viernes, 18 de abril de 2014

Lo de unas a otras Semanas Santas



El llegar a tener tantos años como yo tengo, cuando menos tienes la ventaja de haber conocido muchas cosas de la vida. Hoy es sin duda el centro de todo cuanto se encierra en las celebraciones de la Semana Santa. Yo, como he citado anteriormente y por eso de llevar tantos años por esta vida, voy a referirme a como he vivido algunas de estas festividades religiosas, comenzando como es natural, guardando el orden cronológico como las he ido viviendo. 

Recuerdo aquellas de cuando yo era niño, antes de la Guerra Civil española, en que un Jueves Santo, yo fui elegido, entre otros once niños, para "el lavatorio" en que el sacerdote nos lavó los pies, y éramos los que mejor nos sabiamos el catecismo. Para tal acontecimiento, mi madre lo más especial que hizo, además de lavarme los pies casi hasta hacerme sangre, y eso que íba para que me los lavara el sacerdote, fue comprarme unos zapatos nuevos, y que como si hubiere sido como uno de los grandes despilfarros, ¡cuántas veces dijo que le habían costado trece pesetas!

También, en aquellos años, el Sábado de Gloria, tan pronto las campanas comenzaban a repicar por la resurrección del Señor, los niños íbamos a la iglesia con un recipiente donde el cura nos echaba un poco de agua bendita, y luego, en mi caso, mi madre rociaba la casa con aquella agua. No se me olvida, que yo llevaba todos los años una lechera de aluminio de un medio litro aproximado de capacidad, donde recoger el agua. Una vez la vivienda era rociada, se salía a la calle y se recogían trece piedrecitas pequeñitas, que en mi pueblo llamábamos "chinatos" y se lanzaban sobre el tejado del edificio, y todo ello decían que era para expulsar a los demonios de los hogares.

Luego vino la segunda parte: las Semanas Santas durante la Guerra Civil, en que  los años de 1937-38 que nos cogió en zona roja, ni siquiera se comentaba nada, ni había noticia alguna en relación con la misma, asi que pasaban totalmente desapercibidas. Luego la de 1939, como comenzó precisamente al siguiente día de terminar la guerra, o sea del 2 al 9 de abril, y  que aún estábamos en el exilio, y con el laberinto y jaleo del fin de la guerra, tampoco tuvimos noticia de que en tales días era dicha festividad.

Después, todas las posteriores y precisamente las próximas a la fecha de la terminación de la contienda bélica, eran de unas exigencias en su cumplimiento tal mente exageradas, al punto de que solamente se podía emitir música sacra, en las emisoras de radio, entonces claro no  había televisión, tampoco en mi pueblo ni siquiera cine, se les prohibían programas de canciones que no fueran las religiosas, incluso las señoras de cierta edad, si algún niño se permitía ir cantando por la calle, solían decirte: "¡Niño no sabes que está muerto el señor y no se puede cantar!". Y eso no quiero penséis es una invencion mía, ni eran casos excepcionales, que se oía con relativa frecuencia, y especialmente, el núcleo más duro eran los Jueves y Viernes Santo. En esos días los bares permanecían cerrados, y precisamente en Villaharta, mi pueblo,  el mejor bar que había, al que llamábamos "casino", que como los demás, estaba cerrado, tenía una puertecita por uno de los laterales del edificio, por donde metían las mercancías, y el propietario la dejaba solamente encajada, y los jóvenes, con solo empujarla un poco, nos metiamos dentro del local, donde además de tomarnos alguna copa, pasábamos un rato jugando al dominó o a las cartas. Eso sí, las ventanas que daban a la calle, habían de estar totalmente cerradas. También en los días citados anteriormente,  del Jueves y Viernes Santo, ni siquiera podían tocar las camapanas y todos los actos religiosos que habian de celebrarse en la iglesía, eran anunciados mediante el toque de la "matraca". La misma consistía, cuando menos la que había en mi poueblo, de un tablero de madera, que tenía en cada uno de sus costados, una especie de martilletes metálicos, y que haciendola girar, esos martilletes al golpear sobre la madera producía un ruido, poco agradable por cierto. La matraca era tocada por los jóvenes y los niños, que pasando por todas las calles del pueblo a la par que se producía el ruido de la misma, se anunciaba la hora y y el acto litúrgico que se celebraría en la iglesia. Entonces teníamos la costumbre. de que cuando pasábamos junto al Cuartel de la Guardia Civil, donde había un pilar,  echábamos la matraca al agua, que decíamos  que era para enfriarla. El caso es que cuando la madera estaba mojada, el sonido no era el mismo de como cuando estaba seca. 




Como indicaba anteriormente el sonido de la matraca era poco agradable, y por tanto cuando un niño estaba molestando, se decía en mi pueblo: "Niño deja ya de dar la matraca", pero nosotros lo pasábamos estupendamente tocándola y se pasaban muchas horas del día, bastanbe distraidos. Cada vez que se daba una vuelta por el pueblo, se volvía por la iglesia para recibir instrucciones de cual iba ser el próximo acto litúrgico y la hora del mismo, para irlo anunciando mediante el toque de la matraca.

De las celebraciones de aquellas Semanas Santas, a como se hace hoy, incluso en los pueblos, creo no existe la menor coincidencia. El silencio en las calles, y que decir dentro de las iglesias, durante estas festividad, podía cortarse.

Durante el tiempo que estuve en mi pueblo, y después en varias ocasiones, he asistido a la costumbre que había, y que aun persiste, de celebrar un día de campo al que se le llama "la merendilla", la única diferencia es que antes se celebraba el Domingo de Resurreción, y ahora suele hacerse el sábado, aunque como es sabido, ya no es Sábado de Gloria, sino Sábado Santo. Pero saltándose un tanto las reglas de la iglesia, y con el fin de que los asistentes a la merendilla les de tiempo a marcharse a sus actuales destinos o residencias el domingo, ahora, como queda dicho, la suelen celebrar el sábado. Mañana es "El día de la Merendilla" en mi pueblo. Llevaba varios años asistiendo a la misma, pero este año no ha podido ser. Que les aproveche el buen yantar que se practica en esa celebración y que lo pasen bien todos mis paisanos y quienes allí vayan.   

Hasta la próxima entrada.

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