Casa Hermandad de la Archicofradía de la Expiración (Málaga)
Comenzaré diciendo una perogrullada, y es que como hoy es Jueves Santo, ayer lo fue Miércoles Santo. Dicho queda.
Pero dicho lo anterior, y refiriéndome en concreto a la Semana Santa malagueña y desde que yo las llevo presenciando, que con la corriente hace la número sesenta y dos, no es tan disparatado el primer párrafo de la presente entrada. Vamos al detalle. Entre las numerosas Cofradías que procesionan sus Titulares durante la Semana Santa en Málaga, está una, para mí la más entrañable y cuyo valor, cuando menos material, tanto de sus tronos como de los demás enseres, es el mas importante de todas, la denominada del Santísimo Cristo de la Expiración y María Santísima de los Dolores, para los malagueños, y yo me considero uno de ellos, "la Expiración", y por añadidura, el Cuerpo de la Guardia Civil es Hermano Mayor Honorario de la misma. Pues bién, esta hermandad inicia su desfile procesional el Miércoles Santo, pero su salida es a las 24'00 horas, que antes de que sus tronos hayan terminado de salir a la calle, ya se es Jueves Santo, y aquí el motivo de soltar la perogrullada del inicio.
Pero vamos al grano, que me estoy enrollando y hasta ahora dirán mis lectores, que no por escasos dejan de ser importantes, que no saben a que vienen eso de los recuerdos. Comencemos y voy a hacerlo siguiendo el orden cronológico de su acecido.
El primero de ellos y sin duda el de menor importancia, creo lo fue en la Semana Santa de 1954, año antes o después, en que yo iba a desfilar con la Compañía de Guardia Civiles que entonces lo hacían y que como tal Guardia yo estaba en activo, y el recuerdo es en que al igual que pasó esta noche pasada, la procesión fue suspendida debido al mal tiempo meteorológico, o sea, menos rimbombante, por la lluvia, y anoche, tras haber dormido una buena siesta estaba preparado para presenciar su salida y que iba a ser retransmitida por televisión, me quedé esperando, por iguales causas, y con posterioridad a aquella suspensión, nunca más tuve la oportunidad de tomar parte en el desfile de las fuerzas del Cuerpo, aunque siempre estuve prestando mis servicios en diferentes cometidos relacionados con ese motivo.
El segundo de los recuerdos y sin duda el de mayor trascendencia, lo fue en la noche del 2 al 3 de abril de 1958. Resulta que mi mujer, como buena malagueña, que desde el balcón de la casa de sus padres donde había vivido hasta que se casó, casi se tocaba una de las paredes laterales de la Iglesia de San Pedro, en la cual se veneran los Titulares de la Cofradía, y por último, de que su marido era Guardia Civil, sentía tal veneración por la Expiración, que con el detalle que voy a relatar queda más que explícito. Resulta que, mi mujer, se hallaba en vísperas de cumplir el periodo de su segundo embarazo, pero aquél Miércoles Santo desde muchas horas antes de la Salida de "su" Expiración estuvo dándome la tabarra de que la llevara cuando menos a presenciar la salida de la procesión, que como he citado antes lo hacía, y sigue haciéndolo a las doce de la noche, pero pese a su insistencia y por la situación en que se encontraba, e incluso con algo de disgusto, no cedí a sus pretensiones. Pues resulta, que como he repetido otras veces, la procesión salía a las doce de la noche, y dos horas después, o sea a las dos de la mañana del siguiente Jueves Santo, ya estaba en el mundo mi segundo hijo. De haber cedido a su petición, quien saber si hasta algún miembro de la Guardia Civil hubiera tenido que auxiliarnos durante el parto que le hubiera llegado a lo mejor en las inmediaciones de la Iglesia de San Pedro, donde precisamente contrajimos matrimonio.
