miércoles, 30 de septiembre de 2015

Otro mes a la espalda


Finalizando está el mes de septiembre de 2015. De lo mas lejos que noticias gráficas tengo sobre mi persona, es una fotografía, la primera que me hicieron a los cinco meses de nacer, y precisamente lo fue el día 24 de septiembre de 1925, en las localidad de Pozoblanco con motivo de su feria en honor a Nuestra Señora de la Merced, a donde me llevaron mis padres y para lo que habían sido invitados por una familia natural de dicha población, y que se hallaban de caseros en la finca de La Calera, cuando contaba con cinco meses, menos tres días, de edad, y que con motivo de dichas fiestas también se habían trasladado para pasar unos días.  Esa foto no está muy mal del todo, aunque la misma acuse el paso de los años.


Así, hoy culmino el día llevando sobre mis espaldas, nada menos que noventa y un mes de septiembre. Quiero a este respecto, lo primero dar gracias a Dios por hacerme tan llevadera esa carga de tantísimos meses, aunque si vuelvo la vista atrás, hasta vértigo había de producirme por la inmensa profundidad donde se hallan, no el cuando me hicieron dicha foto, de lo que lógicamente  nada me quedó, si no aquellos recuerdos de mi primera infancia de la que como de unos sueños y envueltos en una nebulosa guardo, y sin duda debe ser el primero de ellos, de hallarme sentado en una sillita muy pequeña y junto a mi madre que cosiendo junto a otras mujeres estaba en la puerta de mi casa.


Aunque creo lo he dicho en muchas ocasiones, lo principal en la vida cuando venimos al mundo, es hacerlo donde esperándote están con todo cariño unos buenos padres, y seguro de cómo lo hayan sido, y lo sean esos padres, ahí está sin duda el que te sitúen en la senda que habrás de llevar en todo el devenir de tu existencia, de la que si no te desvías de ella, y tu codicia y ambiciones no se desbocan, ten seguro habrás de sentirte privilegiado el haber tenido la suerte de ser agraciado con la venida a este mundo, que aunque alguien lo denominan un valle de lágrimas, no todos, de los que entre ellos me hallo, decimos lo mismo, si no la inmensa suerte de haber podido ser el elegido, cuando creo casi infinitas fueron las oportunidades que hubieron de coincidir para ser uno quien pudiera ser persona.


Este inmejorable premio con el que uno ha sido agraciado, y como no lo es para toda la vida, ésta debemos llevarla con el talante y actitudes lo mas alegres y felices posibles, aunque también hay que tener en cuenta las adversidades que han de presentarse a lo largo del camino que como suele decirse son gajes de ese premio con el que se es agraciado, y no hay que perderlo en quimeras ni aspiraciones a las que puede saberse imposibles de  alcanzar.


El traer a colación esta entrada, se debe a que por radio he oído que hoy se celebra el "DÍA DE LOS MAYORES", como eufemísticamente se dice hoy de los ancianos o los viejos como antes se decía, que aunque eso no nos quite años de encima, tenemos que celebrar, la diferencia que existe entre la calidad de vida de los ancianos de cuando yo era niño, a la de ahora, es que no puede siquiera hallarse comparación, nada mas que el traer al recuerdo aquellos abuelos, que no contaban con ninguna clase de medios para sobrevivir, solían pasar, y eso los mas agraciados, cada mes en casa de  uno de sus hijos e hijas, en los que generalmente, lo único que podían ofrecerle era compartir las miserias de aquellos hogares, donde las carencias, incluso hasta de los primerísimos artículos de necesidad eran la norma.


Por ello, y dando gracias a Dios, al Destino,  a mi descendencia y otras circunstancias, gozo de una calidad de vida, que si he de calificarla, lo es incluso superior a la que he gozado a lo largo de buena parte de mi ya larga cumplida. Que, como lo está siendo, así lo siga durante el tiempo que caminar por este mundo me quede, es lo que pido y deseo, como así pido lo gocen todos los míos.

Hasta la próxima, y perdonar el tostón que pueda ocasionaros, al que tenga la osadía de leerlo.

miércoles, 23 de septiembre de 2015

Barbecho


Hace un par de días en una emisora de radio escuché la frase de "firmar en barbecho", que suele decirse del que firma un documento el cual no ha leído, ignorando por tanto el contenido de lo que firma.

