"El día de los Santos", así era como en mi niñez y juventud llamábamos a la festividad de hoy, 1º de noviembre. Hoy cumple 22 años mi tercer nieto, Alberto, al que termino de felicitar.
La festividad de Todos los Santos, especialmente para los que como a mi me sucede, astamos algo más cerca de los noventa que de los ochenta, este día nos trae principalmente al recuerdo de todas aquellas personas que de nuestro entorno abandonaron este mundo. No más de una hora hace, he regresado de Misa y durante la cual han desfilado por mi mente, todos esos seres que al marcharse dejaron en nuestro sentimiento, ese no se qué, que lo mantenemos en el recuerdo toda la vida y que a medida que van desapareciendo se llevan consigo un girón de nuestra propia alma, cuyo desgarro en la misma jamás será suplido. Este recordatorio comprime el espíritu, te lleva a que de lo mas profundo del ser broten algunas lágrimas de tus ojos, y tienes la sensación de que cada una de ellas van a posarse en el alma de cada uno de esos seres, por los cuales fueron arrancadas del nuestro propio. Aunque a lo largo de todos los días del año, ni uno solo se pasa sin que su recuerdo desfile mas o menos veces por nuestra mente, en el día de hoy, y como antes señalo para las personas mayores, o para mejor decir viejas, parece ser que este DÍA está señalado especialmente para dedicárselo a su recuerdo.
Lejos me quedan a mí, aquellos "Días de los Santos", en que las jóvenes preparaban el café y varias clases de dulces y que en el domicilio de alguna de ellas nos reuníamos, más que para saborear e ingerir los dulces y la infusión, para tener aquella oportunidad que semejante acto nos brindaba a fin de poder estar junto a ellas, declararles nuestros sentimientos amorosos, y también porque no, algún que otro rocecillo o tocamiento que hacía estremecerse nuestro cuerpo. Ésto, si lo llevabas a cabo, tenía que ser con la máxima discreción y recato, toda vez que había que evitar el que fuera observado por nadie de los presentes, ya que de ser así, los comentarios al día siguiente en todo el pueblo, exclusivamente para la joven, estaban garantizados.
Si en aquellos entonces, nos hubieran visionado como esas relaciones entre la juventud se practican hoy, ni vertidas por las personas de mayor consideración y respeto, hubiéramos podido dar como ciertas. Lo de entonces, hoy puede parecer una ñoñería, lo de hoy, desde entonces, una catalogación de que lo que pienso, me lo reservo.
En fin, vaya hoy nuestro recuerdo más sentido para todos los que al marcharse dejaron nuestros corazones con ese vacío imposible de volverse a ocupar.
Hasta la próxima entrada.
Lejos me quedan a mí, aquellos "Días de los Santos", en que las jóvenes preparaban el café y varias clases de dulces y que en el domicilio de alguna de ellas nos reuníamos, más que para saborear e ingerir los dulces y la infusión, para tener aquella oportunidad que semejante acto nos brindaba a fin de poder estar junto a ellas, declararles nuestros sentimientos amorosos, y también porque no, algún que otro rocecillo o tocamiento que hacía estremecerse nuestro cuerpo. Ésto, si lo llevabas a cabo, tenía que ser con la máxima discreción y recato, toda vez que había que evitar el que fuera observado por nadie de los presentes, ya que de ser así, los comentarios al día siguiente en todo el pueblo, exclusivamente para la joven, estaban garantizados.
Si en aquellos entonces, nos hubieran visionado como esas relaciones entre la juventud se practican hoy, ni vertidas por las personas de mayor consideración y respeto, hubiéramos podido dar como ciertas. Lo de entonces, hoy puede parecer una ñoñería, lo de hoy, desde entonces, una catalogación de que lo que pienso, me lo reservo.
En fin, vaya hoy nuestro recuerdo más sentido para todos los que al marcharse dejaron nuestros corazones con ese vacío imposible de volverse a ocupar.
Hasta la próxima entrada.
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