martes, 13 de mayo de 2014

De aquel abuelo de hace setenta años, al nieto de hoy


Hoy, como la inmensa mayoría de los días de lunes a viernes hago al cabo de todo el año, he ido a casa de mi hija para comer con ella, mi yerno y mis dos nietos. Generalmente suelen llegar todos pasados algunos minutos de las tres de la tarde, pero hoy, mi quinto nieto, Jorge por nombre (y que los dos últimos de los seis que tengo, son los de mi citada hija), que está cursando primero de carrera en la Universidad, ha llegado cuando menos con una hora de adelanto. Charlando con él de varias cuestiones, terminé por decirle que le faltaban ocho días para su 19 cumpleaños, concretamente el día veintiuno del actual. En esos instantes, como suele sucedernos a los, llamémosle personas mayores, y volviendo mis recuerdos hasta aquellos diecinueve años míos, le indiqué que por estas fechas y cuando hacía dieciséis días que yo los había cumplido, estaba a punto de comenzar, o ya lo había comenzado a iniciarme en el trabajo como minero.

De vuelta a mi casa, donde me encuentro, y consultado esta maravilla de Internet, me dice que tal día como hoy, 13 de mayo, pero de aquel 1944, el día de la semana era sábado.

Como quiera que tengo la seguridad de que el lunes siguiente a la terminación de las fiestas de mi pueblo, que entonces se celebraban del 7 al 9 de mayo, inclusive, aquel lejanísimo día 15 de mayo del citado año, festividad de San Isidro, yo comenzaba a trabajar como minero, haciéndolo en el segundo turno que lo era de 14 a 22 horas. El primer trabajo que se me encomendó, por supuesto en el exterior, con otro compañero, fue la extracción del pozo de las espuertas del carbón que desde el interior del pozo se nos embarcaban por los compañeros que lo hacían en el interior. Dado a que aquella explotación carbonífera se había iniciado por la escasez del mineral que entonces se padecía en el país, y que llevaban funcionando hacía algo mas de dos años, todas las instalaciones existentes lo eran de tan escasa importancia, y que por supuesto no llegaba a las mismas la corriente eléctrica, que la extracción se hacía por medio de tornos, movidos a mano por un hombre en cada uno de los dos extremos del mismo y mediante la manivela instalada.

De mi pueblo hasta la mina, había una distancia de unos seis kilómetros y que a diario habíamos de recorrer a pie, en lo que solíamos emplear una hora más o menos. Así como para llegar con antelación para la hora del comienzo de la faena, aquel día, y así todos los de lunes a sábados, salía de mi casa a las doce y media de la mañana, recorrer la distancia hasta el trabajo, ocho horas tirando del torno, y el regreso correspondiente, entraba en mi domicilio allá después de las once de la noche.

Cuando trabajaba en el primer relevo, que lo era de 6 a 14 horas, había que salir de casa sobre las cuatro y media de la madrugada, regresando pasadas las tres de la tarde. Y menos mal, que el descanso dominical, comencé a disfrutarlo cuando me hice minero.

Aquí en la soledad de mi casa, pensando en que a mi citado nieto, le quedan como mínimo cuatro años, sacando curso por año, para terminar la carrera, habiendo dejado atrás los años de la guardería, del colegio y del instituto, no tengo por menor que reconocer el sacrificio que supone ese largo caminar en sus estudios, y sin salirme de su entorno,  como me ha sucedido con otros de mis nietos, en los que la mitad, ya han terminado sus carreras, y hasta me hace sentir un no se qué de compasión hacía ellos. Pero rumiando ese sentir y devolviéndolo hacía mí, como  también a mis hermanos (q.e.p.d.), no tengo por menos que comprender, que esa compasión que mis padres hubieron de sentir por nosotros, no hubo de ser menor, a la que yo siento, y seguro así será por sus padres.  Pues cuando yo llegué a trabajar en la mina, dejaba atrás cinco años trabajando en el campo, en su mayoría en una finca en la que pasábamos hasta veinte días seguidos pernoctando en el cortijo, sin ni siquiera ir al pueblo y así a lo largo del paso de los días. Sin contar aquellos seis meses que con la edad de diez años, y que precisamente también comencé en mayo, estuve de porquero.  

Luego, la perspectiva que, y aun sabiendo la dificultad que ello entraña, la oportunidad de poder colocarse en sus respectivas profesiones,  aunque de los tres que ya han terminado la carrera, dos están trabajando, el tercero acaba de terminarla, y lo que le será igual para los tres que siguen. Pero, ¿y cuál era la que yo podía percibir, por ejemplo cuando, como los diecinueve años con que contaba en el momento en que ha motivado esta entrada ? Pues, tan negra como el carbón que extraía de aquellos pozos...

Gracias a Dios, que luego las circunstancias permitieron, que seis años después de iniciarme como minero, conseguí mi ingreso en la Guardia Civil, y que me dieron pasar desde entonces, una feliz travesía por mi devenir en la vida, la que cuando menos, en el plano personal, a todos ellos, les deseo sea tan bienaventurada como a mí me ha sido, y lo está siendo, y mejor lo que Dios quiera.

Hasta la próxima entrada.

5 comentarios:

Luis Carballeda dijo...

Los inicios fueron muy duros, pero esta claro que "su universidad" tambien le sirvio, como bien recuerda, para su transito por esta vida.
Conozco yo muchos licenciados, a los que podria darles clases y no por viejo, sino por sabio.
Un Abrazo

El abuelo de Villaharta dijo...


Amigo Luis, muchas gracias por tu consideración hacia mí. Me demuestras con ello, el color del cristal con que me miras. Gracias otra vez y un abrazo.

Rafa dijo...

Despertar de la siesta y entrar al blog... Superentrada la de hoy. Me encantó. El inexorable paso del tiempo que nos conduce a un futuro ¿mejor?...

Soy de los que piensa que la Universidad está sobrevalorada. Pero que es el filtro que los jovenzuelos de hoy en día tienen que pasar, y que muchos hemos pasado..

En fin...

Saludos desde esta maravillosa tierra que adoro, llamada Tenerife, la cual toma su nombre de Tinerfe, mencey guanche de Adeje.

Rafa dijo...

Y no se crean que desperté de la siesta a las 18:37. Lo que pasa es que parece ser que está página, al igual que muchas otras (las de las Administraciones Públicas, vinculante para procedimientos, plazos, etc.) toman como hora la de la Península, Baleares, Ceuta y Melilla...

Peninsulares: reivindiquen el horario canario, que se vive mucho mejor...jajaja

Saludos otra vez, esta vez no míos, sino de la calima que nos acompaña en esta maravillosa tierra que adoro, llamada Tenerife, la cual toma su nombre de Tinerfe, mencey guanche de Adeje...

Jajajajajaja

Carmen dijo...

Ojalá los niños de antes hubiesen tenido las oportunidades que tienen los de hoy, estoy completamente segura de que las hubiesen aprovechado muchísimo más, ese afán de superación y sentido de la responsabilidad que mostraban los chicos desde pequeños, hoy en general brillan por su ausencia, hay excepciones, como nuestras familias, pero en general no muestran el más mínimo interés por nada y pasan de cualquier cosa que les suponga algún esfuerzo , es triste pero es así, sigo pensando que no es bueno que se les de a los niños todo " frito y cocio" no crees?. Preciosa la foto de tu Editor, le encuentro cierto parecido contigo, hasta en lo de la bolsa... Ji ji.