Esta tarde después de venir de casa de mi hija, harto de comer, me senté en el sofá y viendo la tele me quedé dormido, como de costumbre. Al ser despertado por haber recibido una llamada telefónica, lo hice con una "galbana" encima, que me traía al recuerdo aquellos lejanos años de mi incipiente juventud, cuando por estas fechas estábamos segando cebada que era el primer cereal que llegaba a su sazón.Y digo esto, porque me he acordado de aquellos momentos en que después de la pequeña siesta que echábamos después de haber comido y cuando habíamos de volver a comenzar la faena, con, aquello sí que eran GALBANAS, con mayúscula, las manos, piernas y pies hinchados, que no se cual era el motivo, pero siempre cuando se comenzaba a segar la cebada, y con ningún otro cereal sucedía, era un sacrificio tan enorme el que había que vencer, y el dolor de las manos hasta que con el trabajo se iban calentando era tan importante, que solo quienes en aquellos tiempos tan hechos al sufrimiento estábamos, éramos capaces de soportar, y diría más, casi siempre hasta de buen talante.
El trabajo de la siega entonces era, sin duda, el de mayor dureza y sacrificio de todos cuantos se realizaban en el campo y con la particularidad, y aunque os pueda parecer un disparate a quienes lleguéis a leer cuanto voy a decir, la siega como se hacía, era todo un arte. ¿Y porqué digo ésto? Porque el rendimiento en el trabajo de uno a otro hombre segando, podía suponer casi hasta el cien por cien del uno al otro, y con la particularidad de que el de rendimiento superior, lo conseguía con mucho menor esfuerzo que el otro, que por mucho que se esforzara para ello, nunca llegaba siquiera a alcanzar lo que a lo mejor su compañero de pareja, como solía hacerse, alcanzaba con tanta facilidad. En ese sentido existían grandes piques, sobre todo, entre los mas habilidosos y artistas para su ejecución. Se daba también la paradoja, de que quienes más segaban, mejores gavillas hacían y por tanto los haces, los conseguían mejores y mas difíciles de que se deshicieran.
Aparte de la hoz (que no eran como las empleadas para segar hierbas o similares, sino que además de la empuñadura, tenía un llamado mango de hierro más largo que llegaba, hasta que de el, salía el trozo curvo donde se hallaba el dentado que era lo que cortaba la caña de la mies), los utensilios para segar eran: un antepecho de cuero o lona fuerte, que como se dice te cubría todo el pecho lo que evitaba que el roce de lo segado te destrozara la ropa, y lo que era peor te hiciera daño en el cuerpo; un llamado dedil que consistía en un trozo de madera, generalmente de olivo o higuera, que constaba de dos partes, la primera plana y recta para que encajaran los dedos medio,corazón y meñique de la mano izquierda, y que eran sujetos por un trozo de cuero fuerte, clavado en los bordes de la madera, y les impedía que se salieran y con ello se evitaba que en cualquier descuido con la hoz, que solía llegar al dedil, se llevara los dedos por delante; el trozo de madera en su segunda parte formaba un ángulo agudo y terminaba en pico, y con ello era como alargar los dedos seis u ocho centímetros más, con lo que conseguías, previas las llaves que se iban haciendo con varias cañas del cereal que cortaba, y así hasta conseguir una de lo que llamábamos gavilla bastante grande, y cuyas espigas iban descansando sobre el brazo derecho conforme lo ibas segando, lo que te permitía no ir soltando lo segado cada vez que cortabas un puñado. El dedo índice, también de la mano izquierda estaba protegido por otro dedil de cuero fuerte y reforzado por su parte superior con dos o mas recortes del mismo cuero, y cuyos fines eran los mismos al del dedil de madera y cuero.
