17 de marzo de 1946. Domingo. Sorteo del Reemplazo, o "quinta" como solíamos llamarla, para ser destinados a Arma o Cuerpo en el Ejército.
Los alistamientos, sorteos y marcha de los quintos, desde hacía muchísimos años, era un acontecimiento en los pueblos, además de una oportunidad para los mozos de salir, aunque fuera por una temporada, del pueblo.
En las tres circunstancias apuntadas anteriormente, como mínimo, era celebrado todo a lo grande que nuestras disponibilidades económicas nos permitían por parte de los componentes del Reemplazo correspondiente. Así. hoy se han cumplido SESENTA Y DOS AÑOS, nada menos, que de la celebración de nuestro sorteo. En las inmediaciones del Balneario de Fuente Agría, a dos kilómetros de Villaharta, mi pueblo, nos reunimos aquel día los 16 componentes de la quinta, aunque algunos de los cuales no habían nacido en el pueblo, y nos comimos un chivo, que en aquellas fechas suponía quitarte, aunque fuera por un día el hambre que veníamos arrastrando desde hacía cinco o seis años. El dueño del terreno donde preparamos la comida, era propietario también de unas cuantas vaquillas, una de ellas un poco mas nerviosa de lo normal y se te arrancaba tan pronto la invitabas un poco a ello. Pocos fueron los que se atrevieron a demostrar su valor torero, yo desde luego no me trajo Dios al mundo para esos menesteres y entre mas lejos me hallaba de la vaquilla, mas a gusto me encontraba.
De aquellos 16 chavales que aquel 17 de marzo nos reunimos allí, quiero recordar que solo quedamos 4 en esta vida, aunque de uno de ellos, que en tal caso seriamos cinco, no tengo idea de donde pueda encontrarse o que haya sido de él. El cúmulo de energía con que contábamos en aquella fecha, la facilidad con que tomábamos el tronco de un árbol y subirnos al mismo, si la vaquilla se nos aproximaba, contrasta con la dificultad y sacrificio que en el día de hoy no supone siquiera sea para caminar y desplazarnos de un lugar a otro, aunque haya pocos obstáculos que salvar.
El primero que falleció de todos los que allí estuvimos reunidos, fue Casimiro Fernández Ferrer, que hace ya mas de cuarenta años de su óbito. Éste fue el que después de regresar de la "mili" me acompañó en nuestra vuelta al trabajo en la mina, nos mandaron al mismo frente de trabajo y que por falta de oxígeno nos mareamos y hubieron de sacarnos al exterior, circunstancia señalada en mis memorias y que para mí ha sido uno de los días mas amargos de mi existencia, por cuanto respecta de haber visto truncada mi ilusión de no haber vuelto a dicha actividad laboral, tal me había propuesto cuando la abandoné para irme al Ejército.
Valga este recordatorio de aquella efemérides como un homenaje para todos los que ya no están entre nosotros y un abrazo para los supervivientes.
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