viernes, 28 de septiembre de 2012

Llovió en Málaga. ¡Vaya si llovió!


Uno de mis gustos, no se si algo raro, es ver llover, y si a eso se le agrega las primeras aguas del otoño, después de la sequía de varios meses de verano como sucede, no solo en Málaga, sino en toda Andalucía, y esas primeras aguas traen ese olor inconfundible de "tierra mojada", que para mí es un "perfume", es el no va más del regodeo. Pues sí, finalmente ha llovido en Málaga, que no lo hacía creo desde el mes de mayo último, y aunque aquí en la capital, sobre todo esta noche pasada, ha llovido bastante, lo sucedido en algunos puntos de la provincia ha sido un verdadero desastre. Pero lo de ampliar esta noticia no es de mi competencia, y lo que solo puedo hacer es lamentarlo, y principalmente sentir la pérdida de dos vidas humanas, creo, han ocasionado las fuertes lluvias.

Como consecuencia de la llegada de esas lluvias, ahora si podemos decir que tenemos aquí la estación astronómica del otoño. En no pocas ocasiones he oído comentar a mucha gente, que esta estación les produce cierto estado depresivo en el ánimo, y sin duda otra de mis rarezas, puede ser que a mi me gusta esta entrada del otoño, pero no en sí por llamarse otoño, sino que a mi lo que me encanta principalmente, es este cambio notable en el descenso de las temperaturas, dado a que el calor nada me conforta, sino que suele agobiarme bastante.  Y ya que sin proponérmelo, parece que esta entrada  voy a dedicármela a mí personalmente, sigamos en ello, no sin antes pedir perdón a cuantos sean osados de leerla, por lo que pueda parecer de un exceso de autoestima, que creo no es mi forma de ser, pero a lo mejor como suele decirse, "el mejor escribano echa un borrón", pero no soy yó quién haya de juzgarme. Sigamos con el otoño.

Otro de los encantos del otoño, para mí se refiere, es el tener la necesidad de echarte algo de tapa por la noche al meterte en la cama, que produce un regusto al recordar ese no dejar de moverte en la misma, cuando el calor ni siquiera te deja dormir. El simple hecho de caminar, principal actividad de las personas de la tercera edad (definición que más bien es una cursilada) se hace con un ánimo mas decidido y sin el agobio que el calor nos produce. ¡Que esto me refiero a los viejos, y que en no pocas ocasiones desistimos de hacerlo por lo mismo!

Otra de las cuestiones, y de lo que anticipadamente pido perdón porque pueda parecer que quiera aparentar otra cosa, ya que sinceramente me considero solamente un "arrejuntaletras", es que en estas condiciones meteorológicas como son las que se ocasionan por estas latitudes en el otoño, es la predisposición a ponerme a escribir lo primero que se me antoja, como hoy me ha sucedido, sin que me cueste trabajo alguno en lanzarme a ello, y hasta me da la sensación de que lo que hago, hasta como se dice en mi pueblo,  "parece de mejor familia".   

Lo único que del verano echo de menos, y hoy tambien toca por lo visto lo de pedir perdón a cada momento, y es que no quiero se me tome por "un viejo verde", es lo que en la vestimenta femenina se dejar ver en quienes las visten y lo que en la imaginación de los pasados en años nos obliga a imaginar por lo que no se ve, que es cuanto nos queda, y cómo no, ello nos lleva hasta aquella lejana juventud donde solemos decir para nuestros adentros: ¡Cómo han cambiado los tiempos!

Bueno ya está bien por hoy que no quiero seguir metiendo la pata. Hasta la próxima.

domingo, 23 de septiembre de 2012

El deshollinador


Quienes tengan la osadía de entrar en este blog después de seis días de sequía blogera, se preguntaran al leer el titulo puesto a la misma: "¿Pero que es eso de "deshollinador?"

Pues, es una profesión que los jóvenes y también los no tan jóvenes, no tendrán ni la más remota idea de que existiera, o hubiere existido nunca, y por lo visto, aún cuando menos en Málaga, existe alguna que otra empresa que se dedica, entre otros, a ese menester de deshollinador. Esto lo digo, porque precisamnente lo he consultado en ese medio del que en mi juventud nunca podiámos siquiera imaginar llegara a existir, como es Wikipedia.

