Fuente: http://www.desmotivar.com/
Cuando al ver la fotografía que en mi entrada anterior había colocado mi editor, me produjo cierto estremecimiento, cuando ahora me disponía a realizar nueva entrada, he vuelto a la contemplación del portalibros que figura en dicha foto, y si cuando la vi entonces me caló bastante en el ánimo, hoy, tan profundo me ha llegado la impresión al volver a verla con más detenimiento, que me ha llevado a cambiar de opinión por cuanto tenía de señalar en esta fecha y, volver a hacer mención al tema anterior.
A este respecto voy a señalar, que excepto las correas que envuelven el portalibros de esa foto, sobre todo las tapas del mismo, son un fiel reflejo del que yo tenía cuando lo llevaba a la escuela. La misma clase de madera, el mismo color, una de las esquinas con una señal como de haber llevado un golpe, y tan parecidas son, que incluso no he podido remediar, que la misma emoción me haya llevado a que unas lágrimas asomen a mis ojos. Aunque en muchas ocasiones he comentado, de que al igual que le sucedía a mi padre, soy de lágrima fácil, cómo es posible que esa percepción que retenida en la memoria debo tener almacenada y de lo que seguro hacía allá cuando menos ochenta años yo no me había acordado de mi portalibros y mucho menos cual era su forma y clase, me ha hecho volver mis recuerdos hasta aquellos tiempos, tan distantes y tan distintos a los actuales, pero a la vez también, me han traído ese sentimiento de mis propios padres, de cómo era aquella casa llena de niños, muchas carencias, pero que en principio tanta dicha se gozaba, aunque pocos años después, y durante varios más, fuera todo lo contrario. Hoy, cuando agradezco a mi editor, la suerte, y por que no, el acierto, que ha tenido al elegir dicha foto, que más bien parece la hubiere hecho de aquel "portalibros" que sin duda alguna dejo de ser tal, cuando quedaba abandonado en casa de mis padres, cuando el 9 de octubre de 1936 salíamos del mismo con motivo de la Guerra Civil Española. Qué sensibles se vuelven las "personas mayores" cuando recuerdos, como este de mi portalibros nos llevan hasta nuestra infancia, que pese a todo, esa etapa de la vida en toda persona, y cuando los demás lleguéis hasta alcanzar los años que yo tengo lo comprenderéis mejor, un no se qué, te hace vibrar dentro de lo mas profundo del ser. Esta entrada, que a los demás que podáis leer su contenido, no llegue a deciros nada, perdonar que yo la haya traído a colación otra vez, pero como dejo dicho, es como si hubiere recibido un valioso regalo, que por el mero hecho de hacerme recordar a esos seres queridos, que años ha nos dejaron, dejan en mis sentimientos cierta gratitud, y que cuestión tan baladí para cualquier otra persona, a mí tanto me ha llenado.
Hasta la próxima entrada, que prometo no tratará de un portalibros. Reitero mi agradecimiento a mi editor por tan meritoria e inesperada fotografía.
2 comentarios:
Agradezco el halago, aunque he de decir que la elección de la fotografía de la entrada anterior ha sido una de las pequeñas casualidades que hacen que la vida nos sorprenda día tras día... ;P
Me encanta como relatas tus vivencias y el recuerdo tan feliz que guardas de tu niñez a pesar de las adversidades, por ese motivo hay personas resentidas y amargadas, tu tienes la suerte de sacar la parte positiva de la vida, así te va de bien. Que casualidad lo del portalibros, es verdad que hay momentos que algo, un objeto, un olor.... te transporta a la niñez, cuando éramos tan inocentes y tan felices. Hasta la próxima, que espero que sea pronto. Bss.
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