sábado, 8 de marzo de 2008

Mudanza del mueble



Hoy se han cumplido once años en que desde Málaga y por mi hijo José Carlos, fui trasladado hasta Aguadulce -Almería-, donde habría de continuar la cura de las cicatrices que me produjeron en la operación de corazón que me realizaron el día 13 de febrero anterior.

Jamás en mi vida me hallé en un estado anímico tan deprimente, al punto que íntimamente me consideraba un mueble inservible y que solo hace estorbar en cualquier lugar que se coloque y que se conserva por el solo hecho de considerarlo como un recuerdo de familia.

Quizá mi estado depresivo sería el que en alguna ocasión he oído decir se denomina "la depresión del duelo", sin duda por el reciente fallecimiento de mi mujer. Otra de las circunstancias que ayudaban a ello, lo eran sin duda que a mi hija le faltaba un mes para el alumbramiento de su segundo hijo. Ello de por sí, no es un hecho especial, pero cuando el ánimo se tiene por los suelos la mera circunstancia de, que no quedaba aquí ningún familiar directo de consaguineidad, me hacía considerarlo como una contrariedad especial, y se me partía el alma de que su madre no estuviere a su lado cuando llegara el momento del nacimiento del que habría de ser su primer nieto póstumo.

Tal sería mi estado, anímico que después de hacer una parada en Nerja y una vez tomado algo en un bar, cuando salimos con el propósito de continuar la marcha, volví la mirada hacía la dirección que habíamos dejado atrás haciéndome a la idea, de que posiblemente no volvería a retornarlo otra vez.

El mes aproximado que pasé allí, ha sido sin lugar a dudas el tiempo en que mi autoestima ha estado mas por los suelos y cuando cualquier circunstancia que me hubiera acaecido en menoscabo de mi propia existencia, nada me hubiera importado. Las noches se me hacían eternas y solo las atenciones recibidas por los míos y las mejoras en mi estado físico, consiguieron el poder remontar tan difícil situación.

Poco a poco las cosas fueron mejorando y hoy volviendo la vista atrás, me parece mentira hubiera podido remontar tan decadente estado anímico. Pero aquí estoy.

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