lunes, 26 de julio de 2010

26 de julio de 1950


En la tarde del día 26 de julio de 1950, en unión de otros compañeros llegaba a Málaga a fin de incorporarme a la Comandancia de la Guardia Civil de esta provincia, como Guardia recién salido de la Academia de Úbeda.

No conocía esta ciudad, salvo de oídas de cosas que de ella me contaba mi padre, que como quiera que hizo el servicio militar en Melilla, en Málaga tomaba el barco para ir y aquí desembarcaba cuando venía, aunque realmente todo ello bastante superficial, dado que su estancia, tanto en las idas como en las venidas, no era de tiempo espaciado.

Yo, mi destino a Málaga, en realidad no me produjo la menor alegría, antes bien me causó cierta contrariedad. No conocía a nadie de Málaga, tanto de la capital como de la provincia. Quizás por ello, con la añadidura de ciertos datos que a la vista estaban, me pareció una ciudad bastante sucia; su aspecto físico aparentaba cierto abandono e incluso aún se veían algunas consecuencias de la guerra civil, aunque hacía once años que había terminado.

Hoy, vuelvo la vista atrás y Málaga y yo, hemos ido proporcionalmente en direcciones opuestas, pero solo por lo que respecta a nuestro aspecto físico. Ella, ha dado un cambio tan expectacular que se ha puesto a la altura de las mejores ciudades de España. Nada de cuanto se exponía a mi vista en aquella primera visita, puede contemplarse hoy. En mi persona, tampoco. Aquel joven guapete que llegaba a Málaga en 1950, es hoy irreconocible para toda aquella persona que haga algunos años que no me ha visto personalmente. Sesenta años pasados sobre mí, han hecho verdaderos destrozos físicos Todas mis esperanzas y deseos de entonces son hoy recuerdos. Pero el desencanto que me produjo mi destino a esta provincia, desembocó hace ya muchos años en un profundo agradecimiento, bendiciendo el momento en el que se me asigno este destino. Aquí he conseguido multiplicado hasta el infinito, todo cuanto en aquel momento hubiere podido siquiera soñar. Hoy, soy tan amante de Málaga como lo pueda ser el primero y mis raíces aquí, con los innumerables logros conseguidos profesionalmente, pero muy especial en mi vida íntima y personal, es difícil encontrar quien pueda igualarlo, aunque imposible superarlo. Doy por bien empleado mi desgaste físico en ese tiempo transcurrido, con las aportaciones con los que he sido compensado. Solo de todo ello, me falta una, quizá la mas importante, de las que me ayudaron a conseguir tanta dicha. VAYA HOY, mi recuerdo hacia ELLA.


viernes, 16 de julio de 2010

16 de julio, festividad de la Virgen del Carmen


Tal día como hoy de 1950, salía de Úbeda hacia Córdoba una vez terminado el curso en la Academia de la Guardia Civil, sita entonces en la primera de las ciudades indicadas.

En aquella fecha era promovido al empleo de Guardia Civil de 2ª Clase y dejaba de ser Guardia Alumno como lo había sido desde el ingreso en la Academia el día 12 de Abril anterior.

Hacía un día de calor como por estas fechas suele hacer en la capital de la mezquita y a donde llegamos próximo a las doce del día. Entre otros, descendimos del tren en Córdoba, un compañero llamado Eugenio Lorenzana Cid, que residía en Cerro Muriano, donde su padre con el empleo de Teniente mandaba la Línea del Cuerpo en aquella residencia. Como quiera que los autobuses para dirigirme a mi pueblo no pasaban hasta a partir de las cinco de la tarde, mi amigo Lorenzana me invito a su casa, donde almorcé y esperé la combinación para ir a Villaharta. El Guardia Lorenzana fue destinado a la Comandancia de Teruel. Una vez nos despedimos sobre las cinco y media de la tarde de aquel día del Carmen, de hace SESENTA AÑOS, no he vuelto a saber nada de él. No se que habrá sido de su vida. Era, y si vive aún, lo seguirá siendo un tío estupendo. Vaya en este aniversario un recuerdo a su "buena persona".

