Esta vez si se puede decir con rotundidad que tiempos pasados fueron mejores. Y digo que fueron mejores por que cuando termine esta entrada, no solo tienen que darme la razón quienes tengan la osadía de entrar a leerla, sino también a todos a quienes les llegue el motivo de la presente.
El paso de los años va cambiando la mayoría de las cosas, salvo escasas excepciones como pueden ser las montañas que no estén sujetas a las edificaciones, la agricultura u otras circunstancias en las que intervenga la mano del hombre. Por lo demás cuando vuelves por un lugar del que pasabas desde hacia bastantes años muchas son las cosas que han cambiado, según tu observación, unas lo habrán sido para peor, otras, quizás las más, lo habrán sido para mejor. Los olivos que llegan a ser milenarios si se les deja en sus emplazamientos, y lo digo por experiencia, yo volví por un olivar donde trabajé por espacio de cuatro años, SETENTA AÑOS después y uno por uno y el aspecto en general mostraba a las claras su envejecimiento. Pero no nos vayamos por los cerros de Úbeda y vamos directo al grano como suele decirse.
Tal día como hoy, 15 de marzo pero de 1953, se celebró en el campo de fútbol de La Rosaleda, por cierto, creo que uno de los pocos que conserva su primitivo nombre, el partido de liga temporada 1952-53 entre el CD MÁLAGA Y REAL MADRID FC.
Transcurridos los noventa minutos de juego el marcador reflejaba el siguiente resultado:
CD MÁLAGA 6 0 REAL MADRID
Aquella irrepetible hazaña del MÁLAGA comparada con la temporada actual 2017-18, que va el último de la clasificación y con todas las papeletas para el descenso a 2ª División, es lo que me ha dado motivo para la entrada de hoy. La inmensa mayoría de los aficionados actuales no conocieron aquella hombrada de su Málaga y lo escasos que continúen viviendo, incluso el paso de SESENTA Y CINCO AÑOS le traerá ahora en cada partido aquel que no volvió a repetirse.
De tan fausto evento tengo una fotografía de antes de comenzar el partido en la que mi compañero madrileño esta todavía junto a mi, y la prenda de vestir que tengo sobre mis brazos, una gabardina, muy de moda en aquellos años, da fe del tiempo y el punto donde se hizo y además yo tenía todavía 27 años de edad. Dicha fotografía, desde el punto donde la conservo, no sé si por imposibilidad o por mi incompetencia no he sido capaz de enviársela a mi editor para que la hubiere colocado en lugar que estimara oportuno dentro de esta entrada.
Esta entrada tiene como mínimo la noticia sorpresiva que tendrán muchos al conocerla, Pero tal se dio el resultado yo lo he puesto.
Hasta la próxima.