Desde que tengo uso de razón y allá en mi pueblo, hasta que por razones de buscarme la vida fuera de allí me marché del mismo, era frecuente observar salir unas grandes llamaradas de la chimenea de alguna de las casas del pueblo, y que producían una humareda de un color negrísimo. Y claro, como en Villaharta nos conocíamos todos y sabíamos cada cual donde vivivía, con solo el mirar hacia el punto de donde se veían las llamas y el humo, surgía de momento el acertado veredicto: "la chimenea de la casa de fulanito o menganita, que está ardiendo". Y os preguntaréis a su vez, eso como consecuencia de qué. Pues todo ello no obedecía a otra causa que el humo de la lumbre o candela que durante muchas horas del día estaba encendida en aquellas fechas en todos los hogares de la localidad, el humo que ese fuego producía, iba dejando sobre las paredes de la propia chimena una materia grasa y de un color negrísimo, a lo que se conocía, y se sigue conociendo, con el nombre de hollín, que cuando llegaba a cierta cantidad, cualquier chispa que saltaba del fuego prendía sobre el mismo, y se ocasionaban esas grandes llamaradas y también desprendia aquellas humaredas de color tan negro. Y vuelvo a suponer nuevamente, que podréis preguntaros otra vez: "¿y eso no podía evitarse limpiando de hollín las chimeneas?". Pues sí, pero parece venirme al recuerdo algunos comentarios que, generalmente las mujeres, que eran las "amas, y también las reinas, de la casa" solían hacerse, y era eso de que "es peor el remedio que la enfermedad", y perdonarme la frecuencia de los entrecomillados. Pues, en alguna que otra ocasión, pude presenciar la limpieza de una chimenea y el polvo negrísimo que ello producía, llenaba toda la casa, al punto de que había que proceder a quitar los efectos de toda la parte en que hubieran llegado aquellas polvaredas del hollín, lo que resultaba de más trabajo, y a la vez costoso, que el dejar que el fuego procediera a eliminarlo, y que no recuerdo que en ninguna ocasión, el fuego de una chimenea se extendiera a otros compartimentos de la casa o de las colindantes. Y eso sí, aunque aquellas humaredas contaminaran un tanto  el ambiente, eran tan pocas las cuestiones contaminantes de aquella época, que en nada, ni los mas exigentes defensores del medio ambiente de hoy, hubieran tenido motivo para protestar.

Vaya, que después de tantos días, haya sido tan negra la materia tratada en esta nueva entrada...

Prometo que otro día será mas interesante y de color mas alegre. Hasta la próxima.

lunes, 17 de septiembre de 2012

¡Sesenta y cuatro años!




Corría el 17 de septiembre de 1948 y por tanto hoy se cumplen sesenta y cuatro años. Sí,  sesenta y cuatro años se cumplen hoy en que fuí licenciasdo de la mili. De aquella fecha tengo un recuerdo agridulce, o para ser exacto y llamando a las cosas por su nombre, sin duda era el primer fracaso rotundo en el caminar de mi vida. Podrá parecer extraño que cuando todo soldado de reemplazo, como aquel día todos cuantos iban conmigo, o para mejor decir, yo con ellos, en el tren y que nos devolvía a nuestras casas después de terminados dos años y medio de mili, cantaban, reían y bebían gozosos, al punto de que no pocos íban con lo que podríamos decir una mediana "melopea", a mí no me alcanzaba el ánimo, para poder alternar con ellos, sino que una cierta preocuopación me invadía, por lo que yo consideraba, y en realidad era, como cito anteriormente, un fracaso rotundo a todo cuanto habían sido mis planes cuando aquel 6 de abril de 1946, yo voluntariamente me íba a la mili.



