miércoles, 3 de febrero de 2010

Trece años ya

Hace trece años a esta misma hora yo me encontraba solo en la Sala de Espera del Hospital Parque San Antonio. Mis hijos se habían ido para la UVI del referido Hospital, donde mi mujer se hallaba en estado muy grave según la noticia que sobre las ocho de aquella mañana nos había comunicado el Dr. José María Rodríguez. Yo en aquellos instantes no tenía conciencia de quien era, como estaba ni quizá donde me encontraba. Para mí parece ser que todo me era indiferente, INCLUSO EL ESTADO DE SALUD DE MI MUJER, que no muchas horas antes lo era casi todo en mi vida.

A partir de la situación anterior, solo tengo sensación de momentos puntuales en que parece ser recobraba algo mi conciencia. Fui ingresado en el servicio de urgencia donde me encamaron y me sometieron a infinidad de pruebas. No se el tiempo que había transcurrido cuando me dí cuenta que estaba encamado en una sala del Hospital con una gran actividad de personal sanitario, solicitando sangre para transfusiones. No sé si en esos momentos o después, no lo se, me dí cuenta que llegaba el Dr. Rodríguez a quien le pregunté por el estado de mi mujer. "Gloria está bién", me respondió escuetamente y cuya frase se me quedó enteramente grabada.

Después de todo lo relatado anteriormente aquel día, para mí todo es tiniebla. Lo que hubo de formarse a partir del momento que he citado de la llegada a la Sala de Don José María Rodríguez, que era el Médico que la había operado en las distintas ocasiones de su enfermedad me hago ahora una idea de lo que pudo ser, ya que aquella llegada del médico lo fue para comunicar que mi mujer terminaba de fallecer. A mi creo que me pasaban también en esos momentos a los servicios de la UCI, y que no se si cuando yo llegué mi mujer se encontraba todavía allí de cuerpo presente.

No pude verla ni en sus últimos momentos de vida, ni tampoco yá cadáver. El último recuerdo que de ella guardo es el de una leve sonrisa e intento de decirme adiós levantando con cierto trabajo la mano, cuando se cerraba la puerta del ascensor que la bajaba hacía los quirófanos donde iba a ser intervenida. El ruído que el ascensor producía cuando bajaba con su débil cuerpo sobre la camilla, lo llevo incrustado en lo mas profundo de mi alma, dado que mis sentimientos parecían decirme que la transportaban y la apartaban de mí para toda una eternidad, como así fue.

Hoy cuando se cumplen TRECE AÑOS de tu fallecimiento, solo te mando una noticia. Tus HIJOS, incluídos los políticos, y tus NIETOS, son como para estar orgullosos de TODOS. Tú, cuánto lo estarías gozando. Yo lo hago por los DOS. De mí, que voy a decirte, trece años mas viejo.

Hasta otra entrada en el blog.

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