Estoy seguro que la inmensa mayoría de las gentes de las grandes ciudades, no tienen ni la mas remota idea de lo que es un barbecho. Y aquí, valiéndome de mis raíces campestres voy a tratar de describir, en lo que mi capacidad sea capaz,  lo que es un barbecho.

Cuando menos en mi pueblo, había, y no sé si lo seguirá habiendo, dos formas de señalar lo que era un barbecho. Así se decía, que era una parcela de terreno que se dejaba de sembrar uno o mas años, a fin de que se regenerara de la explotación a la que había sido sometida en años anteriores.

Y la otra, era esa parcela de terreno que ya se había arado y preparado para su siembra en el siguiente año. Esta preparación se realizaba, utilizando en aquellos tiempos de mi trabajos en el campo, utilizando una yunta, generalmente de mulos, y un arado de los llamados "vertederas". Estos arados, de los que remito una fotografía a mi editor a fin de que la coloque en el punto de esta entrada que crea conveniente, además de lo tenga a bien, y de la que paso a definir, también en lo que sea capaz de ello, y el porqué de la utilización de esta clase de arado.

La vertedera, como simplemente se le llamaba, estaba compuesta, por dos rejas, las cuales eran las que iban rompiendo el terreno; dos cuchillas, las que cortaban la tierra, y una teja o vertedera, que tenía la misión de ir volteando la tierra que rompían las rejas y cortaban las cuchillas, terminando en que la superficie que solía estar cubierta de hierbas o pastos, quedaban sepultadas y por esos efectos de quedar enterradas, la podredumbre de sus elementos, servía como abono y nutrientes del terreno para beneficio en la siembra del siguiente año. Otra de las normas que se tenían en la agricultura, sobre todo a pequeña escala, era la de cambiar la clase de cereal con relación a la que anterior se había hecho en aquel terreno, y que en su mayoría las alternativas eran la del trigo por cebada y viceversa.

A la parte delantera del arado se le acoplaba una pieza de madera llamada timón y que en su punta anterior tenía varios orificios que metida en el llamado barzón que tenía el yugo en que se uncía la yunta, se metía una clavija por uno de los agujeros del timón dándole la distancia suficiente para que las caballerías pudieran tirar de la vertedera sin dificultad.

En la parte superior del arado y sobre la barra que se sustentaba la vertedera, había una palanca que llegaba a la distancia que podía ser activada por el gañán, y se utilizaba para girar las rejas, cuchillas y vertedera hacía el lado contrario, cuando se llegaba al final de la besana y a fin de que la  tierra cayera hacía el mismo lado, en ambas direcciones del recorrido. Un palmo detrás de esa palanca salían dos brazos y en el final de cada uno, y generalmente adosándoles unas maderas conformaban la empuñadura, a las que se les llamaba MANCERAS, y que al gañán le servían para apretar el arado hacía el terreno y pudiera roturarlo conforme he señalado anteriormente.

Una de las estampas que mas me gustaba contemplar cuando se estaba arando, tanto en la preparación de los barbechos, como en las de siembra, era ver como dos o tres clases de pájaros, seguían detrás del que estaba arando y del surco que iba abriendo se comían las lombrices, gusanos y bichos que dejaba al descubierto la tierra movida. Así cuando se llegaba al final del terreno y había que dar la vuelta, estos pájaros, levantaban el vuelo y volvían a colocarse tras el surco recién levantado. Entre estos pájaros había uno, que precisamente no se cual es su propio nombre, y que en mi pueblo se las conocía como "vivitas" que eran de color azul clarito y otras partes blancas, y tenían una cola mas larga que la inmensa mayoría de las aves de su tamaño, que no era superior a la de un gorrión.

Y como final de esta entrada y especialmente el motivo que me ha traído a ello, quiero decir que no se el porqué de decir firmar en barbecho, dado a que como he señalado en el barbecho no hay nada especial salvo el terreno, y en tal caso creo debiera decirse firmar en barbecho, cuando se firmara un papel en blanco, sin nada escrito, que sería lo mas parecido. Pero en fin, como así entiendo que se emplea dicha frase al que firma sin haber leído y ponerse al tanto de ello, démoslo por bien empleado y como suele decirse, "doctores tiene la iglesia", que serían los  llamados a rectificar.