Cito lo de voluntariamente porque a cuantos trabajábamos en las minas de carbón, como yo lo hacía en la fecha de mi incorporación al Ejército, se nos permitía seguir trabajando en la faena que veniámos realizando y para todos los efectos se nos consideraba como si hubiéramos hecho la mili. Pero yo, tomé la determinación de irme al ejército, por dos cuestiones principalmente. Una, y no por ello la principal, porque el único trabajo que hasta aquellas fechas había realizado era el único al que si no lo odiaba, si me suponía gran sacrificio de ánimo el realizarlo; y la segunda, el pensamiento y deseo que yo desde hacía algunos años tenía en mente, que no era otro que el de alcanzar algo en la forma en que "buscarme la vida", distinto a como era el trabajo en la mina, como temía podía suceder, y así sucedió, volver a lo que de propio había decidido dejar, y en su consecuencia la pura realidad era el fracaso rotundo de lo que mi proyecto había sido. No obstante ello, y como en anteriores entradas en este blog he señalado, de los dos años y medio que permanecí en el servicio militar, veintiséis meses los pasé en las Oficinas de la Capitanía General de Sevilla, en donde, y también señalado en varias ocasiones conseguí hacerme un buen mecanógrafo, que aunque hoy pueda parecer un tanto casi ridículo el señalarlo, comparado con los trabajos que hasta mi incoporación  a la mili había realizado, era todo un éxito su consecución, y que si no en aquellos momentos de mi licenciamiento no me sirvió para nada, en mi posterior vida en la Guardia Civil, fue la causa de mi dicha en todos los sentidos, tanto profesionales como personales.

Un compañero mío en las oficinas donde había prestado mi servicio, llamado Manuel Arroyo Clares, y desconociendo totalmente mis secretos sentimientos personales en aquellos instantes, considerando él que el ser licenciado sería para mí la inmensa alegría que para la inmensa mayoría  de los que en mi situación se hallaban, me preparó un especie de escapulario con dos rótulos en una cuidada letra gótica, en los que recuerdo se leía "Adiós Serva La Bari, y las muchachas de la Ciudad Jardín". Por afecto a mi gran amigo Arroyo, llevé colgado aquella especie de escapulario que con tan buena intención me había preparado, hasta mi llegada a Córdoba en que me lo quité y lo metí en la maleta, al bajarme del tren  y tomar un coche de línea para llevarme hasta el cruce a dos kilómetros de mi pueblo, pero como he dejado bien sentado, mis ánimos no estaban para muchas celebraciones, donde sabía que en escasas fechas, me estaba esperando el trabajo en la mina, como me sucedió y posiblemente dentro de unos días haga una entrada especial en el blog, aunque creo recordar ya lo he hecho en otra ocasión o por lo menos en  mis memorias si lo dejé bien claro, lo que el primer día de vuelta al trabajo en la mina supuso para mí, anticipando que ha sido con toda seguridad, uno de los días más ingratos de mi existencia. Gracias a Dios, aquello no duró mucho y poco después, mi destino cambió al punto de llevarme a lo que hasta hoy ha sido un dichoso caminar. Así que hasta la próxima entrada.           
   

jueves, 13 de septiembre de 2012

Oficios o profesiones que han desaparecido


En la mañana de hoy, bien temprano por cierto, estuve leyendo un correo recibido en la tarde de ayer, en el que se trataba del oficio de "afilador", desaparecido ya totalmente desde hace algunos años. En dicho correo se acompañaban fotografías de algunos de los que ejercieron dicha actividad, también del carrito que empleaban para su trabajo, así como varios dibujos relacionados con esa profesión. Dichas fotografías y dibujos, las que observaba con gran detenimiento, me daban la sensación de retrotraerme hasta allá aquellos años de mi infancia, donde era frecuente la aparición del afilador tocando una especie de flauta o "chiflo", como creo la llamaban en algunos sitios, yo concretamente no se ciertamente cúal era su verdadero nombre, anunciando que se afilaban cuchillos, tijeras y otros objetos cortantes.

Incluso a mí, que nací y fuí creciendo presenciando con toda normalidad aquellos hombres que empujando un carrito con su rueda, su pedal y la piedra esmeril, recorrían las calles de mi pueblo invitando a las señoras a sacar sus utensilios que precisaran de su trabajo, leyendo y contemplando el mencionado correo esta mañana, me daba la sensación de estar presenciando una actividad de aquellas que ya se perdíeron en tiempos remotos, y pensaba: ¿qué no les parecerá a los jóvenes de hoy que tengo la certeza de que la mayoría ni siquiera saben que existieron tales oficios? Restregándome un tanto los ojos, volviendo el recuerdo hacia atrás, no podía por menos de traerme a la realidad los muchos años que llevo transitando por este mundo de Dios, y a su vez también a la memoria otros oficios o actividades que lo eran asímismo frecuentes por aquellos tiempos, de los que hoy voy a señalar solamente uno, como era la de "cosario". Y a grandes rasgos voy tambien a explicarles a los jóvenes y no tan jóvenes de hoy, en que consistía dicha actividad, de la que también estoy seguro no tienen ni idea del cual era.


