Pasan algunos minutos de las diez de la noche del día 31 de diciembre de 2007. De tan buenos recuerdos que me traían a la memoria esta fecha, se truncaron en la de 1996, hace hoy once años. Fue la última que la mujer que todo lo supuso para mí, la pasamos juntos. Viendo el estado físico en que se encontraba, que incluso le impidió comerse las doce uvas cuando dieron las campanadas de la media noche, me sumieron en un estado de sufrimiento y dolor tan profundo, ante el temor de que se acercaba a pasos agigantados su final por esta vida terrena, que no pude evitar que a mis ojos acudieran un torrente de lágrimas procedentes de lo mas profundo de mi alma. Este sentimiento, que desde entonces no se ha apartado de mí, se hace aún mas doloroso cuando cada año llega esta efemérides. Pese al tiempo transcurrido, lo peor de todo, es que no tiene solución. Que Dios me ayude a ir soportándolo como hasta ahora.
Málaga, 22´40 horas del 31 de diciembre de 2007
El otro recuerdo a que me refiero en el título, es de un acaecido que para la vida de una persona, podríamos catalogarla de prehistórica. Hoy se han cumplido 60 años de haber sucedido. Fue simplemente la ruptura de unas incipientes relaciones amorosas, que si en algo las he sentido fue por la forma en que las lleve a efecto, que tuvieron su origen en una venganza premeditada, para causar los efectos de los que yo padecí tiempo atrás por parte de ella. Sin duda ha sido la única acción vengativa que haya llevado en toda mi existencia. En este sentido me siento culpable. Esta confesión n o llegara a su conocimiento sin duda alguna, pero a través de estas letras pido perdón por ello.
Fecha ut supra