Y otro de los recuerdos, este relacionado con el Miércoles Santo, aunque algunos días antes del mismo, de la Semana Santa de 1960, fue lo siguiente. Resulta que la Cofradía de la Expiración, decidió aquel año imponer una Medalla de la Cofradía a la esposa del entonces Jefe del Estado, General Franco. El entonces Hermano Mayor de la Cofradía Enrique Navarro, que a su vez lo era también de la Agrupación de Cofradías de Málaga, una vez adquirida la medalla, se la entregó a un pariente suyo a fin de que le diera la adecuación correspondiente y con arreglo a la persona a quien le iba a ser impuesta. Y como decía al principio de este relato, en la mañana de unos dos o tres días antes, y cuando yo me hallaba destinado en el Servicio de Información de la Comandancia de Málaga, me manda llamar el Teniente Coronel Primer Jefe de la misma y me dice: "Una medalla que le íba a ser impuesta por la Cofradía de la Expiración a la Señora del Generalísimo, ha sido robada. Así que tome usted la fuerza que crea necesaria y no vuelva por aquí hasta que no venga con la medalla. ¡Anda Rafalito, ahí tienes la papeleta!". Me hice acompañar por un Guardia llamado Ángel Tomé, gallego de nacimiento, y buen Guardia, inteligente y tranquilo en su proceder. Mi primera decisión fue irme a ver al Hermano Mayor de la Cofradía el mencionado Enrique Navarro, el que me contó lo sucedido y me dijo que el robo se había cometido en el domicilio de su primo a quien le había entregado la medalla para que la preparase. Abreviando, resulta que solamente existía una sola persona que pudiera haber cometido el acto, una señora que diariamente acudía a la casa para proceder a su limpieza. Tras las primeras gestiones y dadas muchas circunstancias, me resultaba difícil que aquella señora, quien también llevaba la limpieza de los locales de la Cofradía hubiese cometido, en todo caso hubiere sido un hurto, no un robo. Trasladados con la supuesta autora del hecho a la casa del denunciante de la desaparición de la tan mencionada medalla, y con casi la total seguridad de que la sospechosa no lo era tal, y que previa mi indicación iba acompañada de una parienta suya, y dadas unas cuantas recomendaciones, las dejé a ambas en la cocina, mientras yo encerrándome en el dormitorio del denunciante, comenzamos en un minucioso reconocimiento de todos los muebles, cama y enseres del compartimento, y ¡ALELUYA!, dentro de un sobre de los muchos que había en un cajón de una especie de cómoda, allí estaba el hallazgo de la tan anhelada medalla y es que tan bien guardada quiso tenerla y que con el propio nerviosismo de no encontrarla cuando intentó cogerla para su entrega, ya ni se acordaba de dónde o cómo podía haberla guardado. Gracias a nuestra intervención, la supuesta culpable señalada por el denunciante, no le agredió como ella hubiera deseado (y con cierta razón, según mi entender). Pero yo, totalmente contento y como se me había ordenado, volvía a presentarme ante mi superior, con la medalla en la mano.
Estos son algunos de los muchos reecuerdos que de la Semana Santa de Málaga, guardo. Hasta la próxima.
Pero vamos al grano, que me estoy enrollando y hasta ahora dirán mis lectores, que no por escasos dejan de ser importantes, que no saben a que vienen eso de los recuerdos. Comencemos y voy a hacerlo siguiendo el orden cronológico de su acecido.
María Santísima de los Dolores Coronada
El primero de ellos y sin duda el de menor importancia, creo lo fue en la Semana Santa de 1954, año antes o después, en que yo iba a desfilar con la Compañía de Guardia Civiles que entonces lo hacían y que como tal Guardia yo estaba en activo, y el recuerdo es en que al igual que pasó esta noche pasada, la procesión fue suspendida debido al mal tiempo meteorológico, o sea, menos rimbombante, por la lluvia, y anoche, tras haber dormido una buena siesta estaba preparado para presenciar su salida y que iba a ser retransmitida por televisión, me quedé esperando, por iguales causas, y con posterioridad a aquella suspensión, nunca más tuve la oportunidad de tomar parte en el desfile de las fuerzas del Cuerpo, aunque siempre estuve prestando mis servicios en diferentes cometidos relacionados con ese motivo.
