martes, 11 de febrero de 2014

¡Cómo cambian los tiempos!



No sé como yo, y por ende todos mis coetáneos, no nos hemos vuelto locos al tenernos que amoldar, asimilar y adaptarnos al progreso experimentado en la vida desde nuestra infancia, e incluso ya bien entrada juventud, hasta nuestros días. 

El pasado jueves, cumpleaños de mi hija, le regalé un teléfono móvil en el que se le puede descargar, y así lo ha hecho, el sistema o procedimiento ese, tan en boga, llamado "WhatsApp". Por ejemplo, me maravilla que por ese procedimiento se hace una fotografía y acto seguido se procede a enviárselo a otra persona que incluso se halla a varios miles de kilómetros de distancia. Escasos segundos después, con un simple signo te indica que ya lo ha recibido y acto seguido te señala si ya ha sido visto o leído por el receptor. Pero es que si estas pendiente a ello, sabes si el receptor en ese instante, te está contestando sobre lo enviado, y antes de un solo minuto desde que se hizo esa foto,  ya la has enviado y tienes la respuesta de haberse recibido. Y, por ejemplo, cuando yo estaba en la mili, me sorprendía que me hacía una fotografía, me la entregaban dos o tres días después de hecha, y una vez en mi poder, se la mandaba a mis padres y dos o tres días que tardaba en llegar la carta, ellos la habían recibido, y yo me enteraba de que lo habían hecho, como mínimo otros tres o cuatro días después en que recibía otra carta de ellos anunciándome su recepción y lo "bien y guapo que había salido". En total en menos de dos semanas, fotografía hecha, enviada, recibida y acusada su recepción.

Claro que mi hija cuando nació, ya había televisión en mi casa, y cuando yo lo hice, en la de mis padres tenían que alumbrarse con un candil, pues la luz eléctrica llegó a mi pueblo cuando yo tenía siete u ocho años.
 
¿Podrían los jóvenes de hoy vivir como nosotros lo hacíamos en nuestra juventud? Vivir, lo que se dice vivir, si tendrían que hacerlo por fuerza de la supervivencia, pero solo por el mero hecho de quitarles sus móviles, con sus WhatsApp, sus Facebook, sus Twitter, etc., sería quitarles media vida. 

Y cuando yo era joven, que para poder hablar con la mujer a la que estabas pretendiendo de amores, eso que ya no se lleva, tenías que hacer un plantón de a lo mejor horas y horas, desde donde se divisara la puerta de su domicilio, para tan pronto la vieras salir, posiblemente para hacer cualquier recado, ir en su busca y poder estar junto a ella varios minutos, y en no pocas ocasiones, ese plantón que estabas haciendo resultaba totalmente inútil, ya que o ella no podía salir, no quería o a lo mejor no tenía siquiera la sospecha de que uno estuviera esperando que saliera, o lo que en no pocas veces sucedía, que su madre no la dejara salir porque no le gustabas como pretendiente para su hija. 

En fin, que como digo en el título de esta entrada... ¡Cómo cambian los tiempos!

Hasta la próxima, que si no en ella, lo haré en alguna que otra continuando con ese cambio al que nos hemos tenido que subir a ese tren del progreso, para no dejarnos arrastrar por él, todos  aquellos que vinimos al mundo años antes de la Guerra Civil Española.

1 comentario:

Carmen dijo...

Y los que nacimos mucho después también hemos tenido que adaptarnos, los cambios habidos han sido grandísimos en todos los ámbitos, aunque el de las telecomunicaciones ha sido el más espectacular, hay muchos que hemos aceptado porque ha cambiado la vida, me refiero a la educación, la moral, el respeto, la ética....una serie de valores que se han perdido y nunca pensamos que pudiese ocurrir, hemos pasado del mando de los padres al de los hijos, del esfuerzo al pasotismo, una serie de cosas que afortunadamente todavía hay familias como las nuestras, digamos tradicionales y quiero pensar que hay muchas, pero esto no suena, se oye más a los progres de la entrega de los Goya por ejemplo. Ozu! Creo que me he ido por los Cerros de Ubeda, pero tu me entiendes verdad? Bss.