jueves, 2 de agosto de 2018

Desde la 109


Yo que me lo venía pensando y algunos familiares y amigos que lo han pedido, la entrada de hoy estará dedicada a mi estancia de la residencia donde me hallo, denominada BALLESOL SAN CARLOS, en esta bendita ciudad de Málaga, siéndome adjudicada la habitación 109, de  ahí el titulo dado a esta entrada, y así seguirá llamándose cada vez en que se haga a mi estancia aquí.

Mi llegada a la misma tuvo lugar el día 29 de diciembre del pasado año, tras haber pasado algunos días en el hospital Parque de San Antonio también de esta ciudad. con algunas dolencias que me dejaron tocada, tanto mi situación física como la psíquica.

Una sola vez había visitado esta residencia que vine a ver dos paisanos míos, una mujer y un varón, hermanos y ambos hijos del médico de mi pueblo, ella en estado muy avanzado de alzheimer y el hermano no sé que padecimiento tenia. Él falleció hace unos dos años y ella creo fue en el mes de marzo pasado, que yo llevaba aquí un par de meses. Ahora esta residente una hermana de ambos, de 97 años de edad y también con la misma enfermedad en fase terminal. Extraña coincidencia que cuatro villaharteños hayamos venido a parar aquí.

La vida residencial, como creo se puede llamar si se habita en una residencia, es distinta a la que suele hacerse fuera de la misma, dado a que también la mayoría de los residentes somos personas pasadas de años y rara es la que no tenga un padecimiento en su mayoría en su estado de movilidad, otros los menos, psíquicos. Unos valiéndose de los llamados andadores y los bastantes en sillas de ruedas. Yo sin duda me hallo entre el grupo de los de mayor edad, pero también de los que en realidad no tengo ningún padecimiento crónico, sino es la acumulación de los muchos años.

Muchísimas y variopintas han sido las etapas por las que he ido atravesando en mi ya larga vida, pero ésta, que por razones de edad, yo la considero sin duda la última de todas es tan distinta, como distante de aquellas primeras de mi vida, que en nada tienen semejanza alguna a las demás.

Para un residente que mantenga su cabeza libre de cualquier perturbación, así como tampoco problemas con el aparato locomotor, en los primeros días de su ingreso en este centro, y creo será igual en los demás de su especie, causa cierta sensación deprimente al observar a estas personas, muchas muy mermadas de facultades de distinta índole, por lo que a uno se le viene al recuerdo, por ejemplo aquellos versos de Calderón de la Barca uno de los cuales decía así:

Cuentan de un sabio que un día
tan pobre y mísero estaba,
que solo se sustentaba 
de unas hierbas que cogía.

Habrá otro entre sí decía,
más pobre y triste que yo
Y cuando el rostro volvió
halló la respuesta viendo
que otro sabio iba cogiendo
las hierbas que él arrojó


                
   
Sin duda yo en los primeros días de mi ingreso no podía darme cuenta de esos detalles porque venía un tanto tocado, como citaba al principio, en mi estado físico como en el psíquico, si no que lo iba siendo a medida que yo recobraba mi estado de normalidad.

De lo que si he podido observar, es que la condición y forma de comportamiento de esas personas se acentúa al punto, de que por ejemplo en estado normal era sin duda atenta y respetuosa con las demás, y en la actualidad por cualquier motivo insignificante, suele reaccionar de forma un tanto violenta. Si en su normalidad sobrellevaba con cierto agrado cualquier circunstancia  insignificante, ahora reacciona de modo que pareciera que  le va la vida en ello.

A todo esto, yo creo que si alguna virtud tengo, es la de adaptarme a todos los avatares que  se me vayan presentando y no ahora, si no desde por lo menos a los dos meses de estar aquí, lo llevo como si en realidad estuviera en mi propia casa, con la de si no es, echar de menos detalles que allí permanecen y que sentimentalmente se llevan dentro del alma, pero que por alguna cosa u otra, no es posible tenerla donde quiera que te halles.

Diré que las atenciones personales por parte del servicio de la residencia son extremadamente todo  lo buenas que puedan darse, ahora bien, no puedo decir lo mismo en cuanto a la comida, que ahí si, debe ser francamente mejorable.

Tan todo cuanto anteriormente digo es así, que ya cualquier desplazamiento que hago fuera de aquí, tengo la sensación de hallarme fuera de mi ambiente y entro en total relax cuando paso por las puertas de mi 109.

Voy a dar por conclusa esta mi primera entrada en que lleva por titulo ese número, que no se porqué me da la sensación de que aquí se van a dar los últimos episodios de esta POSTRERA ETAPA, a lo largo de lo que fue y sigue siendo mi VIDA.

Hasta la próxima que iré diciendo que a lo mejor es la penúltima que haga.


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