Un dato a tener en cuenta de lo que era el trabajo de la siega, que los puños de las hoces que eran de madera ligera, eran asidas con la mano con tanta fuerza que cuando terminaba la temporada de la siega, los dedos de la mano quedaban señalados en el puño. y muy marcados si se había utilizado en mas de una campaña. Las hoces que solían utilizarse en mi pueblo eran compradas en Extremadura.
Por la noche tan pronto terminabas de cenar, y que por desgracia tan escasa de calidad era como de cantidad, y que en muchos casos, como yo estuve dos años, pernoctábamos en el mismo tajo al cobijo de una encina, tendías una manta sobre un puñado de cañas del cereal, ponías una almohada, y conforme ibas cayendo sobre la piltra te ibas quedando dormido, no llegando siquiera a moverte en toda la noche de lo rendido que quedabas, y por la mañana al levantarte, sobre todo en los primeros días, amanecías igualmente con pies, piernas y manos hinchadas y vuelta al sufrimiento. que por suerte no solía durar mas de media hora en que se se habían calentado todas las articulaciones, y desaparecía el dolor.
Hoy mi galbana no ha tenido por suerte que deshacerse en ningún obligado menester, sino que me he tomado un trago de agua fresquita, comido unos cuantos nísperos. también fresquitos, y en vez de un sacrificio, me he puesto a dejar constancia de este recuerdo, que supone para mí uno de los deleites de mi vida, como son el escribir y el leer. En aquellos años de los que he dejado testimonio, solo podía leer, y así lo hacía, cuando veía tirado en el suelo cualquier papel que algunas letras contuviera. Gracias a Dios, todo lo que de sacrificada tuve mi adolescencia y juventud, ya mi madurez personal y sobre todo mi senectud, lo han sido y lo están siendo como ni soñando lo hubiera imaginado tal. Pero, como no podía ser de otra manera, cosas de viejos...¡cómo pasa el tiempo!
Hasta la próxima entrada.
El trabajo de la siega entonces era, sin duda, el de mayor dureza y sacrificio de todos cuantos se realizaban en el campo y con la particularidad, y aunque os pueda parecer un disparate a quienes lleguéis a leer cuanto voy a decir, la siega como se hacía, era todo un arte. ¿Y porqué digo ésto? Porque el rendimiento en el trabajo de uno a otro hombre segando, podía suponer casi hasta el cien por cien del uno al otro, y con la particularidad de que el de rendimiento superior, lo conseguía con mucho menor esfuerzo que el otro, que por mucho que se esforzara para ello, nunca llegaba siquiera a alcanzar lo que a lo mejor su compañero de pareja, como solía hacerse, alcanzaba con tanta facilidad. En ese sentido existían grandes piques, sobre todo, entre los mas habilidosos y artistas para su ejecución. Se daba también la paradoja, de que quienes más segaban, mejores gavillas hacían y por tanto los haces, los conseguían mejores y mas difíciles de que se deshicieran.
Aparte de la hoz (que no eran como las empleadas para segar hierbas o similares, sino que además de la empuñadura, tenía un llamado mango de hierro más largo que llegaba, hasta que de el, salía el trozo curvo donde se hallaba el dentado que era lo que cortaba la caña de la mies), los utensilios para segar eran: un antepecho de cuero o lona fuerte, que como se dice te cubría todo el pecho lo que evitaba que el roce de lo segado te destrozara la ropa, y lo que era peor te hiciera daño en el cuerpo; un llamado dedil que consistía en un trozo de madera, generalmente de olivo o higuera, que constaba de dos partes, la primera plana y recta para que encajaran los dedos medio,corazón y meñique de la mano izquierda, y que eran sujetos por un trozo de cuero fuerte, clavado en los bordes de la madera, y les impedía que se salieran y con ello se evitaba que en cualquier descuido con la hoz, que solía llegar al dedil, se llevara los dedos por delante; el trozo de madera en su segunda parte formaba un ángulo agudo y terminaba en pico, y con ello era como alargar los dedos seis u ocho centímetros más, con lo que conseguías, previas las llaves que se iban haciendo con varias cañas del cereal que cortaba, y así hasta conseguir una de lo que llamábamos gavilla bastante grande, y cuyas espigas iban descansando sobre el brazo derecho conforme lo ibas segando, lo que te permitía no ir soltando lo segado cada vez que cortabas un puñado. El dedo índice, también de la mano izquierda estaba protegido por otro dedil de cuero fuerte y reforzado por su parte superior con dos o mas recortes del mismo cuero, y cuyos fines eran los mismos al del dedil de madera y cuero.
