El día 12 de abril, pero de 1,950, por tanto hoy se han cumplido sesenta y siete años, realizaba mi ingreso en la Academia de Úbeda, una de las varias que entonces había de la Guardia Civil, de España.
Como había prometido en una de mis anteriores entradas de contar mi paso por dicha Institución, una de las grandes ilusiones cumplidas de mi vida, nada mejor que comenzar haciéndolo por su inicio como es el ingreso en la Academia.
En aquellas fechas, como todo, los transportes eran un verdadero desastre y así diré que tomamos el tren expreso que salía uno de Málaga y otro de Sevilla, sobre las diez de la noche, y en Córdoba se unían y formaban un solo convoy, y por tanto bien pasadas estaban las doce embarcamos en el mismo, y allá sobre las tres y media de la madrugada llegamos a la estación de Baeza-Linares y donde permanecimos por espacio de unas cinco horas en que tomamos un renqueante tranvía que nos llevó hasta la citada localidad de Úbeda.
El edificio donde estaba ubicada dicha Academia, era un antiguo cuartel de caballería y tal como lo fue para su primer cometido, lo era para el segundo, pero sin que para ello fuere sometido a reforma alguna. En esta pequeña postal que conservo, aparecía fotografía de la fachada principal de la misma.
Excepto los hijos del Cuerpo a los cuales se les eximia del cumplimiento del servicio militar para el ingreso, los demás, entre ellos, yo llevaba ya dos años y medio de mili a mis espaldas, por tanto hechos a la vida de cuartel, con la añadidura de ser al propio tiempo Academia Militar.
Sin que pueda faltar rigurosamente a la verdad, ninguno de los aproximadamente trescientos que supuso aquella promoción y en dicha academia, llevó con mayor ilusión que yo lo hice, los tres meses y algunos días que duró el curso, de donde salimos precisamente el 16 de julio, festividad de la Virgen del Carmen. Unos veinte aproximadamente, vinimos destinados a Málaga, Comandancia que en aquellos tiempos, era una de las de peor fama de toda España, por la extensión de su costa con numerosos cuarteles a lo largo de la misma, la inmensa mayoría carentes de agua corriente, de luz eléctrica,de toda clase de servicios e incluso hasta sin teléfono, como lo era al que yo fui destinado, denominado Torrelasal, nombre que se debía a un torreón junto al edificio del acuartelamiento, que parece ser en sus tiempos había servido para el almacenamiento de la sal que se utilizaba para el pescado que se realizaba por parte de aquel litoral, y la cantidad de horas que se hacían de servicio, que en las noches de invierno llegaban hasta las quince horas diarias y sin que se tuviera día alguno libre, si no lo era cuando se disfrutaba permiso, que se tardaba algo mas de un año, en poder disfrutar quince o veinte días.
Dado a las vicisitudes acaecidas durante el tiempo que pase en el mismo y que se haría demasiado largo de contar, el estar en el día de Miércoles Santo, fecha en que las procesiones de esta bendita ciudad de Málaga, sale el Santísimo Cristo de la Expiración y María Santísima de los Dolores, de la que la Guardia Civil es Hermano Mayor Honorario, doy finalizada esta entrada y en la próxima continuaré el relato de cuanto en Torrelasal me sucedió.
El edificio de aquel acuartelamiento desapareció hace ya algunos años, debido a la construcción en casi todo el litoral malagueño de viviendas, apartamento e incluso chalet.
Como había prometido en una de mis anteriores entradas de contar mi paso por dicha Institución, una de las grandes ilusiones cumplidas de mi vida, nada mejor que comenzar haciéndolo por su inicio como es el ingreso en la Academia.
En aquellas fechas, como todo, los transportes eran un verdadero desastre y así diré que tomamos el tren expreso que salía uno de Málaga y otro de Sevilla, sobre las diez de la noche, y en Córdoba se unían y formaban un solo convoy, y por tanto bien pasadas estaban las doce embarcamos en el mismo, y allá sobre las tres y media de la madrugada llegamos a la estación de Baeza-Linares y donde permanecimos por espacio de unas cinco horas en que tomamos un renqueante tranvía que nos llevó hasta la citada localidad de Úbeda.
El edificio donde estaba ubicada dicha Academia, era un antiguo cuartel de caballería y tal como lo fue para su primer cometido, lo era para el segundo, pero sin que para ello fuere sometido a reforma alguna. En esta pequeña postal que conservo, aparecía fotografía de la fachada principal de la misma.
Sin que pueda faltar rigurosamente a la verdad, ninguno de los aproximadamente trescientos que supuso aquella promoción y en dicha academia, llevó con mayor ilusión que yo lo hice, los tres meses y algunos días que duró el curso, de donde salimos precisamente el 16 de julio, festividad de la Virgen del Carmen. Unos veinte aproximadamente, vinimos destinados a Málaga, Comandancia que en aquellos tiempos, era una de las de peor fama de toda España, por la extensión de su costa con numerosos cuarteles a lo largo de la misma, la inmensa mayoría carentes de agua corriente, de luz eléctrica,de toda clase de servicios e incluso hasta sin teléfono, como lo era al que yo fui destinado, denominado Torrelasal, nombre que se debía a un torreón junto al edificio del acuartelamiento, que parece ser en sus tiempos había servido para el almacenamiento de la sal que se utilizaba para el pescado que se realizaba por parte de aquel litoral, y la cantidad de horas que se hacían de servicio, que en las noches de invierno llegaban hasta las quince horas diarias y sin que se tuviera día alguno libre, si no lo era cuando se disfrutaba permiso, que se tardaba algo mas de un año, en poder disfrutar quince o veinte días.
Dado a las vicisitudes acaecidas durante el tiempo que pase en el mismo y que se haría demasiado largo de contar, el estar en el día de Miércoles Santo, fecha en que las procesiones de esta bendita ciudad de Málaga, sale el Santísimo Cristo de la Expiración y María Santísima de los Dolores, de la que la Guardia Civil es Hermano Mayor Honorario, doy finalizada esta entrada y en la próxima continuaré el relato de cuanto en Torrelasal me sucedió.
El edificio de aquel acuartelamiento desapareció hace ya algunos años, debido a la construcción en casi todo el litoral malagueño de viviendas, apartamento e incluso chalet.