En estos tiempos raro creo será ver que se está arando con una vertedera, si no con tractores y otras máquinas, que en mis tiempos, oí decir alguna vez que así se hacía sobre todo en terrenos llanos y propiedad de grandes hacendados. En las tierras de mi pueblo, en la inmensa mayoría no puede utilizarse tal maquinaria, debido a que, sus pronunciadas pendientes, harían volcar las mismas, y ello solo era, y digo era, porque ya no se siembra nada en aquellos terrenos.  no es que se ha dejado para barbecho, si no que el monte ha terminado por cubrirlo todo.

Ah, y como estamos en época en la que se comenzaba a sembrar, diré que ello se hacía si habían llegado las lluvias, porque sembrar si el terreno estaba muy seco y no llovía durante muchos días y semanas, las hormigas terminaban por llevarse mucha parte del grano para sus hormigueros, y luego en los sembrados se veían las calvas como consecuencia de haberse llevado mucho grano tales insectos en diversas partes de lo que sembró.

Como decía anteriormente que mis raíces son campestres, todavía guardo en el recuerdo aquellos casos que eran causa y motivo de conversaciones entre los labradores.

Hasta la próxima entrada.

jueves, 17 de septiembre de 2015

Hombre bueno


No se porqué se me ha venido a mente el escribir hoy sobre el tema que da título a esta entrada. Y es que como alguien dice que soy "mu pensaor" y solo hago darle vueltas al trole, mira por donde acordándome de mi abuelo paterno, al cual cuando menos no puedo recordarlo de cómo pudiera ser, pero si sé que cuando yo nací era Juez de Paz de mi pueblo y entonces el acta de mi nacimiento está firmada por él, dado que entre otras de las misiones que se encargaban a dicha clase de Jueces, lo era el del Registro Civil de la localidad, y al haber visto yo y consultado la referida acta de nacimiento, de ahí me viene  el conocer ese detalle de mi abuelo paterno, que se llamaba Rafael Galán Fuentes.

Pero como ya habréis observado, no es de esa cuestión de la que quiero, y así haciéndolo estoy, escribir en esta entrada, si no sobre la titulación de la misma, que no es otra que la de "HOMBRE BUENO".

Comenzaré diciendo que estos Jueces, cuando menos en tiempos de mi niñez y juventud,  no era necesario que tuvieran conocimiento de derecho, no sé a propuesta de quien, ni así mismo quien los nombraba, pero si que habían de jurar su cargo ante el Juez de Primera Instancia e Instrucción del Partido Judicial al que correspondiera la localidad donde habían de ejercer, y otra de sus misiones era resolver los expedientes de juicios de faltas que se sucedieran por la comisión de infracciones que estuvieren tipificadas como tales en el Código Penal.

Como citaba al principio del párrafo anterior y dado a que la inmensa mayoría de los mismos carecían de la formación jurídica para los fines que eran nombrados, misión que les era informada por, en mi pueblo por ejemplo, el Secretario del Ayuntamiento, que a su vez también lo era del Juzgado de Paz.

Y aquí si viene ya lo de la titulación de la entrada. Cuando, generalmente por la Guardia Civil o por los Guardas Jurados, era denunciada alguna persona por una infracción que no constituyera delito, y por tanto se encargaba de ello el Juzgado de Paz, antes de celebrarse el juicio oral correspondiente, solían ser citadas las partes para el "Acto de Conciliación", que se llamaba, y así lo sigue siendo. En las citaciones que por el Secretario se expedían y firmadas por el Juez de Paz, a cada una de las partes se les exponía el detalle de que debían de comparecer al citado acto, acompañados de "HOMBRE BUENO", y que realmente los mencionados hombres buenos, eran en la inmensa mayoría de las ocasiones, los que decidían la solución que debía dársele al caso, y que generalmente era aceptada por las partes, sin que se llegara a la celebración del juicio correspondiente. Recuerdo de dos vecinos del pueblo, ya bastante mayores cuando yo era niño, que estaban considerados como "hombre bueno", uno se llamaba Bartolomé y otro Fausto.  Esta información me fue facilitada por mi padre, y no sé, si lo fue a petición mía, o que vendría al caso por algún motivo.

