jueves, 6 de abril de 2017

La primera evadida.


Al fin llegaba una de las fechas que desde hacía bastantes años estaba deseando que llegara, aunque ello pueda parecerle inédito a cualquier persona, que no sea yo, claro.

Día 6 de abril de 1946. Sí, hoy se cumplen SETENTA Y UN AÑOS, que en compañía de una quincena de compañeros aproximadamente, salíamos de Villaharta hacía la estación de El Vacar-Villaharta, distante a unos diez kilómetros del pueblo, portando nuestras maletas a lomos de algunas caballerías, y donde tomaríamos un tren especial, que solía llamársele el "tren de los quintos"  y que nos trasladaba hasta la capital cordobesa donde habíamos de realizar nuestra presentación en la Caja de Recluta de la misma.

Aquello, era el inicio de lo que el pueblo solía llamarlo irse a la mili. Por primera vez en mi vida, aquello me separaba de mi familia, y que por tanto suponía lo que he dado en titular como la PRIMERA EVADIDA. Diré que en mi mente había un revoltijo de sentimientos, esperanzas y deseos, los que imposible me era poderlos ordenar,ya que lo por venir me era totalmente desconocido.

Como he citado al principio de esta entrada, esperaba con deseo ese momento, dado a que aquello, para mí, podría ser el trampolín que me llevara hasta el ingreso en la Guardia Civil, que era la meta que en mis ensoñaciones se había fraguado a lo largo de años, incluso podríamos decir, que desde mi adolescencia por lo menos.

Podrían ser sobre las diez de la mañana de aquel día, cuando llegaba el esperado tren abarrotado de "quintos" que a lo largo de varios pueblos de la provincia de Córdoba, por donde fue pasando, había recogido. Yo iba como delegado de los quintos de mi pueblo y sobre las doce horas, realizaba mi presentación ante un militar de una graduación que no recuerdo, a quien entregué la lista en la que figurábamos inscritos. La única indicación que me fue dada, era de que estuviésemos esperando en las proximidades de aquel edificio, y desde uno de los balcones del mismo, de vez en cuando se irían leyendo, a través de altavoces las decisiones tomadas a lo largo de algunos días. Así era, con espacios de algunas horas, como se me había indicado se leían los nombres de los que iban destinados a tal o cual Regimiento o Cuerpo, el día y hora que en aquel lugar serían recogidos por una representación de la Unidad donde eran destinados y trasladados hasta la estación donde serian embarcados y llevados hasta su destino.

Con las dos horas que daban para la comida, de 14 a 16, mis colegas del pueblo, y yo mismo, nos buscamos o fuimos donde alojarnos los días que precisos fueran y hasta donde depositamos las maletas de las que éramos portadores.

Hasta la mañana del día 11, seáse cinco días llevábamos allí, cuando por la mañana, por lo que a mi respecta y otro de mi pueblo que se llamaba José Carrillo Gómez, fuimos nombrados por los altavoces, ordenándonos estuviéramos allí a las cuatro de la tarde, provistos de nuestras respectivas maletas y que seríamos recogidos por una representación del Regimiento de Artillería 14. de guarnición en Sevilla  donde habíamos sido destinados.

Pasadas estaban las cinco y media de la tarde de aquel once de abril de 1946, éramos embarcados en un tren especial, y como diría Cervantes de las cárceles, toda incomodidad tenía su asiento, y aunque parezca imposible, desembarcábamos en la estación denominada de Plaza de Armas de la capital sevillana, cuando ya habían dado las doce de la noche, Desde allí, a pie y portando cada uno su maleta, hasta el acuartelamiento de Artillería sito en el punto conocido por Pineda, no menos distante de seis o siete kilómetros, donde llegamos cerca de las tres de la madrugada, tardando no menos de dos horas en entregarnos las camas,  y a las siete de la mañana escuchábamos el toque de la banda de cornetas y tambores, una llamada "diana floreada" que solía hacerse en ocasiones muy señaladas, y sobre todo, en el recibimiento de los reclutas llegados, y en la despedida de los soldados que se licenciaban.

Así sucedió todo desde que salía de mi pueblo en la mañana de la que hoy se cumplen 71 años, hasta la llegada al Regimiento donde fui destinado.

Todos los que me conocéis y tanto por mis memorias, como por las entradas realizadas en este blog, tenéis conocimieno de que los dos años y medio de mili, lo fueron hasta entonces el mejor tiempo pasado en mi vida, y que llegué al ejército habiendo dejado de ser minero días antes, y regresaba como mecanógrafo, de  manera que también conocéis el modo y la forma en que lo había conseguido, lo que luego ya en la Guardia Civil, me fue del máximo provecho.

Para no hacerme pesado, doy por conclusa esta entrada, y a partir de la próxima, y, como tengo prometido en anteriores, iniciaré los relatos del cómo, el cuándo y por qué, fue mi paso por esa Guardia Civil, a la que llevaré en lo más profundo de mis sentimientos, mientras Dios me mantenga el necesario aliento para ello.

Hasta la próxima.

1 comentario:

Carmen dijo...

No me puedo creer que recuerdes exactamente el día en que te fuiste a la mili, si veo lógico el año, pero el día? Me parece que eres de otra Galaxia, que memorión el tuyo!!! Desde luego si te hubiesen cogido otros tiempos podrías haber hecho cualquier carrera superior. Seguramente te pasaría como a uno que yo sé, que engancha una carrera con otra y también algún doctorado.... sois "bichos raros" que de vez en cuando deja caer la madre naturaleza, ji ji ji. Esperamos su anunciada entrada referente a la Guardia Civil Sr. Galán. Bss.