miércoles, 5 de febrero de 2014

¡Arriba el ánimo!


Unas fechas que me han traído al recuerdo infaustos acontecimientos, acompañados de un molesto resfriado, me han llevado al desánimo de no tener siquiera gana de realizar aunque fuere para salir del paso, una entrada en este blog.

Hoy, que esas fechas pasadas se han invertido al punto de recordarme que  fueron esos días de los mas felices e ilusionantes que puedan darse a lo largo de toda una vida, me han lanzado a ello, siquiera para señalar tales efemérides.

Sobre el día y la hora en que estoy escribiendo en este blog, 5 de febrero, pero del ya que se va quedando lejos año de 1957, venía al mundo mi primer hijo, por tanto hoy es su cumpleaños, y al que aunque ya lo felicité esta mañana, sirva esta entrada para reiterárselas.

Un matrimonio, cuando se cumplían diez meses de su celebración, verse premiado con la llegada de un hijo es el no va más de la felicidad, máxime al deseo que de ello teníamos sus padres, al punto, que al principio su propia madre incluso llegó a llorar por la tardanza de su concepción, pero como he citado a los diez meses   de la boda, llegaba al mundo el primer fruto. 

Luego, catorce meses después le llegaba un hermano, y aunque pueda haber quien piense que no fue recibido con la misma alegría, el deseo de tener hijos de lo que tanto mi mujer, como   yo mismo tanto de nuestro deseo era, que si el nacimiento del primogénito nos supuso el mayor premio que pueda recibir un matrimonio, la llegada de su hermano no lo fue en menos, y como luego fue sucediendo, la crianza de dos hermanos casi iguales, supuso, no solo para nosotros, sino para ellos mismos, la dicha y la felicidad que hoy, pasado ya  mas de medio siglo, quizá pueda haber dos hermanos que se adoren como ellos, pero lo que si estoy seguro, es que lo hagan con mayor cariño que ellos lo llevan.

Pero si hoy es el cumpleaños de mi hijo mayor, mañana, lo es el de mi hija, que cuando sus hermanos, ambos varones, el primero cumplía 7 años el día anterior y el otro estaba a punto de cumplir los 6, la llegada de la "niña" colmaba ya la dicha de un matrimonio. A ella también,  y con unas horas de anticipo, sirva esta entrada como la mas sentida de las felicitaciones.
 
Millones de veces he pensado que estaría siendo de mí, y que lo hubiere sido de mi matrimonio, si no hubiéremos sido premiados con la llegada de los tres hijos. A lo largo de toda la vida, y especialmente en la última etapa de la misma, es sin duda cuando mas se disfruta de ellos y, también, cuando mas se necesitan. Esa es la mayor riqueza que pueda atesorarse y precisamente, la que por mucho que de ella se goce, nunca se dilapida, como pueda suceder con las  materiales.
  
El llevar tantos años viviendo tiene estos contrapuntos, que  unos días te traen al recuerdo hechos que te rebanan el alma y al siguiente o unos después, lo son de todo lo contrario y que escasos son los que se te dan esa alegría, a lo largo de toda la existencia.

Si lo relatado en esta entrada, poco o nada pueda interesar a quienes tengan la osadía de leerla, cuando menos a mí me ha llevado a levantarme el ánimo al punto de llevarme hasta volver por estos menesteres.

Hasta la próxima.

1 comentario:

Carmen dijo...

Así es la vida con momentos malos y otros muy felices, me alegro de que hayas levantado el ánimo y hayas vuelto otra vez por el blog, que aunque tu no lo creas, te echamos de menos. Muchas felicidades a tus hijos y a ti por recordar con tanto cariño esos momentos tan importantes en la vida de todos los padres. Bss.