Recién finalizada la Guerra Civil, nombraron un Guarda Jurado que era conocido por el apodo de "El Chiquín", de triste recuerdo por una cuestión, que según decían, sucedió a un familiar mio. Pero también estaba enemistado con mas de las gentes de medio pueblo, ya que denunciaba por las cosas mas insignificantes, al punto de que tuve la ocasión de ver muchas de ellas, y no pocas lo eran por lo que denominaba "arrollamiento de propiedad" que consistía que una persona pasaba por la finca sin consentimiento del propietario, aunque la finca estuviere de erial, o sea sin cultivar ni labrar.

He citado el dato del "Chiquín", que creo estaba clasificado todo lo contrario, de lo que el Juez de Paz, recomendaba a los infractores de faltas cometidas, de ir acompañados, no de este guarda jurado, si no de "hombre bueno".

Hoy, no dudo de que existan también infinidad de "hombres buenos", pero no creo lo sean con la imparcialidad que para el trámite de todos aquellos casos se comportaban los de entonces,  al punto de que como he dicho, lo que ellos decidían en sus resoluciones, eran aceptadas sin reparo alguno por las partes implicadas.

Bueno puede ser que alguien considere un "rollo", esto que he escrito hoy, pero cuando menos novedoso para la mayoría si creo lo ha sido.

Hasta la próxima entrada.

miércoles, 9 de septiembre de 2015

Viaje al pasado


Ayer realicé un viaje de esos que pueden clasificarse de ir al pasado, pero no de un pasado reciente, si no nada menos que de sesenta y cinco años atrás. Ayer estuve, diremos que en el emplazamiento donde estaba ubicado el primer cuartel de la Guardia Civil en el que me alojé cuando yo  ingresé en el Cuerpo.

Ello me llevó, a tener dos impresiones, pero totalmente opuestas la una a la otra. ¿Y por qué digo esto? Sencillamamente porque así fue. Y lo fue, primero, porque me hizo una gran ilusión de volver a aquel lugar donde llegué por primera vez precisamente el día 27 de julio de 1950, cuando tenía veinticinco años de edad y comenzaba mi andadura por la que había elegido como profesión, que lo era como Guardia Civil. Pero lo contrario me sucedió, y que fue la decepción sufrida, cuando el ambiente aquel que rodeaba todo el  entorno donde permanecí catorce meses desempeñando mi servicio, estaba totalmente desconocido y tan diferente a como lo era cuando por primera vez llegué, que si no hubiere sido por dos cuestiones fundamentales, dificil me hubiere resultado  decir, que aquello era lo que me encontré y existía a mi llegada.

Comenzaré diciendo que aquel cuartel estaba ubicado, junto a lo que le daba su nombre, que lo era junto a una de las torres que a lo largo de la costa malagueña la jalonan, aunque ella lo fuera; y siéndolo sigue,  de forma cuadrangular y las demás lo son; de forma redonda, y cuya torre se denominaba, y aun se la sigue llamando "Torre de la Sal", la cual daba el nombre al Puesto de la Guardia Civil constituido en aquel acuartelamiento que oficialmente era, Puesto de Torrelasal" (así, de corrido era su nombre).

La otra cuestión, era todo aquello que la propia constitución física de la costa, desde las inmediaciones de la lengua del agua hasta el interior del mar adentro, como nartural resulta no podía haber sido modificado, entre ello tambien una roca que sobresale de la superficie y a la que se le conoce con el nombre de "Piedra Paloma".

A unos doscientos cincuenta metros del acuartelamiento, en aquellas fechas, existía un pequeño cortijo que se conocía por María Burgos, que sin duda sería el nombre de su propietaria. A partir de todo lo reseñado, todo era campo abierto, donde los cigarrones podían saltar a su antojo, donde las lagartijas corrían a sus anchas y se alimentaban de cuantos insectos hallaban por doquier, en donde los niños, hijos de mis compañeros del Cuerpo,  jugaban sin impedimento alguno en sus correrías, y donde junto al cortijo antes citado existía una fuente de donde nos proveiamos del agua precisa y de la que se carecía en el edificio del acuartelamiento. Pero de todo esto, ya nada existe, el cortijo ha desaparecido y el solar que ocupaba el mismo y   todo aquello que era campo, está cubierto de edificaciones como viviendas en las que seguro seran propiedad de gentes de diferentes paises, e incluso continentes;  que  próximo a cuanto baten las olas  y a la izquierda de la torre conforme se mira hacía mar adentro, existe uno de los llamados chiringuitos, y que en aquellas fechas, era el lugar donde los varones residentes en el cuartel realizábamos nuestras necesidades fisiológicas al carecer  donde poderlo realizar en el interior del cuartel, que de las edificación del propio cuartel no queda señal ni siquiera de sus propios cimientos, y así un largo etcétera, que deja totalmente irreconocible en varios kilómetros a la redonda todo aquello que desde el tan repetido cuartel podía divisarse.