Pues sí, en los pueblos, generalmente pequeños, estaban esos cosarios, que desde los mismos solían trasladarse a la capital más próxima, o pueblos importantes de la comarca, donde se dedicaban a "mercar", como en el lenguaje popular de la época solía decirse, los encargos que los vecinos de su localidad les hacían y a cuyas adquisiciones les aumentaban el tanto por ciento estipulado, y con ello procedía a resarcirse de los gastos de su viaje y tambien a proporcionarle la ganancia necesaria, que como tal trabajo le era necesaria como en otra cualquier actividad. Recuerdo que en mi pueblo, estuvo unos años ejerciendo este oficio, un hombre llamado Jenaro, que en sus tiempos tambien fue cabrero, y por encima de todo, estaba dotado de ciertas facultades como poeta. Con anterioridad a la Guerra Civil, fue el que componía las canciones o coplas que  las comparsas cantaban en los carnavales, y según se comentaba, en no pocas ocasiones las propias autoridsades locales tenían que recurrir al diccionario para conocer el significado de no pocas palabras de las que figuraban en dichas coplas. Dicha atividad de cosario, igualmente a los mismos que citaba antes, les sonará a chino. Pues esa actividad, fue otra de las que con toda normalidad se ejercían durante mi niñez e incluso en bien entrada juventud. En otra entrada trataré de otras, bastantes actividades, que tambien se han ido perdiendo con el paso del tiempo y de las que también he sido testigo. Alguna ventaja tenemos que tener los viejos, o para que no se moleste alguién, personas mayores, o como con cierto eufemismo se dice actualmente, personas de la tercera edad. Hasta la próxima entrada.

domingo, 9 de septiembre de 2012

Otra triste efemérides



Hoy, 8 de septiembre, y en esa soledad que durante todo el día me ha acompañado, no he tenido por menos que pasando mis recuerdos por todos aquellos avatares de mi vida, tropezarme con alguna efémerides de esas que suelen dejar huella en el recuerdo, y en este caso y por desgracia bastante triste. Tal día como hoy pero de 1996, por tanto se cumplen dieciséis años, celebramos aquí en mi casa la última reunión de las muchísimas que cinco matrimonios amigos veniámos haciéndolo desde hacía bastantes años, Mi mujer ya venía arrastrado sus graves dolencias de las que  mucho trabajo le costaba sobreponerse. Aquel día, solo se me viene al pensamiento que pudo ser un milagro, el que tras haber asistido a misa y luego comiendo en una freiduría del barrio, como digo nos vinimos aquí a mi casa, donde la pasamos en lo que de costumbre teníamos, como era beber algo, jugar a las cartas en sus distintas modalidades de juegos, y también   al bingo, en cuyos juegos apostábamos pequeñas cantidades de dinero, todavía pesetas en aquella fecha, y de cuyas ganacias, los que lo conseguían, tenían que depositar el 50% de lo ganado para después gastarlo en comidas y otros,  en nuestras salidas de los fines de semana. Si durante algunos días anteriores a esta festividad malagueña, mi mujer se los paso metida en la cama soportando sus padecimientos  como ella solía  hacerlo, en aquella reunión yo estaba totalmente sorprendido y contento de ver la aparente mejoría que durante toda la tarde y hasta ya bien metida la noche duró la reunión. Pero todo aquello fue un espejismo, una ilusión, un deseo, quizá una esperanza tanto tiempo soñada. No había pasado media hora desde que nuestros amigos se despidieron, todo con la mayor normalidad y alegría, cuando volviéndole los vómitos que durante algunos años fueron su pesadilla y su dolor, el resto de la noche fue el comienzo de los meses del mayor sufrimiento que en toda mi vida he tenido que soportar, y así hasta casi cinco meses después, en que ella dejó de padecer, pero en mí dejó el dolor y el desconsuelo del que aún con el paso del tiempo no consigo olvidar ni tampoco y aunque parezca una contrariedad, en estos momentos doy tambien gracias a Dios por lo feliz que hizo todo el paso de mi matrimonio y todo cuanto del mismo se derivó, como fueron esos hijos y posteriormente también unos nietos que a la distancia inclusive salta a la vista de quienes son hijos. Hoy por tanto se han cumplido dieciseis años del último día gozoso de aquel matrimonio que ni soñándolo siquiera, hubiera sido tal lo fue hasta el último momento. Ella se fue, pero su olvido no llegará mientras mi cerebro se mantenga tal hoy está. Seguramente hacía tiempo no tenía una entrada en el blog de tan triste recuerdo como en esta de hoy. Hasta la próxima a ver si mi ánimo está un poco mas subido.

