan poco tiempo me parecía de haberlo vivido, lo estaba haciendo y disfrutándolo con los nietos y si la seguridad con los hijos te mantenía en tensión durante todo el tiempo que estabas en la playa, con los nietos, y pese, a que eso que tu antes hacías, ahora correspondía a sus padres, ese temor a que sufran cualquier percance, que en los abuelos se acentúa hasta, que si los propios hijos, e incluso ellos, los nietos, te lo pudieran ver en sus justos términos, les parecería hasta ridículo, y que solo con el paso de los años puede ser comprendido, cuando se deja de ser hijos, luego padres y te conviertes en abuelo/a.

Y, por cuanto a mi se refiere, y dado a que los bisnietos ninguna esperanza me asiste de poder verlos chapotear en las aguas del mar o de piscinas, he de conformarme con traer al recuerdo aquellos días pasados, con los que de verlos a ellos felices, te lo hacían a ti, como padre, y en grado superlativo como abuelo. Y yo, que cuando era niño y a escondidas de mis padres iba a bañarme a una alberca que llamábamos del "Santo", porque había en sus proximidades una estatua del Sagrado Corazón de Jesús. y que suministraba sus aguas al hotel de Santa Elisa y distante del pueblo unos tres kilómetros, no teniendo otro sitio donde hacerlo, y que hasta no hace mucho tiempo, una de mis grandes alegrías era bañarme, hace cuatro años que ni siquiera paseo por la orilla del mar, para siquiera mojarme los pies. Aunque he tenido que rebasar en bastante  los cuarenta, ya no se me apetece, y es que como reza ese dicho de que " de cuarenta para arriba, no te mojes la barriga". Ya ni en la bañera lo hago, dado a que, y por recomendación de mis descendientes, la he cambiado por plato de ducha. Aunque, y por todo cuanto he disfrutado de los baños, puedo decir con rotundidad, aquello de "que me quiten lo bailado", pero esos recuerdos de haber contemplado, primero los hijos y después los nietos, como he citado anteriormente, me hacen volver, y no me cansaré de ello, de dar gracias a Dios, por cuanta dicha se ha dignado mandarme.

Hasta la próxima entrada.

4 comentarios:

Carmen dijo...

Ves como eres un novelero, de un hecho de lo más trivial haces un texto que da gusto leerlo, aunque tu no quieras reconocerlo, somos muchos los que disfrutamos con tus "Recuerdos" y admiramos la forma y el modo tan ameno como lo haces, pienso que el mundo se ha perdido un gran escritor contigo, te lo digo en serio, o sea nada de ji ji. Bss.

El abuelo de Villaharta dijo...



Carmen, otra vez gracias por tu comentario, y que solo te exime de lo excesivo en la consideración de lo que yo escribo, por como suele decirse, "el color de cristal con que lo miras". No obstante te reitero mi agradecimiento.

El abuelo de Villaharta dijo...



Estimado Editor: Creo no tardará mucho tiempo en que seas nominado como "Canario Honorífico" de las Islas Afortunadas, y tambien como añadido, "HIJO ADOPTIVO" de la ciudad de Santa Cruz de Tenerife. Merecimientos para ello, tienes mas que acreditados.

Carmen dijo...

Es verdad que se nos ha hecho " Canarito" el Editor porque esa foto, como mínimo debería ser del Paseo Marítimo nuestro, pero bueno, no hay que meterse en cuestión de amores.... Je je.