Un dato a tener en cuenta de lo que era el trabajo de la siega, que los puños de las hoces que eran de madera ligera, eran asidas con la mano con tanta fuerza que cuando terminaba la temporada de la siega, los dedos de la mano quedaban señalados en el puño. y muy marcados si se había utilizado en mas de una campaña. Las hoces que solían utilizarse en mi pueblo eran compradas en Extremadura.
Por la noche tan pronto terminabas de cenar, y que por desgracia tan escasa de calidad era como de cantidad, y que en muchos casos, como yo estuve dos años, pernoctábamos en el mismo tajo al cobijo de una encina, tendías una manta sobre un puñado de cañas del cereal, ponías una almohada, y conforme ibas cayendo sobre la piltra te ibas quedando dormido, no llegando siquiera a moverte en toda la noche de lo rendido que quedabas, y por la mañana al levantarte, sobre todo en los primeros días, amanecías igualmente con pies, piernas y manos hinchadas y vuelta al sufrimiento. que por suerte no solía durar mas de media hora en que se se habían calentado todas las articulaciones, y desaparecía el dolor.
Hoy mi galbana no ha tenido por suerte que deshacerse en ningún obligado menester, sino que me he tomado un trago de agua fresquita, comido unos cuantos nísperos. también fresquitos, y en vez de un sacrificio, me he puesto a dejar constancia de este recuerdo, que supone para mí uno de los deleites de mi vida, como son el escribir y el leer. En aquellos años de los que he dejado testimonio, solo podía leer, y así lo hacía, cuando veía tirado en el suelo cualquier papel que algunas letras contuviera. Gracias a Dios, todo lo que de sacrificada tuve mi adolescencia y juventud, ya mi madurez personal y sobre todo mi senectud, lo han sido y lo están siendo como ni soñando lo hubiera imaginado tal. Pero, como no podía ser de otra manera, cosas de viejos...¡cómo pasa el tiempo!
Hasta la próxima entrada.
6 comentarios:
¿Que utilizaban para afilar las hoces?
¿No se utilizaba la Guadaña?
En Galicia mis padres llevaban una piedra de afilar dentro de un cuerno de vaca vaciado y colgado del cinturon.
Un Abrazo
Amigo Luis, la guadaña se utiliza solo para segar hierbas y forrajes para el ganado y lo segado se queda en suelo, de donde el ganado directamente lo come. Esta herramienta esta unida a un palo largo que con ello evita el tenerse que agachar para realizar el trabajo. Las hoces de "rabo" mas largo lo es para la siega de los cereales, que nunca pueden dejarse caer al suelo, ya que el grano en cantidades importantes se desprenderían de las espigas.
Ah, amigo Luis gracias por tu constancia en leer estas humildes entradas. Un abrazo.
Perdon por mi ignorancia, las entradas las leo porque me gustan y asi aprendo.
Un Abrazo
Es verdad que aprendemos, sobre todo los que hemos vivido siempre en la Ciudad. Creo que lo que te daba era una alergia de campeonato, parece mentira que llevases una vida tan dura y sin embargo con alegría, en verdad eres digno de admiración. Bss.
La hoces que se empleaban en la siega es cierto que se compraban en Extremadura en la Coronada (Badajoz), yo a mi padre le compre dos hace unos 20 años apróximadamne, las conservo casi sin utilizar
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