El segundo de los recuerdos y sin duda el de mayor trascendencia, lo fue en la noche del 2 al 3 de abril de 1958. Resulta que mi mujer, como buena malagueña, que desde el balcón de la casa de sus padres donde había vivido hasta que se casó, casi se tocaba una de las paredes laterales de la Iglesia de San Pedro, en la cual se veneran los Titulares de la Cofradía, y por último, de que su marido era Guardia Civil, sentía tal veneración por la Expiración, que con el detalle que voy a relatar queda más que explícito. Resulta que, mi mujer, se hallaba en vísperas de cumplir el periodo de su segundo embarazo, pero aquél Miércoles Santo desde muchas horas antes de la Salida de "su" Expiración estuvo dándome la tabarra de que la llevara cuando menos a presenciar la salida de la procesión, que como he citado antes lo hacía, y sigue haciéndolo a las doce de la noche, pero pese a su insistencia y por la situación en que se encontraba, e incluso con algo de disgusto, no cedí a sus pretensiones. Pues resulta, que como he repetido otras veces, la procesión salía a las doce de la noche, y dos horas después, o sea a las dos de la mañana del siguiente Jueves Santo, ya estaba en el mundo mi segundo hijo. De haber cedido a su petición, quien saber si hasta algún miembro de la Guardia Civil hubiera tenido que auxiliarnos durante el parto que le hubiera llegado a lo mejor en las inmediaciones de la Iglesia de San Pedro, donde precisamente contrajimos matrimonio.
Y otro de los recuerdos, este relacionado con el Miércoles Santo, aunque algunos días antes del mismo, de la Semana Santa de 1960, fue lo siguiente. Resulta que la Cofradía de la Expiración, decidió aquel año imponer una Medalla de la Cofradía a la esposa del entonces Jefe del Estado, General Franco. El entonces Hermano Mayor de la Cofradía Enrique Navarro, que a su vez lo era también de la Agrupación de Cofradías de Málaga, una vez adquirida la medalla, se la entregó a un pariente suyo a fin de que le diera la adecuación correspondiente y con arreglo a la persona a quien le iba a ser impuesta. Y como decía al principio de este relato, en la mañana de unos dos o tres días antes, y cuando yo me hallaba destinado en el Servicio de Información de la Comandancia de Málaga, me manda llamar el Teniente Coronel Primer Jefe de la misma y me dice: "Una medalla que le íba a ser impuesta por la Cofradía de la Expiración a la Señora del Generalísimo, ha sido robada. Así que tome usted la fuerza que crea necesaria y no vuelva por aquí hasta que no venga con la medalla. ¡Anda Rafalito, ahí tienes la papeleta!". Me hice acompañar por un Guardia llamado Ángel Tomé, gallego de nacimiento, y buen Guardia, inteligente y tranquilo en su proceder. Mi primera decisión fue irme a ver al Hermano Mayor de la Cofradía el mencionado Enrique Navarro, el que me contó lo sucedido y me dijo que el robo se había cometido en el domicilio de su primo a quien le había entregado la medalla para que la preparase. Abreviando, resulta que solamente existía una sola persona que pudiera haber cometido el acto, una señora que diariamente acudía a la casa para proceder a su limpieza. Tras las primeras gestiones y dadas muchas circunstancias, me resultaba difícil que aquella señora, quien también llevaba la limpieza de los locales de la Cofradía hubiese cometido, en todo caso hubiere sido un hurto, no un robo. Trasladados con la supuesta autora del hecho a la casa del denunciante de la desaparición de la tan mencionada medalla, y con casi la total seguridad de que la sospechosa no lo era tal, y que previa mi indicación iba acompañada de una parienta suya, y dadas unas cuantas recomendaciones, las dejé a ambas en la cocina, mientras yo encerrándome en el dormitorio del denunciante, comenzamos en un minucioso reconocimiento de todos los muebles, cama y enseres del compartimento, y ¡ALELUYA!, dentro de un sobre de los muchos que había en un cajón de una especie de cómoda, allí estaba el hallazgo de la tan anhelada medalla y es que tan bien guardada quiso tenerla y que con el propio nerviosismo de no encontrarla cuando intentó cogerla para su entrega, ya ni se acordaba de dónde o cómo podía haberla guardado. Gracias a nuestra intervención, la supuesta culpable señalada por el denunciante, no le agredió como ella hubiera deseado (y con cierta razón, según mi entender). Pero yo, totalmente contento y como se me había ordenado, volvía a presentarme ante mi superior, con la medalla en la mano.
Estos son algunos de los muchos reecuerdos que de la Semana Santa de Málaga, guardo. Hasta la próxima.