miércoles, 5 de septiembre de 2012

Alguna que otra batallita y muchos recuerdos


Acabo de regresar de una comida con un antiguo y viejo compañero y por añadidura buen amigo. Hacía tiempo que no nos reuníamos por causas generalmente mías, y no por falta de deseos, sino esas goteras que de vez en vez suelen presentársenos a los viejos o personas mayores. Pero hoy al fin hemos estado donde casi siempre lo hacemos, o sea en la Residencia Militar Reyes Católicos de esta bendita Málaga.

Como es propio en estas ocasiones y que  los jóvenes cuando nos reunimos los "veteranos" de cualquier profesión u oficio, todas cuantas cosas sacamos a colación y que realmente han ido formando parte de nuetras vidas, con cierto aire, sino de mofa, si de cierto sarcasmo, suelen llamarlas "batallitas del abuelo". Pues sí, hoy mi buen amigo y viejo compañero Paco Ramos y yo, hemos dado rienda suelta a traer al recuerdo muchas de aquellas circunstancias que fueron jalonando nuestro paso por esta Guardia Civil, a la que tanto él, como yo, amamos profundamente. Han pasado casi sesenta años de nuestros primeros contactos en el mismo destino, precisamente en el Servicio de Información de esta Comandancia. Fueron muchos los eventos en los que tomamos parte, y que desde luego confesando esa cierta nostalgia que se siente al traer al recuerdo hechos acaecidos sobre todo cuanto se es joven, es dificil sustraerse al comentario de los mismos, aunque muchos de ellos se repiten hasta la saciedad, y sobre todo para quienes no formaran parte entonces del mismo entorno, no dudo puedan considerarse como cité anteriormente de las mencionadas "batallitas del abuelo". Pero sin con ello a nadie se ofende, ¿porqué hemos de privarnos cuando, como hoy nos reunimos, de regodearnos con aquel pasado, y que el mero hecho de recodarlo parece quitarnos un montón de años de encima? Pero hoy tambien, hemos tenido momentos de cierta tristeza, al recordar que de los aproximadamente 20 componentes que formábamos aquel citado grupo, solamente quedamos dos supervivientes, que hemos sido los que hoy hemos comido juntos.

Una cosa en común teníamos y la seguimos teniendo, y es que los dos teníamos bigote y hoy perdura, pero el de aquellos años estaba bien arregladito y era de color negro, y actualmente, como decía el celebre tango de Carlos Gardel, las nieves del tiempo, los han blanqueado al punto que en nada podría decirse que sean los mismos.

Tambien hemos echado una partida al dominó, juego al que igualmente ambos teníamos y la seguimos teniendo gran afición, se la hemos  ganado a los que se han atrevido a ser nuestros contrincantes, y aunque sea pecando un poquito de pedante, confieso sin rubor, de que en esto yo jugaba y sigo jugando mejor que él. Aunque le costaría trabajo reconocerlo, mi amigo Paco sabe que esto que termino de señalar es verdad. Y me quedo tan pancho.

Cuando nos hemos despedido, él se ha quedado allí echando otras partidas con sus habituales compañeros de juego, he sentido ese "nosequé" al pensar de que cualquiera de estas comidas pueda ser la última. No es que me encuentre pesimista ni mucho menos, sino que se me vino al pensamiento lo que tiene una carga importante natural, ya que solo diez meses es la diferencia de edad que nos separa, y todos los mios conoceís la que yo tengo y con esto que acabo de señalar calcular la que tiene mi querido y viejo amigo y compañero, es cosa fácil. Ahora en la soledad de mi domicilio he vuelto a pasar por muchos de aquellos gratos recuerdos. Hasta la próxima entrada.