martes, 20 de diciembre de 2016

Las Navidades



Tras una larga sequía, por cuanto a mi entrada en el blog se refiere, y no siendo muy original en el tema elegido para esta nueva entrada, voy a referirme a lo que han sido las Navidades por lo que a mi personalmente se trata, que como es natura ha habido de todo.

Las pasadas hasta la llegada de la Guerra Civil Española, o sea las diez primeras de mi vida,  y cuando ya comencé a tener noción de dichas fiestas,  solo me hacían ilusión los dulces que mi madre solía hacer con motivo de las mismas, y que eran los siguientes: Perrunas, que eran una especie de mantecados; roscos de vino que de lo único que me acuerdo es de que los freía con aceite; buñuelos de azúcar: buñuelos de miel y hojuelas, con miel por supuesto.

A partir de la Nochebuena, mi madre nos los daba como suele decirse con cuenta gotas, al punto de que para el día de Reyes como no había juguetes que echarnos, los sustituían un dulce de un par de clases y tres o cuatro peladillas, que era lo único que se compraba. Concretamente para mí, las Navidades, eran igual a los dulces.

Las correspondientes a los años de 1936-38, ambas inclusive, como eran los años de la guerra y estábamos en zona roja, no recuerdo de que siquiera se hablara de dichas festividades ni que incluso se celebraran en otros puntos de España. Como se dice,  pasaron sin pena ni gloria.

Las de los años 1939-43, las cinco las pase en la La Calera, y salvo las del 39 que contaba solo con 14 años de edad que me distraía viendo bailar a los demás, las otras, no solo en las navidades, si no todas las noches que duraba la temporada de la aceituna, pero a partir del siguiente año ya no me perdía ni una pieza en los bailes, que era lo único especial que se hacía, y que durante las mismas, el manijero prorrogaba una hora mas la duración del baile que era hasta las doce de la noche, pues a las seis de la mañana siguiente, había que levantarse.

Generalmente, solía descansarse el día 25, o como se decía en el mundillo del trabajo, se "holgaba" aunque si no se trabajaba, no se cobraba jornal tampoco. Yo como en las de los años 41, 42 y 43 ya trabajaba en la molina, no se laboraba el día 25, pero luego dos días seguidos echábamos jornada y media para reponer el día perdido. En  la última que pase en la finca de La Calera, me eche la primera novia de mi vida, ya contado en varias entradas de este blog.

Las correspondientes a los años de 1944 a 1949, inclusive, y aunque en los años de 46 y 47, estaba en la mili, tuve la suerte de que me dieran permiso en ambas, y fueron seis Navidades consecutivas las pasadas en Villaharta, y las más y mejor disfrutadas, Comenzábamos la Nochebuena yendo a la Misa del Gallo, después de la misma nos íbamos a casa de algun amigo, que por supuesto contara con medios para ello, y hacíamos unas migas con sus correspondientes torreznos y chorizo, regadas con el vino necesario para hacerlas mas deliciosas y en ello nos llegaba el bien amanecido día de la Navidad, que provistos de panderetas, almireces y zambombas, salíamos por las casas del pueblo pidiendo el "aguinaldo" y que además de algún dinerillo, lo que mas nos daban eran cosas de la matanza, y alguna que otra botella de vino de la propia crianza, que todo bien administrado, nos duraba para los tres días de la Pascua. Eso en los años de la hambre, la mayoría reponíamos fuerzas para una temporada, y el disfrute puede imaginarse, dado a la necesidad pasada a lo largo de todo el año.

Cuando llegábamos a las casas a pedir el aguinaldo, la presentación era el preguntar ¿Se canta o se reza?, y siempre en las casas que estaban guardando luto por el fallecimiento de algún deudo, la respuesta era "se reza", y entonces en vez de los consabidos villacincos, largábamos unos cuantos padrenuestros, credos y salves, y los dedicábamos pidiendo por el difunto o la difunta, que siempre se sabía quien había sido la que llevo el luto a la familia.