Contemplando ese panorama, se me venía al recuerdo que con toda seguridad ninguno de los nueve compañeros, comenzando por el Brigada Comandante de Puesto, el Cabo y siete Guardias, además de mí, que componiamos la fuerza del mismo, solo yo continuo por estos mundos de Dios, y que algunos de los mismos fallecieron hace mas de cincuenta años.

Que yo cuando allí llegué con la categoría inferior en el Cuerpo, como era la de Guardia 2º, hoy hace ya más de treinta y cuatro años que estoy "retirado", como se dice en el argot de la Guardia Civil a la jubilación,  y que lo hice con el empleo de Subteniente; que actualmente, tengo uno de mis hijos que perteneciendo al Instituto en el que yo ingresé con la inferior categoría de todas, el ostenta la máxima (la de General); que aquellas 420 pesetas de sueldo, mas 189'58 de gratificaciones, lo que hacía 609`58, resulta el citarlo hoy, una cantidad irrisoria, que el acuartelamiento donde residian varios componentes del Cuerpo y algunos con esposas e hijos, careciera de luz eléctrica, agua corriente,  e incluso de servicios donde realizar sus necesidades fisiológicas, y todo lo demás que citado llevo, me lleva a tener que aceptar el como se encuentran todos aquellos entornos y la propia desaparación del edificio del acuartelamiento, y el reeconocer que yo mismo voy ya formando, que se yo, aunque sea una cienmillonésima parte de la historia en la época en que me ha tocado vivir. Y así, mirándome al espejo, digo para mis adentros, yo he ido cambiando a la par que lo han hecho todas esas cuestiones que he tocado en esta entrada. Por ende, y como he citado en varias ocasiones, el cambio en todos los órdenes de la vida desde que comencé a tener conciencia de mi existencia, hasta este momento en que estoy terminando de redactar esta entrada y por el medio que lo estoy haciendo, como solemos decir, sin eufemismo en su definición, los viejos, eso de "cómo pasan los años".

Pero eso sí, por momentos y en esos instantes en que mis pies hollaban aquellas partes en que lo hice, hacía sesenta y cinco años, mis sentimientos volvieron a ser aquel joven Guardia segundo que el 27 de julio de 1950, llegaba a Torrelasal. No obstante, puedo decir henchido de alegría, que nunca, nunca, nunca, ni siquiera en mis mas ilusionantes sueños. podría siquiera haber intuido lo gratificante que Dios y el Destinos me han deparado con el paso de todo ese devenir.

 

Hasta la próxima entrada.

sábado, 5 de septiembre de 2015

La serenata



Como en no pocas ocasiones, mi amiga Carmen Mancera ha señalado, en mis tiempos los jóvenes como en los pequeños pueblos no había casi nada, o para mejor decir nada, donde ir pasando el tiempo, nos las habíamos de ingeniar a fin de tratar de hacerlo más ameno y divertido posible y que sin duda la mayoría de las veces se conseguía el pasar "buenos ratos", o pasarlo güay como hoy se dice.

También, por cuanto se refiere al hecho, que cuando yo era joven le dábamos a echarnos novia, pero otra clase de novia a la que hoy se estila, lo ensalzábamos al punto de que cuando se formalizaba un noviazgo, incluso te llevaba al principio, de pasar las noches de vela en vela, y creo, aquellos amores tan adentro del alma llegaban, que quizá, y no tan quizás. era uno de los eventos mas importantes que se te daban a lo largo de la existencia.

Una de las costumbres que durante mi juventud existían en mi pueblo, era el de "echar una serenata". ¿Y en que consistía echar una serenata? Pues nada menos, pero también nada más, que siempre ya de madrugada, aunque a primeras horas de la misma, con algunos instrumentos musicales, interpretarle debajo del balcón o junto a la ventana, donde ella dormía,  alguna pieza de las que mas en boga estuvieran en esos momentos, o de esas que suelen hacer época, y nunca pasan de moda,  a la mujer que pretendías o ya era novia tuya.

