viernes, 22 de marzo de 2013

Honores y tratamientos


No temáis, que no voy a da una clase teórica de ordenanzas militares, si es eso lo que estáis pensando habiendo leído el titulo dado a esta entrada, sino que cumpliendo mi palabra por cuanto terminaba en mi entrada del pasado día 11, hoy voy a tratar de como nos tratábamos y nos considerábamos allá por mis tiempos de infancia e incluso bien entrada mi juventud, y es más, diría, que hasta ya en edad bien madura. 

Pues vamos a ello. Una de las modernidades a la que no he terminado por acoplarme, es al uso del  "tuteo". Posiblemente a los que seáis jóvenes y no tan jóvenes os pueda resbalar un tanto cuanto voy a poner de manifiesto. En mi pueblo, y creo era costumbre en la mayoría de los pueblos de España, dábamos el tratamiento de usted a nuestros propios padres, abuelos, tíos, a toda persona mayor, e incluso a personas a las que no se conocía o se tenía trato cercano con ellos, aun siendo jóvenes. En este sentido se daba el caso por ejemplo, que a mí incluso se me dio en  no pocas ocasiones, siendo joven, de que una muchacha de mi edad, que podría ser a lo mejor de 16, 17 o 18 años  más o menos, que procedente de otro pueblo llegara al mío, bien para visitar familiares, amistades o asistir a alguna festividad en Villaharta, si la acompañabas en el paseo, comenzabas tratándola, y ella a ti, de usted, y lo mismo sucedía si le pedías que te concediera bailar una pieza contigo, le dabas ese tratamiento y cuando terminabas de bailar, la acompañabas hasta de donde había salido a bailar, bien sentada en alguna silla o de algún grupo y te despedías de ella dándole las gracias por el baile concedido. Si tan pronto comenzabas a dirigirle la palabra lo hacías tuteándola, solía "pararte los pies" con una frase que era de uso general, y que consistía en decirte "usted cuántas veces ha comido conmigo para tutearme". Como es natural, con las amigas y conocidas no se empleaban estos protocolos, aunque si no era una amiga íntima o de la familia, si se le solían  dar las gracias cuando habías bailado con ella, previa petición al respecto. 

Con el paso de los años, las costumbres fueron cambiando, dándose el caso de que en mi propia familia, los cuatro hermanos, yo que era el mayor y los siguientes,  todos varones, tratábamos a nuestros propios padres de usted, pero mi hermana, la número cinco en los hermanos, y  que por tanto era la más pequeña, no se si por ser hembra o porque era la "niña", pero sí,  seguro lo era porque los años iban pasando,  ya los tuteaba.

Yo, cuando  cualquier persona de a lo mejor no más de veinte o veinticinco años, los veo tutear a otra de a lo mejor setenta, ochenta o más años, me choca y casi diría no termino de aceptarlo, y se me da la circunstancia de que no me afecta casi nada, si ese tratamiento me lo dan a mí personalmente.

En cuanto a los tratamientos, toda persona que estaba en posesión del título de bachillerato o de cualquier carrera, tenía derecho al tratado de Don, y como tal había que dárselo si él lo interesaba. Esto generalmente no se daba entre amistades o conocidos de la misma localidad,  pero especialmente a los maestros, profesores, médicos, veterinarios, etc., salvo los amigos mas íntimos o familiares, se les anteponía siempre el Don a su propio nombre. 

En el Ejército, a partir del empleo de Sargento y hasta el de Teniente Coronel,  tenía ese derecho; los  Coroneles, el de Usía,  y Generales, el de Vuecencia, que era el  abreviado de Vuestra Excelencia. Los hijos de Capitanes o empleos superiores, aun sin tener título alguno, tenían igualmente el derecho al citado tratamiento. Estos tratamientos que se exigían en el Ejército, eran extensibles en igual orden a la Guardia Civil.

Las personas, que se consideraban ellas mismas,  "bien educadas", los caballeros,  si llevaban puesta alguna prenda de cabeza y se cruzaban por la calle, con personas de igual o superior consideración,  y especialmente con alguna señora conocida, se destocaban la prenda de cabeza y con una pequeña reverencia, le daban bien los buenos días, buenas tardes, o lo que correspondiera, o simplemente, el "vaya usted con Dios, Señora". 

Todo este protocolo comenzó a perderse con relativa frecuencia, a partir de finalizar la Guerra Civil. 

Como podréis observar, los tiempos han cambiado en este y en otros muchos sentidos, pero como decía anteriormente, no lo puedo remediar, pero me choca un tanto ese tuteo a personas muy mayores o  ancianas, que claro, a mí no me alcanza eso todavía, pero quizá llegaré algún día a encontrarme entre los catalogados en  ese grupo.

Hasta la próxima, que trataré algún otro tema de como lo era en "mis tiempos".

1 comentario:

Carmen dijo...

Y su hija conmigo ja ja ja. Es verdad que choca lo del tuteo, pero peor aún es cuando vas al mercado y te dicen ¿cuanto te pongo cariño? ya sean tomates, pescado o cualquier cosa que vayas a comprar, eso ya es el remate, no me gusta nada, pero... así va la vida D. Rafael. y lo que nos quedará que ver... bueno eso espero ¡que lo veamos!. Bss.