jueves, 29 de mayo de 2014

Ligeras desilusiones


El domingo 18 del actual, como venía deseándolo desde hacía incluso años, y al no tener otra cosa más importante que hacer, me fui a visitar el Cuartel de la Guardia Civil de la Parra sito en el interior del puerto de esta capital, donde estuve prestando servicio por espacio de unos diez años, o sea desde 1960 a 1970, del pasado siglo. No se si por que era joven, porque durante el mismo periodo en que desempeñé dos cometidos de índole distinta, tuve una actividad  bastante extensa y a su vez diversa, el caso es que tenía, y aún lo sigo teniendo, un grato recuerdo de mi paso por ese acuartelamiento.  

Comenzaré por aclarar que el nombre de Cuartel de La Parra, se debe a que un antiguo cuartel que estaba situado en lo que hoy es plena Plaza de la Marina, y que por cierto que cuando yo vine destinado a la Aduana de Málaga en 1951,  todavía estaba, pero no así una parra que decían había existido a la puerta del acuartelamiento. Cuando con motivo de la remodelación de la mencionada Plaza y fue derruido se construyó otro en el interior del puerto, cerca del entonces edificio de la Estación de Suburbanos que aún existe, y por cuyo motivo y en recuerdo al antiguo Acuartelamiento, se continuó llamando con tal nombre. 

Así, y sin duda por sentir ese gusanillo del recuerdo de cuando se es joven y donde se han pasado algunos años de la vida desempeñando una profesión de la que siempre estuve, y lo sigo estando, completamente enamorado de ella, y en una palabra, sintiéndome totalmente a gusto y feliz de todo ello, sentía ese deseo por volver, ver y comprobar si aquel cuartel, aquel ambiente y aquella  actividad del personal del Cuerpo, era igual o era ya totalmente distinta a como lo era cuando yo estaba.

Hacía una magnífica mañana de primavera, un sol radiante y serían las diez y media aproximadamente cuando llegaba a las puertas de aquel Cuartel que para mí lo había sido como mi propia casa. Junto a la misma puerta había dos guardias, sin duda en uniforme de servicio, pero sin una prenda siquiera igual de las que se usaban cuando yo lo prestaba, e incluso ni el color verde característico del Cuerpo. El Guardia mas próximo a mí cuando llegué, bastante alto y no delgado, de unos cincuenta años de edad, poco más o menos,  y a un metro mas o menos separado del primero, otro con igual tipo de uniforme, de igual o parecida edad, solo que de menor estatura y menos voluminoso. Ambos destocados, no se si seguirá utilizando la gorra que los servicios de Especialistas usábamos entonces.  Tan pronto llegué, di los preceptivos buenos días, siéndome contestado por ambos, aunque al parecer no con mucho entusiasmo. Hice mi presentación como tal Subteniente retirado del Cuerpo, que había prestado mis servicios en aquel cuartel durante diez años, y que iba por gusto y curiosidad de ver como estaba. El Guardia que más próximo se hallaba a mí, como poniendo cara de decir "ya viene éste a contar alguna de sus batallitas", giró en un ángulo de unos veinticinco o treinta grados y comenzó a caminar, como suele decirse, "quitándose el mochuelo de encima". El otro Guardia, aunque sin pronunciar palabra quedó mirándome fijamente, y al que dirigí la primera palabra, diciéndole que la puerta que había en la fachada este del edificio no se hallaba cuando lo construyeron de nuevo, y creo recordar me contesto que allí se encerraban los perros que se utilizaban para el servicio. Volví a preguntarle si existía todavía el Bar que había en mis tiempos, a lo que me contestó en sentido negativo. En el breve ínterin de cuanto estoy diciendo, se cruzaron dos o tres más, no sé si algunos eran guardia u otro empleo, ya que lo hacía vestidos de paisano. Como quiera que la puerta de entrada al acuartelamiento estaba abierta, a simple vista pude observar como nada de cuanto desde allí se veía existía tal lo estaba en mis tiempos. Dado a que las escasas dos o tres preguntas dirigidas al Guardia, aunque me eran contestadas con toda corrección, y sin que se precisara ser un especial observador, me dí cuenta que poca gracia despertaba en él, opté por despedirme con el consabido adiós.  

No se porqué, y perdón si estoy equivocado, me dio la sensación que el ambiente que existía entre estos miembros del Cuerpo distaba bastante del que se respiraba en aquel tiempo de cuando yo estaba en activo, y hasta me parecía, cuando menos a simple vista, no había el compañerismo de entonces. 

No tuve por menos que venirme a la memoria un artículo de la celebre Cartilla del Guardia Civil, cuya literalidad creo era:

"Ha de procurar juntarse generalmente con sus compañeros, fomentando la estrecha amistad y unión que debe existir entre los individuos del Cuerpo, aunque también podrá hacerlo con aquellos vecinos de los pueblos, que por su moralidad y buenas costumbres, deban ser apreciados y considerados".

Lo que esperaba me hubiere dado una pequeña alegría, al volver a pisar aquellas dependencias, en las que tanto trabajé, pero en las que tan feliz y a gusto me encontraba, fueron dos ligeras desilusiones: una, porque incluso por el exterior y lo poco que pude observar de interior del cuartel, en nada se parecía a como lo era; y la segunda, la indiferencia, no allí, sino en muchos ambientes como se nos acoge a los mayores. 

La inmensa mayoría de mis amistades durante el tiempo que estuve en el Cuerpo, y aún hasta la fecha, lo fueron compañeros de profesión, con ello creo dábamos cumplimiento al artículo de la Cartilla anteriormente reseñado.

No obstante todo lo dicho, reconozco nadie tiene la obligación de recibir con grandes alharacas los deseos de una llamémosle nostalgia de "mayores".

Hasta la próxima.

2 comentarios:

El abuelo de Villaharta dijo...


Estimado Editor: Felicítole por el acierto que ha tenido a elegir la fotografía que encabeza esta entrada, dado a que el edificio de una sola planta que figura en la misma, es el antiguo Cuartel de La Parra, y así estaba tal cual, cuando en el año 1951 yo me incorporé al Puesto de Aduana donde era destinado.
Saludos y será recompensado tal merece.

Carmen dijo...

Ya hemos comentado en varias ocasiones como ha cambiado el Cuerpo, aunque creo, espero y deseo que la esencia sea la misma, no dejo de reconocer que se han "colado" algunos individuos como los que encontraste el otro día en la Parra y que te sintieras un poco desilusionado, ya que esperabas otro recibimiento. En otra ocasión voy a ir contigo, primero para conocerlo y segundo para ver sí tenemos más suerte y hay de guardia dos civiles " normalitos"...... Ji ji. Bss.