En aquellos mis años mozos, y con esto quiero rendirle un humilde homenaje, había dos señores, uno creo de la edad de mi padre poco mas o menos, incluso tenía una hija que era uno o dos años mayor que yo, llamado Bautista, era zapatero, estaba viudo y tocaba la guitarra bastante bién, para lo que en el pueblo había.  Otro, éste justamente diez años mayor que yo, se llamaba Rafael Pérez Molero, pero conocido por el apodo de "Tonete", y que tocaba el laud, tambien bastante bien y de los pocos que en el pueblo tocaban tal instrumento.

Generalmente cuando estábamos reunidos unos cuantos jovenzuelos (a lo mejor sin llegar siquiera a los veinte años), y un tanto alegres tras habernos tomados unas copitas. Los que tenían novia, o alguno de los que a lo mejor pretendíamos de amores a alguna mocita del pueblo,  se nos venía el deseo de echar una serenata, y hála, enseguida ir a buscar a Bautista y a Tonete, que incluso algunas veces se les cogía ya acostados, llamábas a la puerta y le pedías por favor que querías, junto a otros,  ir a echar una serenata a las novias o pretendidas, y no recuerdo de que, salvo que estuvieren enfermos, se negaran a ello ni una sola vez, y accediendo al favor pedido, con sus respectivos instrumentos en la mano, allá que recorriendo varias calles del pueblo y dirigiéndonos junto a las casas donde residían las elegidas, entre ambos concertistas y algunas veces acompañados por el coro formado por los serenatistas, se tocaban y cantaban una o varias canciones de las que mas famosas lo fueran, bien por estar de actualidad o aquellas que como citaba anteriormente, nunca pasan de estarlo.

Los que leyendo hasta ahora lo habeis hecho, seguro os habréis preguntado cuánto nos costaban los músicos... Y sorpresa, ni un céntimo. Ellos, si podía decirse lo " hacían por amor al arte " y nunca mejor dicho, y lo único que pillaban era alguna copita del licor o bebida que contuvieran las botellas que llevábamos y que de vez en cuando se echaba una rueda.

Y aunque parezca el decirlo un tanto exagerado, cuando en el silencio de la noche escuchabas de aquellos dos hombres, de lo que uno podía ser tu padre, y el otrro diez años mayor que tú, poniendo todo su sentimiento, como lo hacían, lanzaban al viento la notas de aquellas canciones, conseguían erizarnos el vello,  y en muchas ocasiones la joven a quien se dedicaba la serenata, abría  la ventana o el balcon donde dormía y se asomaba para dar las gracias, o también la madre de la misma con igual motivo, en raras ocasiones lo hacía el padre, el que dedicaba la serenata no podía por menos que darse por henchido de satisfacción, aunque esto parezca un tanto cursi el decirlo, pero así era.

Aquellas serenatas nos restaban algunas horas de sueño, dado que generalmente se hacían en los días festivos y al siguiente casi todos, o todos los asistentes, incluso los músicos teníamos que ir cada uno a su trabajo, pero bien merecía la pena, por la satisfacción y el deleite  que aquellos momentos nos proporcionaba.

Como citaba en un párrafo anterior, con esta entrada a la vez que señalar uno de esos tantos de mis recuerdos, rendir dentro mi humildad, un señalado recuerdo y homenaje a Bautista  y Tonete, por aquellas muchísimas horas de sueño y de tañer sus instrumentos, la guitarra y el laud, y todo ello sin exigir ni percibir contraprestación alguna.

Y ahora, e independientemente del tema expuesto en esta entrada y como quiera que momentos antes de comenzarla  he estado leyendo algunos comentarios puestos por mi gran amigo Daniel Torres a entradas anteriores. Amigo Daniel: te digo una cosa, ojalá pudiera yo leer los comentarios que me colocas en cada una de ellas antes de yo escribirlas y así tendría la mejor de las bases donde aprender algo y con ello poder mejorarlas en lo que posible fuera, aunque no creo pudiera siquiera con ello ir a tu zaga, pero algo se me pegaría. Y me repito, amigo Daniel gracias por ello, que lo que me demuestras es que me cuentas como tu amigo y que para mí eso, es el mayor de los honores que puedas hacerme. Un abrazo.

Hasta la próxima.