miércoles, 14 de octubre de 2015

Arriando Bandera



Anteayer, Fiesta de la Raza como se decía cuando yo era niño, y que a mí así me lo enseñaron cuando iba a la escuela de esa manera, Día de la Hispanidad, Virgen del Pilar, Patrona de la Guardia Civil (y en fin y yendo al grano), que en España se celebró el día de las Fuerzas Armadas, y hace años esa celebración era el día 30 de Mayo, Festividad de San Fernando, y dejando ya aparte este galimatías que he formado, estuve presenciando tranquilamente y solo, aquí en mi casa, los actos que se celebraron en Madrid con tal motivo.

Durante el tiempo que duró, llegué a emocionarme en mas de una ocasión y no pude remediar que algunas lágrimas asomaran a mis ojos, seguro por que también ellas tenían derecho a dicha contemplación. Tan dentro de mí están estos sentimientos y que sin duda se fueron forjando a lo largo de los dos años y medio que estuve en la mili, y los mas de treinta y uno que pertenecí a la Guardia Civil, que como diría Cervantes, "no se arrancarían de donde están, ni en tres tirones".


Como no, seguro también en esas emociones, algo de influencia debieron tener esa tristeza melancólica que llega al recordar aquella juventud en la que yo transitaba por esos acontecimientos, aunque desfilar, lo que se llama desfilar, en el Ejército lo hice solamente en una ocasión un día del Corpus, y en la Guardia Civil, durante más de los treinta y un años, seguro no habrán pasado de diez, quizás por que los destinos en que estaba, eran otros los menesteres que se nos encomendaban.


Pero la entrada de hoy en el blog, lo ha motivado principalmente, el izado de la Bandera de España. En ese momento en que al toque de la corneta se estaba izando la enseña, se me vino al recuerdo un hecho que sucedía en la tarde del día 12 de abril de 1946, y que resultó ser lo siguiente:


Sobre las dos de la madrugada del citado día, nos incorporábamos al Regimiento de Artillería número 14, sito en el punto conocido por Pineda, de la capital sevillana, cerca de 900 reclutas procedentes de distintos puntos de España. Unas siete horas después de la llegada al Cuartel y haber dormido, o para mejor decir, estar acostado tres horas mas o menos, y pedir voluntarios de aquellos que tuvieren algunos conocimientos de peluquería, se procedió a cortarnos el pelo, no al cero como lo hacían otras veces, sino al dos. Fue tal el estropicio que formaron en la inmensa mayoría de nuestras cabezas, que aquella tarde nos dieron un permiso especial para que el que lo deseara, buscara una peluqería por Sevilla, y le arreglaran en lo posible tal desaguisado.


A tal menester, nos apuntamos, entre la mayoría, mi amigo y paisano, José Carrillo Gómez, que éramos los dos únicos de Villaharta que allí fuimos destinados. En una peluquería de la barriada de Guadaíra, la que mas próxima al Cuartel estaba, como decía, nos repararon en lo posible, todo cuanto posible podía hacerse.


Un tanto desgarbados, por lo poco a propósito que nos quedaba el uniforme que nos habían entregado, el gorro calado hasta las orejas, que seguro ni nuestras propias madres nos hubieran identificado como sus hijos, regresábamos al cuartel cuando recuerdo el sol estaba desapareciendo, o terminaba de desaparecer por el ocaso. Calculo podríamos estar a una distancia de unos doscientos metros de la puerta del acuartelamiento, donde delante y detrás de nosotros caminaban bastantes militares, sin duda pertenecientes al mismo Regimiento y cuartel, y los habría de diferentes graduaciones, cuando de pronto comenzaron a oírse los sones de una corneta, y todos cuanto caminaban delante y detrás de nosotros, se pararon y a pie firmes se ponían en posición de saludo. Mi paisano y amigo Carrillo y yo, nos mirábamos sorprendidos uno a otro, nos parábamos, no sabíamos saludar, ni que hacer, dábamos dos o tres pasos, nos volvíamos a parar, y más despistados que una cabra en un garaje, como suele decirse, continuamos en dichas actitudes, hasta que dejó de tocar la corneta, los artilleros, porque los que servimos en artillería, no éramos soldados, si no artilleros, que estaban formados en la puerta del cuartel, rompieron la formación, y todos los demás que marchaban delante, junto y detrás de nosotros reiniciaron su marcha con toda normalidad. Esa fue la primera vez en mi vida, que yo presencie,  por decir algo, porque yo lo que menos sabía era lo que pasaba, al igual que mi amigo Carrillo. De este último episodio descrito, a la contemplación de los actos celebrados el día doce, o sea antes de ayer, han transcurrido, casi SETENTA AÑOS. Mi paisano y amigo Carrillo (q.e.p.d.), hace ya algunos años que falleció, y yo, con toda esa vida  militar a mis espaldas, por que los Guardias Civiles, también somos militares, y mas de treinta y cuatro años "retirado", por que los civiles no nos jubilamos, si no que nos retiramos, todavía me emociono cuando presencio un desfile militar, y veo izar o arriar la bandera a los acordes de un toque de corneta.


Y con respecto a la palabra de izar y arriar, empleadas en la subida y bajada de la bandera, no lo se cierto, pero me huele a que sean términos marineros, por aquello de izar y arriar las velas, de aquellas embarcaciones que navegaban con el empleo de sus velámenes, en los tiempos en que las banderas tal suelen emplearse hoy, quizá no existían.


Durante la redacción de esta entrada, en no pocos momentos me he sentido y recordado en aquellos lejanos años, sobre todo cuando prestaba el servicio militar en la Capitanía General, sita en la Plaza de España de Sevilla. Entonces tenía, 21, 22 y 23 años. Algunos menos que hoy. Pero esa ilusión y ese sentimiento que tan arraigado dentro de mi está, no tengo duda lo seguiré sintiendo, y orgulloso de ello estoy, mientras Dios me tenga por este mundo y mi cabeza responda tal cual lo hace en estos momentos.


Hasta la próxima entrada.


1 comentario:

Carmen dijo...

Habría que veros a todos recién salidos de las manos del barbero.... Ja ja ja. Por mis familiares del Cuerpo sé que este imprime carácter y que el G. Civil nunca se jubila, lo es hasta el ultimo aliento como te pasa a ti. Esta semana hay que felicitar a tu Editor, en primer lugar por el video del desfile de Málaga, que está sacado un poco más a la derecha de la tribuna desde donde lo vimos, y después por el banco de la Plaza España donde está esa Capitanía de la que guardas tan buenos Recuerdos. Bss.