lunes, 23 de diciembre de 2013

Navidad

Árbol de Navidad gigante en la Plaza de la Constitución (Málaga)
 
La fiesta de la Navidad ya está en el quicio de nuestras puertas. Para mí, siempre han sido las más celebradas de todo el año. 
  
La Navidad nos lleva en primer lugar a traernos al recuerdo aquellos seres que perdimos para siempre. A disfrutar por la convivencia con los que aún continuamos por este valle de lágrimas. A pensar en los amigos o conocidos, de los que a lo mejor a lo largo del año ni siquiera los hemos recordado una sola vez. Y como no, también el pensar en aquellas Navidades de las que nos dejaron  huella, bien por su bienaventuranza, o por el contrario de esas que siempre hemos procurado dejar abandonadas en las cunetas del olvido. Hoy, voy a ceñirme a una de las que sin duda dejaron en mí un triste recuerdo, al tratarse de las incluídas en este último apartado, además de que tampoco otra lo fue incluso de peores consecuencias. Fue lo siguiente, y creo en otras entradas he tratado sobre ello, y en mis memorias lo relaté con todo detalle.

 Era la Nochebuena de 1950. Del fusil de un compañero se "escapó" un tiro que vino a atravesar la rodilla de mi pierna derecha. En la mañana del día de Navidad, era ingresado en el Hospital Militar de esta capital. Mi deseo lo fue el que la noticia no llegara a ser conocida por mis padres, por lo que ni yo particularmente, ni por parte del Cuerpo, se le diera noticia de ello. Solo me movía el evitarles un sufrimiento de lo que ya no tenía remedio. aparte del sacrificio que en aquellos momentos les hubiere supuesto su traslado y  estancia en Málaga.

Durante  las fiestas de aquel año, familiares y amigos de todos los enfermos que compartían conmigo la Sala de Cirugía de dicho Centro, recibían sus visitas, con los que incluso pasaban  horas de charla, sus caricias, sus cuidados, aparte de que algún que otro presente les era entregado. Ni una sola persona, se dignó siquiera acercarse a mi lecho y preguntarme que motivo o causa me tenía allí, ni como me encontraba. Se me encogía el corazón de sentirme totalmente olvidado en el rincón de aquella cama, la número dos por cierto de la Sala, sin que una mano amorosa  me hiciera caricia alguna, ni de sus labios recibiera un solo beso. En su contra, me compensaba el sufrimiento que evité a mis padres, de haber tenido conocimiento de mi sucedido. Creo fue Cervantes quien dijo que "en la adversidad se forjan los grandes corazones". En mi caso, no se si eso lo fue así, pero sí me llevó a la conclusión, de que nada en el mundo alivia tanto un sentimiento, como el mimo, una caricia, un beso de un ser querido, con la añadidura, de que a ello se le dá el valor y la importancia, que quién no se haya visto en la situación por la que yo pasé aquellas Navidades, pueda darle. Lo duro de la situación por la que hube de pasar, contra la dolorosa huella que te deja, tienes la compensación de valorar en su justo término, el que como en estas Fiestas, si Dios quiere, he de gozar de todos esos seres por los que me siento arropado y pasaremos en compañía.   

De aquellas Navidades y de las últimas en que mi mujer y en grave estado de salud pasó en este mundo, tristes recuerdos me quedan, pero antes de lo de estas últimas de las que hago mención y de todas las demás posteriores a ellas, lo fueron, y lo estan siendo de tanta dicha, que pido a Dios así lo sean hasta tanto, por imperativo del paso de los años algún hecho pueda truncar el que asi lo sigan siendo.

Con esta mi entrada, quiero dejar un sentido recuerdo para aquellos que nos dejaron, (que descansen en paz), y para los seres a los que adoro, para todos mis famuiliares, mis amigos, y aquellos a quienes tienen la osadía de entrar en este blog, desearles unas felices fiestas navideñas y un venturoso 2014, y que al final del mismo, pueda como hoy, deseárselo como lo hago en esta fecha.

Hasta la próxima entrada.

2 comentarios:

Carmen dijo...

Creo que como pasaste algunas Navidades vamos a decir "regulares" ahora valoras mucho más estás en las que sólo recibes cariño y alegría. En mi vida todas las recuerdo felices, menos las del 2005, por los motivos que ya sabes, aún así hay que celebrar la llegada del Niño y seguir con la mayor ilusión todas las tradiciones que conllevan estas fiestas. Es inevitable recordar a los que ya no están con nosotros y claro, produce mucha tristeza, pero hay que seguir adelante disfrutando con nuestras familias estas fiestas tan entrañables. Por cierto... Le has escrito ya a los Reyes? Pues daté prisa que ya están a la vuelta de la esquina y portate bien y no comas muchos dulces, que si no te traerán carbón.... Ji ji. Bss.

El abuelo de Villaharta dijo...



Carmen, como siempre muchas gracias por tu comentario, y sabes eres una de esas personas que llenas mi vida de ilusión, de lo que vuelvo a darte las gracias por ello.´
Todavía no le he escrito a los Reyes Magos, y es que no me acuerdo de su dirección. A su buen criterio dejolo que tengan a bien traerme, y si es carbón, mererecido lo tendré. bss.