Comenzaré diciendo que una tachuela es un pequeño clavo con cabeza grande. Y esa, o aproximada, es la definición que de la misma hace, el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, Ahora vamos a lo de la bota, como calzado.
Yo debía de andar por los diecisiete años de edad, cuando mi madre que era la que se encargaba de todos esos menesteres, me compró unas botas para ser calzadas en los trabajos del campo, y no se del modo que se valió para ello, ya que las mismas, que yo sepa. por aquellas fechas solo se fabricaban en el pueblo de Villaviciosa, vecino del mio. Eran totalmente de cuero, con una suela bastante amplia y de un grosor no menos de centímetro y medio, o quizás algo superior, y en la misma le colocaban, en perfectas alineaciones, cuando menos treinta y cinco o cuarenta tachuelas a cada una. Por tanto, el apoyo sobre el suelo solo se verificaba por las cabezas de las mencionadas tachuelas. Dado a la cantidad de ellas que como digo superaban las treinta en cada una de las plantas de aquellas botas, debían pesar, calculo yo, entre el kilo y kilo y medio, y que por tanto el mero hecho de caminar a paso normal, ya suponía un esfuerzo, que si no fuera por la edad en que comencé a utilizarlas y que en no pocas ocasiones llevaba a efecto caminar más de diez o doce kilómetros, solo en llegar al trabajo, todo el día en lo que suponía el ejercicio del mismo, y regreso a casa o al cortijo, andaba cuando menos por los veinte o veinticinco kilómetros.
Como he citado anteriormente, sobre el suelo, que en su mayoría solía ser terreno pedregoso y pendiente, el contacto sobre el mismo se hacía con la cabeza de las tachuelas, por ello el desgaste en el calzado era mínimo, y cuando en alguna ocasión se notaba la falta de alguna tachuela, era reemplazada del remanente que para ello nos habíamos provisto. Hasta la utilización de aquellas botas, en el trabajo del campo solo había usado las llamadas alpargatas, y recuerdo que las de mayor calidad y duración, eran las que tenían la marca o el nombre de "siete vidas", que en la suela, que era de goma o caucho, tenían la figura en relieve de un gato, y cuando en verano caminaba con ellas por veredas polvorientas, la figura del gato quedaba marcada sobre el camino. El resto era de lona o tela bastante fuerte, pero el peso de cada una de ellas podría estar sobre los veinte o veinticinco gramos, lejísimos del peso de cada una de las botas de tachuelas que como apunté anteriormente, superaban sin duda el kilo. El cambio en el uso de las alpargatas a las botas, solo lo noté en el momento de comenzar a caminar con éstas, pero con 17 años que tenía, no había inconveniente alguno en que lo hiciera con la ligereza que da la juventud.
Aquellas botas las estuve utilizando por espacio de unos dos años consecutivos, en que por pasar del trabajo del campo a la mina y no ser posible su uso, quedaron colgadas en uno de los clavos que había en el piso superior de la casa, al que llamábamos "cámara", durante los dos años que estuve de minero, mas los dos y medio que permanecí en el servicio militar.
Una vez regresado de éste,volví a utilizarlas por otro período de tiempo de año y medio aproximadamente en que verifiqué mi ingreso en la Guardia Civil. Entonces y por mi parte volvieron a colgarse, sino del mismo, sería de otro de los muchos clavos de la cámara y posteriormente ya no volví a preocuparme, ni saber, de cual pudo haber sido el final de las botas de tachuelas, que desde el propio inicio de mi juventud me estuvieron sirviendo como calzado, hasta próximo a cumplir los veinticinco años que contaba cuando ingresé en el Cuerpo, y aún todavía estaban en buen estado de uso. Hoy venidas al recuerdo y señaladas en esta entrada, me han traído a la memoria de como se desarrollaba mi vida en aquellos entonces, y seguro, alguno de mis hermanos las utilizó, pero sin duda no conseguiría su deterioro por el uso, y desconozco cual pudo ser el final de lo que tantos años estuvieron ligadas a mi persona y formaron parte de un periodo, que por ser el de la juventud, tan maravillosamente se recuerda.
Como veréis, voy de mal en peor por cuanto al interés de lo que suponen estas nuevas entradas en el blog, pero por nimio e insignificante que os parezca, un ligero pellizquillo se me coge en el estómago, por lo que supone que en un periodo de no inferior a los siete años, una insignificante clase de calzado marcaron ese periodo de mi vida.
Hasta la próxima.