jueves, 13 de agosto de 2009

Trece a la mesa


Tal vez el título que he dado a esta mi tardía entrada en el blog, pueda prestarse a pensar que voy a referirme a la Última Cena, celebrada entre Jesucristo y sus 12 Apóstoles. Nada mas lejos de la realidad. Quizás para la historia de la Humanidad, haya sido muchísimo mas importante que el relato a que yo voy a referirme, pero en cuanto al sentimiento íntimo y personal de mi vida particular, el hecho que me ha dado motivo para titularlo de esta manera, es de los que calan en lo mas profundo del alma y se llevan y mantienen en el recuerdo por todo lo que me reste de existencia.

Ayer no reunimos a comer todos mis hijos, sus cónyuges y sus hijos, que son mis SEIS NIETOS. En los inicios de la comida y presenciando cuanto tenía a mi vista y alrededor, mis pensamientos volaban doce años y medio hacía atrás en el tiempo y se posaban en el recuerdo a mi mujer, a quien interiormente y en silencio brindaba aquella reunión, con la que sin duda alguna, hubiera sido para ella un hecho, posiblemente, y no tan posiblemente, incluso mas entrañable e importante como lo estaba siendo y lo era para mí.

Cuando en los avatares de la vida actual, principalmente entre matrimonios y parejas sentimentales, como se definen cuando se vive en común entre hombre y mujer, o en no pocas ocasiones también, ambas del mismo sexo, se dan a diario millares de problemas familiares y separaciones de sus cónyuges, o como cito anteriormente solo parejas, que no dudo en que en muchos de los casos habrá motivaciones de índole de cierto calado e importancia, alcanzando el problema en infinidad de casos a los hijos de ambos, que son los que padecerán y pesará sobre su existencia en la mayor parte de su vida, el orgullo y la intolerancia que sus progenitores pusieron por encima de esa consecuencia, y que en infinidad de casos el porvenir y la vida de esos hijos, es utilizada por sus respectivos padres para fastidiar a su oponente que incluso llegan a considerarse irreconciliables enemigos. Como he definido en esta larga y quizá farragosa definición de esos aconteceres que con tanta frecuencia se dan actualmente y contemplando el ambiente en que toda esa descendencia mía se manifestaba durante la comida y que por ende ese mismo ambiente es en el que desde que nacieron se han desenvuelto mis NIETOS, no podía por menos que sentirme completamente feliz y en mi fuero interno pedía a Dios siguieran en las mismas condiciones en que lo vienen haciendo y con ello será el sentimiento y recuerdo que me llevaré consigo el día que por imperativo de los años vividos haya de abandonar este mundo y con toda seguridad, mi mujer, su madre y abuela, desde todo lo alto del CIELO donde con toda seguridad se halla, estaría contemplando y gozando en su grado máximo el entrañable ambiente que se respiró durante toda la comida.

La suerte de haber nacido de unos padres como los que tienen mis nietos y de la que en cuanto a condiciones personales, yo la tuve igualmente, marcan el sendero del discurrir de toda la vida de una persona y por la que no se vivirá lo suficiente para poder agradecer a ELLOS, cuanto hicieron y hacen en nuestro favor. Solo pido sigan como están y lo son actualmente, TODOS.

1 comentario:

Hasu✿Loto dijo...

Y después de una millonada de tiempo sin pasar por aquí, vuelvo a felicitarlo por tan fluidez de sus palabras. ¿Ha pensado en escribir un libro? Aunque fueran sus memorias ^.^ Yo y mi marido somos grandes lectores y ambos hemos escrito algún que otro libro, pero nada publicado.

Debe de ser un gozo juntarse con tantos miembros de su familia a los que adora y con los que comparte tantos recuerdos. A menudo, en las cenas familiares, yo no puedo sentir lo que usted degusta con los suyos, pues soy demasiado joven y solo quiero regresar a mi casa.

Espero que nos siga deleitando con sus experiencias.

Un saludo.