Posiblemente casi nadie, o nadie, es partidario cuanto figura en el título dado a la entrada de hoy. Tampoco yo hace un tiempo lo hubiere sido, pero actualmente creo me asiste la razón para que pueda darse por válido ese sentimiento. Y es que como yo transito casi a la mitad del camino entre el nonagenario y el centenario, el mirar hacia adelante habría de toparme enseguida con esa sima profunda y oscura, donde cuando en ella te precipitas, lo es por un periodo de tiempo, que se da en llamarlo ETERNIDAD, que también quieras o no, habrá de llegar mas pronto que tarde, ese momento del que decía Cervantes, "cuando llega la hora de la muerte, por tan estrecha senda va el príncipe como el jornalero" pero con ello y todo, prefiero que mi paso por este mundo, lo sea el máximo posible, ya que tuvimos la suerte de venir al mismo, que es el mayor de los privilegios, que darse pueden.
Pero el tiempo pasa raudo, tanto, que no se puede distraer la mirada en contemplaciones que no sean necesarias, porque posiblemente pierdas alguna circunstancia que pudiera llegarte inesperadamente. Cuando, como yo me hallo escalando ese tramo de la existencia de la vida que por ley natural debe ser una de las postreras, e incluso la última, antes de pensar en proyectos futuros, preferible es retrotraer los recuerdos a etapas o hechos acaecidos hasta incluso de la niñez, de esas que jamás se olvidan por lo bienaventuradas que fueron.
Cuando se llega a la posición donde yo me hallo, da vértigo mirar hacia adelante y es que en el momento éste se está en ese cualquier instante de que el menor resbalón te ha hace caer en esa sima de la que se habla en renglones anteriores,
Además, ¿en qué plan futuro pudiera yo verme inmerso y que beneficios pudiera esperar de ello? En ninguno. El tiempo que me está dando Dios, que ya se podría llamar extraordinario, haré por darle el destino sereno y sin especiales ambiciones que no sean otras que, el de que, me mantenga siquiera como estoy.
Traer al recuerdo hechos y vicisitudes de las que por su buena venturanza dejan esa huella indeleble, incluso desde de la niñez, creo es lo mejor que en esta posición debemos rememorar tanto como nos sea posible, hasta que como diría Cervantes, "nos llegue la hora de la muerte acompañada de las caricias suaves y cariñosas por las manos de nuestros terceros netezuelos".
Hasta la próxima que tratará de lo que se me venga a mente.
Pero el tiempo pasa raudo, tanto, que no se puede distraer la mirada en contemplaciones que no sean necesarias, porque posiblemente pierdas alguna circunstancia que pudiera llegarte inesperadamente. Cuando, como yo me hallo escalando ese tramo de la existencia de la vida que por ley natural debe ser una de las postreras, e incluso la última, antes de pensar en proyectos futuros, preferible es retrotraer los recuerdos a etapas o hechos acaecidos hasta incluso de la niñez, de esas que jamás se olvidan por lo bienaventuradas que fueron.
Cuando se llega a la posición donde yo me hallo, da vértigo mirar hacia adelante y es que en el momento éste se está en ese cualquier instante de que el menor resbalón te ha hace caer en esa sima de la que se habla en renglones anteriores,
Además, ¿en qué plan futuro pudiera yo verme inmerso y que beneficios pudiera esperar de ello? En ninguno. El tiempo que me está dando Dios, que ya se podría llamar extraordinario, haré por darle el destino sereno y sin especiales ambiciones que no sean otras que, el de que, me mantenga siquiera como estoy.
Traer al recuerdo hechos y vicisitudes de las que por su buena venturanza dejan esa huella indeleble, incluso desde de la niñez, creo es lo mejor que en esta posición debemos rememorar tanto como nos sea posible, hasta que como diría Cervantes, "nos llegue la hora de la muerte acompañada de las caricias suaves y cariñosas por las manos de nuestros terceros netezuelos".
Hasta la próxima que tratará de lo que se me venga a mente.