Fuente: http://www.mujeresfemeninas.com
Ahora vamos al grano.
¡Cuán diferencia la perspectiva de la entrada de un nuevo año, de hace por ejemplo 70, a la de ahora que voy en busca de los 92! Aquella, la que dentro de unos días habría de incorporarme a mi destino en las oficinas de Capitanía General de Sevilla donde realizaba la prestación del servicio militar, tras de terminar el permiso que estuve disfrutando durante las Navidades de 1946.
La principal preocupación en aquellas Navidades, era la del disfrute personal y pasarlo bien. La propia prestación de la mili, en nada lo era, dado que hasta entonces me estaba dando la mejor vida que hubiere llevado, pero con mucha diferencia. El tiempo de prestación del servicio militar por los reemplazos no estaba determinado, así que no se tenía idea del que pudiera faltar para el licenciamiento, e incluso así, que como dejo citado yo me estaba dando una buena vida, por mi parte, que llegara cuando quisiera. Si deseaba, llevar dos años de servicio, que ello me permitía poder iniciar los trámites para mi ingreso en la Guardia Civil, que desde hacía algunos años tenía en mente. Aquellos veintiún años con los que contaba entonces, con toda una vida por delante, aunque poco era el conocimiento que tenía del mundo, internamente me consideraba con fuerza para afrontar todos los avatares que pudieran presentárseme. El tiempo parecía caminar con una lentitud desesperante, cuando se tenía la necesidad en contar con algún año mas para poder optar a ello.
El echarse novia y casarse, ya llegaría, sin que ello pudiera quitarme el sueño, aunque desde niño estuvo siendo una de mis preocupaciones. Cuando en ciertos momentos de pensamientos íntimos por la soledad en que pudiera hallarme, e igual solían hacerlo generalmente mis coetáneos, se llevaba el pensamiento hasta el año DOS MIL, aunque ni siquiera podía imaginarse como sería el mundo cuando hubiere transcurrido más de medio siglo, que era lo que entonces faltaba para llegar al final de aquel siglo XX.
Pero todo ello, y volviendo la vista atrás en estos momentos, fueron llegando todas esas cuestiones que la vida depara, como suele decirse en un abrir y cerrar de ojos, y hete aquí que hoy, a las puertas del inminente año 2017, ya hoy, que mañana ya lo será ese nuevo año, cuales son las perspectivas de un nonagenario. LA PRIMERÍSIMA, y a mucha diferencia de cualesquiera otra preocupación, radica en ese pensamiento que por muchos momentos está en menta, es interrogarse íntimamente si dentro de un año se podrán volver a vivirse otras Navidades, y el transcurso de más de trescientos cincuenta días, se otea con sendereos llenos de dificultades para poder llegar a esa meta.
Pero a todo cuanto llevo expuesto, también, y creo que así es, alguien con razón dijo, que
¡NADIE ES TAN VIEJO, QUE NO PIENSE QUE AUN PUEDE VIVIR UN AÑO MAS! Y claro, yo estoy de acuerdo con ese pensamiento.
Hasta la próxima entrada que ya será el año que viene.