martes, 20 de octubre de 2015

Cascarria y zancajo


Las dos palabras que forman el titulo dado a esta entrada, cascarria y zancajo, hace cuando menos cuarenta años que no las he oído pronunciar a nadie, y seguro estoy que los menores de esa edad, o quizá de algunos mas, ni siquiera saben de que se trata, aunque ambas tienen varias acepciones en el DRAE.

Sin duda creo han perdido su popularidad, dado a que el sentido que se le daba al pronunciarlas, cuando yo era niño y joven emergente, hace también muchos años que no  concurren dichas circunstancias.



Comenzando por la primera, o sea "cascarria", aunque el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, lo califica generalmente de lodo o barro que se coge por los bajos de la ropa y se deja secar, o simplemente, se seca, en el dicho popular de aquellos tiempos solía aplicarse también a los excrementos expelidos por el ser humano que al no ser debidamente limpiados, como no, también terminaban por secarse. Así, cuando dos personas entraban en alguna discusión por cualquier cuestión, y una de ellas no estaba lo aseada que debiera, su oponente, poco tardaba en decirle, "anda y quítate las cascarrias". Quizás esto pueda parecer un tanto exagerado traerlo a colación tal lo estoy haciendo, pero, y vuelvo a repetirme, en aquellos tiempos, era frecuente el ver gentes, de ambos sexos y de todas las edades, el no estar con el aseo,  no debido, si no lo que podría llamarse imprescindible para no ser causa de adquirir alguna enfermedad, y lo que proyectaba hasta asco, por el mal olor que desprendía cuando estaba próximo a otra persona.

Tal expresión de "quitarse las cascarrias", solía escucharse con relativa frecuencia, cuando en conversaciones entre dos o mas personas salía a relucir el nombre de alguna de ellas, que como he citado anteriormente el aseo personal brillaba por su ausencia, y así si a lo mejor esa persona criticaba a otra por cualquier otra cosa, al aludirla, se decía eso, de "mas vale que se dedicara a quitarse las cascarrias".



Por cuanto  a la segunda, de "zancajo", aunque otras acepciones del DRAE, también se le da a la parte de la media, el calcetín y el zapato que cubre el talón del pie, cuando está roto. Y aquí, era frecuentísimo, y no exagero nada, el ver generalmente a mujeres, y digo mujeres, porque los hombre usaban pantalones y cubrían la parte del talón, con la parte baja de las medias con alguna rotura que dejaba a la vista el zancajo, o sea la parte del pie que debía cubrir. Sin duda, y seguro en mayor cantidad, los hombres llevarían sus calcetines con tales zancajos, o aun mayores que el que se veía en las medias de las mujeres, pero no quedaban a la vista del prójimo, por el hecho que citaba de llevar puestos pantalones, cosa que la mujeres de entonces jamas los vestían.

Las carencias del momento, tanto en lo económico, como en los medios para el aseo, eran tales, que solo en que las mujeres, y vuelvo a decir las mujeres,  por que como ahora, eran las que generalmente llevaban la dirección del hogar en todos los órdenes, empezando por las del aseo de la vivienda y sus moradores, que quiero decir la familia, se interesara en ello de manera primordial, no era extraño dar lugar a exponerse a tales deficiencias.

Lo que hoy tan al alcance de las gentes está, como el agua corriente y las duchas, sin necesidad de señalar a nadie, si no comenzando por mí, yo me duché por vez primera cuando fui a la mili, y claro como natural es, en mi pueblo nadie tenía ducha en su casa, dado que al no haber agua corriente en ninguna de ellas, el aseo debía de hacerse, el lavarse en los lavabos, y el aseo total del cuerpo, generalmente, como en casa de mis padres, utilizando el baño de cinc, de gran capacidad y que mi madre utilizaba también para transportar la ropa y lavarla, y que para ponerlo siquiera a medias, había de dar dos o tres viajes al pozo con un par de cubos, que suponía un tiempo y un esfuerzo. Así como he citado antes, la presencia y correcta pulcritud del hogar y de la familia, dependía de la actitud de la mujer, o ama de casa como también solía llamársele.

Las jornadas de los hombre en el campo eran larguísimas y penosas. pero las de las mujeres, como en el caso de mi madre, con marido, cinco hijos, y todas las faenas de la casa, no le venían a la zaga, e incluso creo había de dedicarle incluso más horas que a las interminables jornadas en el campo de los hombres.

Ni poder siquiera hablar de comparaciones, entre la vida que hubieron de llevar mis padres, con las realizadas por mí y mi mujer, y que decir las de mis hijos y sus respectivos cónyuges. Aquí, si me alegro de poder hacer comparaciones, lamentando lo de mis padres, pero otra vez vuelvo a las circunstancias y al tiempo, en que a cada uno le ha tocado vivir.

Hasta la próxima que ya veremos el derrotero que tomo.
        

2 comentarios:

Luis Carballeda dijo...

No te acostaras sin saber una cosa mas, bonita entrada.
Un Abrazo

Carmen dijo...

Es que te sacas cada "Palabrota" que nos dejas pasmaos, si así me quedo yo..... imaginate la gente joven, todas tus entradas son interesantes pero cuando es de algo que no tenemos ni idea y aprendemos, pues mucho más. Cascarria la había oído en alguna ocasión, pero no sabia su significado, así que muy interesante y espero que tus amenazas de que vas a abandonar el blog quede en agua de borrajas, que por cierto tampoco sé lo que es ji ji ji. Bss.