viernes, 7 de mayo de 2010

7 de mayo


Durante mi niñez y mi juventud, las fiestas de mi pueblo comenzaban el día 7 de mayo hasta el 9 siguiente. El inicio de las fiestas de 1944, por tanto hoy se cumplen SESENTA Y SEIS años, fue sin duda hasta aquella fecha, el día en que el tomar una determinación me costó la mayor lucha conmigo mismo, dadas las vacilaciones que ante tal hecho me ponían ante la duda de "qué hacer". Fue también, la primera de las que posteriormente se fueron encadenando hasta llegar a la última que en el mismo sentido hube de tomar y que finalmente culminaron con lo que fue el génesis de toda mi FELICIDAD.

Como decía anteriormente, el día 7 de mayo de aquel lejano 1944, decidí no continuar mis relaciones amorosas con la primera novia que había tenido. Hacía diez días la había visto por última vez, dado que aquel día terminaba mi trabajo en la finca de La Calera, no más de tres kilómetros de distancia del cortijo donde ella vivía, y en cuya despedida, le prometí volver a verla el primer día de las fiestas de mi pueblo, añadiéndole, como en realidad en aquel momento lo sentía, que para mí, élla estaba por encima de cualquier otra circunstancia, incluidas las fiestas de mi pueblo. En realidad desde mi despedida, que había coincidido con mi 19 cumpleaños, me recuerdo que estaba deseando llegara la fecha en que pudiera volver a verla. No puedo decir, ni incluso después de 66 años, si estaba enamorado de ella. Si puedo dar fe, que físicamente me atraía de una forma que hasta entonces nunca lo había sido por otra mujer.

Serían aproximadamente pocos minutos después de la once de la mañana, vistiendo mi traje de días festivos y por añadidura estrenando zapatos, me dispuse a recorrer unos once o doce kilómetros de distancia que separaban mi pueblo de su residencia y cuyo camino había de hacerlo a pie y como es natural, otros tanto de regreso y por el mismo medio de transporte, para pasar unas cuantas horas a su lado. Hacía un día bastante soleado y por ende más calor del deseado para caminar a pie. No más de quinientos metros llevaba recorridos, cuando me hallaba a las espaldas de las tapias del cementerio de mi pueblo y al pasar bajo la sombra de una encina, una repentina e inexplicable decisión me detuvo y puse mi espalda sobre el tronco del árbol. En aquellos instantes, una turbulencia de contradiciones pasaban por mi mente. Dirigía la mirada en la dirección que había de llevarme hasta ella y veía un camino interminable y dificultoso para recorrer principalmente por la molestia que me producían los zapatos que iba estrenando. Cada vez que fuera a verla, había de realizar aquella caminata y dado que terminaba de cumplir diecinueve años, con el cumplimiento del servicio militar a dos vista, más los dos o tres que entonces duraba la mili, comenzaron a parecerme una eternidad hasta terminar casándome con ella. Este último dato indicado, no me lo había preguntado hasta entonces lo que me hizo dudar de si continuar o no aquellas relaciones. Por contra, me llevaba a pensar que el inicio de mi relación con ella, lo fue por una intromisión que por mi parte hice pretendiéndole la misma, sabiendo que llevaba una relación de noviazgo con otro hombre desde hacía casi dos años. Comprendía lo que para ella supuso el romper su antigua relación para hacerlo conmigo, teniendo en principio en contra a toda su familia, y por encima de otras circunstancias, lo que suponía en aquellos tiempos el que una mujer dejara un novio para formar otras relaciones con otro. El "qué dirán" hacía mella en las voluntades mas firmes y decididas; ella sin embargo se sobrepuso a todas ellas. El tronco y la sombra de aquella encina, fue la la muda testigo de las divagaciones que me embargaban. Terminando, acabé por dar media vuelta, pasar junto a mis amigos las fiestas de mi pueblo y jamás volví a verla. De no haber procedido así, quién sabe dónde aquella relación hubiere llegado. ¿Estaría en estos momentos ante este ordenador? Seguramente no.

Supe después, se había casado con su primer novio. Lo que ella y su familia pudieron pensar de mí, me lo imagino. Si de algo me arrepiento es el haber iniciado aquellas relaciones. De las consecuencias pude ocasionarle, le pido perdón. Aunque nunca llegue a su conocimiento este perdón que le pido, mi conciencia se descarga un tanto con ello.

Hasta una nueva entrada.

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