Resulta que llevo 12 días sin teléfono y por consiguiente también sin Internet, y hoy que he encontrado un nido ajeno vacío, me dispongo a utilizarlo para paliar un tanto el "mono" que me invade al no poder entrar en mi querido blog. No es que la ausencia de algo que llevarse a la boca de mi blog, produzca la menor desazón a nadie, solo que a mí me quita la oportunidad de emplear ese rato que periódicamente utilizo para, como se decía antes cuando un escrito carecía de interés, "garabatear" en el mismo.
Hoy 18 de mayo no recuerdo tener alguna efemérides importante que señalar, así que vuelvo la vista atrás setenta años y me sitúo cuando contaba 16 años de edad. Casi podría jurar que a esta hora de aquel 18 de mayo de 1941 estaba segando cebada, en una finca conocida por Pedriquejo y a unos cinco kilómetros de mi pueblo. Dado que el trabajo lo teníamos contratado a destajo hacíamos la noche en el propio tajo, a fin de que las dos horas de camino que habíamos de emplear entre la ida y la venida, las dedicábamos a segar y con ello sacar mejor jornal. Yo como quiera que era el más joven de la cuadrilla, solo un año menor que un primo mío que también componía la misma, cuando hacia falta agua, tomaba un cántaro de arcilla de unos catorce o quince litros de capacidad, y trasladarme hasta una pequeña fuente que distaba no menos de doscientos cincuenta o trescientos metros y volver con un cántaro lleno de agua para mí y todos mis compañeros. Claro esto lo hacía mientras ellos segaban.
Los míos o cualesquiera otra persona que pueda leer este relato, quizá pueda producirle algo así como compasión o lástima de que un adolescente con esa edad hubiere de estar entregado a tales menesteres. Ahórrense ese sentimiento. Les prometo ser totalmente veraz y lo recuerdo, eso sí, como si se tratara de hoy mismo, el camino del trabajo a la fuente y viceversa, con mi cántaro al hombro, lo mismo me daba vacío que luego lleno, lo hacía siempre cantando o tarareando alguna de las coplas o canciones que estaban en boga en aquellas fechas. Os preguntaréis: "Bueno, ¿y a que viene el contar ahora aquella ocupación de hace setenta años?" Simplemente el que entonces como citaba anteriormente hacíamos noche en el campo, dormíamos sobre una simple manta que extendíamos debajo de una encina, sin mas divertimento ni música que la que nosotros mismos cántabamos y pese a ello estaba contento y no me aburría. Este período de doce días sin teléfono y sin Internet que llevo "padecido", me ha trastocado más mi cotidiano devenir que aquellos larguísimos días de trabajo, y hasta he tenido algunos momentos que me sentía "aburrido". Los motivos no puedo explicarlos, pero posiblemente esté entre dos cuestiones. La una, la diferencia de la forma de aquel modo de vivir al que se tiene hoy. La otra y que tal vez prevalezca sobre aquella, que entonces tenía 16 años y hoy, SETENTA MÁS. Que cada cual saque la conclusión que quiera.
A ver si me dan pronto linea de teléfono y pueda conectarme a Internet. Hasta cuando pueda ser.
1 comentario:
Menos mal que no estabas enfermo. Yo he estado cuatro dias sin tfno. y sin Int. , parecía que me faltaba algo ja ja, es increible el vacio que notaba por no tener Internet ya que con el movil estaba comunicada para lo mas urgente, creia que ya estaban restablecidas todas las lineas, espero que te lo reparen pronto para que continues con tus "Recuerdos". Saludos: Carmen
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