Los tres días de Pascua, había baile por la tarde y por la noche, así que la diversión estaba garantizada todas las fiestas.

n con las estrecheces económicas de aquellos años, recuerdo haber pasado una juventud maravillosa, y es que tras haber pasado una Guerra Civil en nuestra niñez y adolescencia, aquello era el no va a más del disfrute.

Ahora me toca relatar, la mas especial de todas las navidades en lo que llevo de vida, y aunque  ya contada muchas veces, voy a hacerlo sin alargarme mucho, pero lo suficiente para que se comprenda lo que supusieron para mí.

24 de diciembre de 1950, primera Nochebuena pasada en la Guardia Civil. Serían las doce de aquella noche, "diremos que a un compañero se le escapó un disparo", y no tuvo otro sitio donde dar el proyectil si no en mi rodilla de la pierna derecha, atravesándome la misma. Al médico me llevaron, primero, a lomos de un mulo, y a mitad del camino, en el coche del Capitán, que noticioso del caso me llevaron en el mismo. Hecha la cura de urgencia, de vuelta al cuartel, donde quedé encamado hasta la mañana siguiente que llevándome hasta un control del Cuerpo en la barriada de Sabinillas, y mas de una hora de espera, me trajeron a Málaga en un autobús de la Compañía de Antonio Machín que totalmente vació venía aquí donde actuaba el mismo.

Serían la una de la tarde del primer día de la Navidad, cuando ingresaba en  la Sala de Cirugía del Hospital Militar, donde quedé encamado en la número 2. Yo lo primero que hice fue comunicar a mis superiores, que no deseaba que se diera conocimiento de ello a mis padres y hermanos, pues la situación económica de aquellos tiempos, no les permitían poder pagarse un lugar donde pernoctar en caso de venir hasta aquí, ni incluso tener para el pago de los propios billetes de autobuses y del tren.

En todas las Navidades, ni una sola persona se acercó a mi cama para preguntarme que me sucedía, salvo la visita del médico que lo hacía a primeras horas de la mañana. Sin duda los veinticinco años de edad que tenía y el evitar que mis padres pasaran el mal rato de la noticia y las casi imposibles posibilidades de venir a verme, tuve la suficiente entereza de ánimo para superar aquellos días cuando la Sala se llenaba de familiares a visitar a los suyos, y yo en aquella cama número 2, situada inmediatamente junto a la puerta de entrada de la Sala, que como he citado nadie, y digo nadie, se acercó a mí. Diré que mis padres tuvieron noticia de todo ello, en el mes de agosto siguiente. cuando fui a mi pueblo con quince días de permiso de verano.

Dado a que demasiado largo se me ha hecho este relato hasta aquel 1950, voy a tirar por la trocha y decir que todas las demás hasta ahora, con la excepción de las de 1996, por enfermedad de mi mujer (q.e.p.d.), que han sido las de mayor dolor y tristeza, lo han sido de felices celebraciones. Éstas que están a las puertas de su llegada, quiera Dios lo sean como las recientemente pasadas, y sobre todo que todos esos seres míos a los que adoro, sigan como los son y están actualmente.

Asimismo se las deseo a todos mis amigos, conocidos, y a quienes osen echar un ojo a esta entrada, y que 2017, le sea una año lleno de venturas.

Y a mi que Dios me mantenga la esperanza de que las del próximo año, pueda ponerlas aquí, aunque resulten un poco rollazo, como éstas.

Hasta la próxima.

1 comentario:

Carmen dijo...

Afortunadamente las de este año, estás pasándolas como todas las anteriores rodeado del cariño de tus hijos y nietos, que son la alegría de tu vida. Espero que sean así de buenas hasta Reyes y luego a tomar verduritas y pollo a la plancha, que vaya mes de excesos.... (Hablo por mí) y creo que tú no te quedas muy atrás que digamos ji ji ji. Te deseo Feliz Navidad y muuuuchas cosas buenas para el próximo año D. Rafael. Bss.