¿Lo que supone el paso de SESENTA AÑOS, en la vida de una persona, por tanto también en la mía? Toda una vida profesional por delante y lo mismo mi propia existencia que estaba llena de expectativas y de esperanzas en la profesión a la que acababa de incorporarme. Hoy las tornas se han vuelto en direcciones opuestas a las de entonces. Todo lo que era una vida por delante, lo es ahora una vida dejada por atrás. Todo lo que eran expectativas y esperanzas, lo son hoy recuerdos a un pasado, del que solo puedo dar gracias a Dios, por todo lo que ha supuesto en deseos y sueños conseguidos, aún mucho mas amplios de cuanto entonces podía pensar.

Cuán rápido se llega con el recuerdo hasta aquella lejana fecha, pero si hubiéramos de ir desmenuzando todo el acontecer de mi vida hasta el día de hoy, se precisarían varios centenares de folios para dar cuando menos una visión de todo cuanto en ese intervalo de tiempo ha llenado de felicidad mi existencia.

Un cariñoso y sentido recuerdo para todos los míos que se fueron físicamente de mi entorno y un abrazo muy fuerte para los que me rodean y que siguen llenando mi vida de satisfacción del continuar viviendo.

Hasta una nueva entrada.

domingo, 11 de julio de 2010

11 de julio, San Benito

Como creo que lo he hecho en años anteriores, hoy 11 de julio de 2010, como se viene haciendo desde seguro hace muchísimos años, es día grande en el pueblo de Obejo y vecino del mío.

Tal día como hoy, pero de hace SETENTA Y OCHO AÑOS, salía por vez primera de mi pueblo desde que tengo conciencia del recuerdo. Mi padre me llevó a la citada localidad y a lomos de una burra que había entonces en casa de mis padres, al objeto de cumplir una promesa ante la imagen de San Benito y cuya procesión se realiza alrededor de la ermita próxima al pueblo y en la que se venera la imagen del santo.

De aquel viaje penitencial, guardo en mi memoria unos cuantos recuerdos y que al traerlos hoy a mi mente, lo veo con una nitidez de que tal lo hubieran sido de hace no más de unas semanas. Tales fueron, los atalajes de gala que componían el aparejo del jumento, la procesión de San Benito y que toda su indumentaria iba cubierta de billetes que habían sido colocados por los penitentes en cumplimiento de sus promesas. El calor sofocante que hacía, dado a que la procesión creo se celebraba entre las once y las doce de la mañana, aproximadamente. Nuestro inicio de regreso hacia mi pueblo, pero con una parada que hicimos a la salida de Obejo, cerca de un pilar donde dimos de beber a la burra, mi padre y yo bebimos buenos tragos de un agua tan fresquita y buena y que también llenamos una botija que llevábamos y que desocupamos de la que contenía, que como se decía por mi pueblo parecía ya "caldo del puchero" de lo caliente que estaba. Del intento de pesca que hice, de unos peces de colores que había en el pilón y que lo hice, aprovechando de que mi padre una vez almorzamos, y utilizando el aparejo de la burra como cama, se echó a dormir la siesta, que por cierto al despertar se llevó buen susto al ver que no estaba a la sobra del árbol bajo el cual estuvimos comiendo, hasta que se percató de donde yo estaba. Utilizando un sombrero de paja que llevaba y mis propias manos, para la pesca, no logré pescar ni uno siquiera de los mas de cincuenta peces que habría en el pilón.

Terminado el descanso volvimos a tomar el camino de Villaharta, pero tomando dirección distinta a la que habíamos llevado en la ida, al fin de coger una buena cantidad de peras de unos frutales existentes en una finca de mi abuela paterna. Pensar que mi padre tenía entonces 34 años, que falleció 27 años después de lo que estoy relatando y que hace mas de 51 años que murió, os podéis hacer una idea del tiempo transcurrido de esta efemérides. Y decir que no me parece tan lejano, da una idea de lo que supone la acumulación de años. Pensar que la existencia de unos pececillos de colores despertaron entonces una viva emoción en mi persona. Lo que hace el paso de los días.

Cuando menos, doy gracias a Dios de que hoy puedo contarlo y siempre como ahora. Hasta nueva entrada.