Si el motivo de que haya traído al título de esta entrada la lleváramos al símil taurino, creo me hubiera merecido la concesión de dos orejas, rabo y unas cuantas vueltas al ruedo. Pero me parece que estoy dando la sensación que me he ido por los cerros de Úbeda, y antes de explicar a que se ha debido esta titulación, he comenzado por elucubrar sobre su merecimiento. Por tanto, y antes de hacer esperar mas a mis queridos lectores, y perdonar esto de "mis queridos lectores", que parece un exceso de autobombo, allá va la causa y motivo de esta entrada.
Vamos a ello. Se trata nada más, y nada menos, que de mi abandono del vicio de fumar. Creo recordar, corrían los últimos días del mes de enero de 1975, me hallaba en el Bar del Cuartel de Las Palmas de la Comandancia de la Guardia Civil de Granada, en horario próximo a la comida del medio día, tomándonos una copita de vino, en unión de algunos compañeros, que formábamos parte del Curso de Desactivación de Explosivos, que se celebraba en dicha Ciudad. Al encender un cigarrillo, y que en las prácticas del curso se nos tenía prohibido hacerlo, seguro en mi instinto quería desquitarme del bastante tiempo que a lo largo de la mañana se nos prohibía su ejecución, daría una chupada con tal ansia al mismo, que me produjo un ataque de tos que duró algunos minutos, de lo que confieso me produjo no poca vergüenza ante mis compañeros. Añadiré a ésto, y lo hago por primera vez, que aquella mañana llevaba rumiando tomar dicha determinación, cuando el día anterior, mi hijo mayor que a la sazón se hallaba iniciando el primer curso en la Academia General Militar de Zaragoza, me había comunicado tenía un examen, creo recordar de cierta importancia, y un cierto temor de no aprobarlo, ante lo cual me venía a mente, la promesa de abandonar el vicio, ofreciendo el sacrificio a que salvara con éxito su temor, aunque yo en mi fuero interno, tenía la confianza de que así iba a ser.
Haciendo un alarde de "machote", unos cuantos cigarrillos de tabaco rubio, que llevaba algún tiempo en que me había pasado a consumir, en vez del negro que desde mis comienzos en el hábito lo había venido siendo, y que guardaba en una pitillera, los repartí a mis compañeros, guardando solo uno, que prometí allí estaría, como permanente testigo de tan importante decisión.
De aquella pitillera, aquel cigarrillo y el encendedor, distinto y más moderno que el "mechero" al que se refería mi entrada anterior y cuyo modelo utilizaba en el inicio de mi llegada al consumo del tabaco (espero mi editor coloque al comienzo de la presente entrada la fotografía). Y estos sí son los que utilizaba en el último estertor de mi vicio y hábito del fumar, que si me llevó casi treinta y seis años en que permanecí fumando, rebasan ya los treinta y ocho en que lo abandoné, aunque realmente en asistencia a bodas, comidas, o actos de ciertas celebraciones, en alguna que otra he llegado a fumarme un cigarrillo, y que ya las últimas veces en que lo hice, mas que producirme placer, lo era todo lo contrario. No obstante y como mientras estoy relatando estos hechos me ha sucedido, retrotrayéndome en el tiempo, setenta o algunos años mas, me han venido al recuerdo aquellos inicios en que durante los llamados "cigarros", que consistían en unos pequeños descansos durante el trabajo en el campo, el deleite que me producía cuando en plena naturaleza, contemplaba como aquellas volutas del humo que salía de aquellos primeros cigarrilos que me fumaba, comenzaban a elevarse en el espacio al tiempo que se iban disipando hasta su total desaparición.
Y por último, y para demostrar lo que he dado en llamar en su título como "UNA GRAN FAENA", lo es nada más y nada menos, como citaba al principio, que de no haberlo hecho, tengo y tened, la plena seguridad, que de no haberlo hecho, hoy, no estaría aquí, concluyendo este relato y esa pitillera, ese cigarrillo rubio, que extremadamente seco, y ese encendedor de la fotografía, que encabeza esta entrada, sí permanecerán en mi poder, si Dios quiere, hasta el final de mis días. Pues, si finalmente, el dejar de fumar, me ha traído, a como cito anteriormente, continuar viviendo, durante el tiempo que estuve fumando, sobre todo en mi juventud, lo recuerdo con cariño el deleite que semejante vicio, o hábito, me producía. Esto no quiere decir, ni por asomo, el que yo invite a ningún joven a que se inicie en el vicio, y realmente, me siento gratificado, con que ninguno de mis nietos, todos varones, entre las edades de los veintisiete a los dieciséis años, que yo sepa, ninguno de ellos fuma. Que así sigan.
Hasta la próxima entrada.
Hasta la próxima entrada.
8 comentarios:
Al leer la entrada, he tenido la sensacion de que aun "le llama" el cigarrito, y esperamos la foto Sr. editor.
Fuerte Abrazo
Alguna vez bajé al kiosko a comprarte un paquete de Goya...
Y yo recuerdo la televisión puesta por la noche en un ambiente de bruma por el humo.
Amigo Luis, ya veo que tan p`rondo realico una entrada ya estas ahí leyéndola. Gracias otra vez.
Carlos bokeron, no eran Goya, si no Celtas largos, que constaban un duro, y te tiramas un rato llorando porque te diéramos un duro, y al momento asomabas con el paquete de Celtas. De esto hace ya la friolera de cincuenta años.
Bienvenido a estos comentarios de mi blog a "Unknown" y que con este nombre no tengo ni idea de quien pueda ser, y casi seguro no lo conozco, no obstante y como digo, bienvenido, gracias y un abrazo.
¿Las Palmas? ¿He oído Las Palmas? Mira que me cojo el Fred.Olsen y me planto allí en una hora...jejeje.
Comentario patrocinado por www.fredolsen.es
Hiciste muy bien dejando el "vicio" que ya veo que para ti resultaba muy placentero, pero seguro que el hacerlo te ha ayudado a llegar a tu octogenariedad como tu lo llamas, en plenas facultades " físicas y mentales" .... Ji ji. Bss.
Lo leo pronto porque soy un admirador, y en breve me firmara un autografo como hacen los cantantes y futbolistas.
Buena foto Sr. Editor
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