domingo, 31 de julio de 2016

La actividad aeroportuaria

Pueblo Chico, La Orotava, Santa Cruz de Tenerife

Leo en el Diario Sur de Málaga, que en el día de ayer, 30 de julio de 2016 hubo en el Aeropuerto de esta Capital una actividad de 442 vuelos y un movimiento de 72.000 pasajeros.

En 1960 por estas fechas, precisamente hace CINCUENTA Y SEIS AÑOS, yo prestaba mis servicios en dicho aeropuerto, y me quedo totalmente sorprendido al punto de que ni siquiera puede hacerse comparación del como era aquel entonces a la actividad del día de ayer.

Comenzaré señalando, que yo en aquellas fechas prestaba servicio de 84 horas semanales, si ochenta y cuatro horas, o sea doce horas cada día. Hoy seguro que no llegan ni a la mitad, pero además es que ni un solo día teníamos libre de servicio, y así meses y meses, hasta que nos correspondía "disfrutar" no mas de veinte o veinticinco días al año.

Por cuanto a la actividad de aviones, no recuerdo cuántos podrían ser, pero seguro que entre las llegadas y salidas no sobrepasarían las cincuenta y los pasajeros no llegarían a los dos mil. Estaban lo que se denominaban Aeropuerto Nacional y el Internacional, que como su propio nombre indica estaba el primero para los vuelos nacionales, o sea entre aeropuertos españoles, y el internacional para los procedentes del extranjero, y entre éstos estaban incluidos los procedentes de Canarias, y las plazas de Melilla y Ceuta. Posiblemente podrá sorprender a los que paséis la vista sobre lo escrito de esto último que acabo de consignar, pero todo ello se debía a que los equipajes, y también si algún pasajero causaba sospecha de que pudiera tratar de entrar algún género de contrabando, eran sometidos a registro por la fuerza de la Guardia Civil que allí prestaba su servicio. Los equipajes se registraban todos y con tiza se les colocaba a las maletas la indicación de dos letras que para aquel día se tenía a bien señalar, que indicaba había pasado el reconocimiento previsto.

Yo entonces ostentaba el empleo de Cabo 1º y alternaba mi servicio con otro del mismo empleo y los sábados, hacíamos el cambio de turno. Nuestra misión era la vigilancia del servicio y el control del movimiento de pasajeros y equipajes, y durante la noche y parte del día, también la misión que correspondía a la Aduana, dado a que solo había destinado uno de los que entonces se denominaba Vista de Aduanas.

El desenvolvimiento de la actividad y por lo que respecta a todo el personal que allí prestaba sus servicios, como bomberos, facturación, policía, controladores, camareros, y ese largo etcétera, lo era como suele decirse "como en familia", al punto que incluso con los controladores, personal del bar, policía y también de la Guardia Civil, casi todos los días organizábamos partidas de dominó, dado a que se pasaban varias horas en que no había llegada de aviones procedentes del extranjero, ni como indicaba antes de Canarias, Ceuta o Melilla, y los vuelos nacionales no estaban sometidos a control alguno salvo el que se ejercía desde la torre.

Había cierto compañerismo entre todo el personal allí destinado, al punto de que se gastaban bromas entre ellos, al punto que voy a contar una anécdota sucedida en aquellas fechas, durante poco más de un año en que yo estuve allí destinado. Resulta que uno de los empleados, estaba realizando los trámites para contraer matrimonio y al hombre lo que mas le preocupaba era lo relativo a que tenía que confesarse para luego recibir la comunión en el acto de la celebración de la boda religiosa. Como había citado antes éramos como una familia, todo se comentaba, y como siempre hay gente dado en gastar bromas, uno haciéndose pasar por el cura que los iba a casar, llamó por teléfono al aeropuerto, aunque la llamada se realizó desde el propio aeropuerto, pidiendo que se pusiera al aparato el aspirante a contrayente al matrimonio. Y por tal medio le dijo que si no tenía inconveniente le haría la confesión, a lo que no se opuso, si no que hasta se prestó gustoso. Y así fue confesando sus pecados a las preguntas que el presunto cura le iba formulando. El éxito de la broma fue total y el que fue objeto de la misma, no es que le hiciera mucha gracia, pero tampoco se lo tomó demasiado mal.

Yo hace varios años no he ido por el aeropuerto, pero si lo hiciere ahora, creo me hallaría como suele decirse, como gallina en corral ajeno, o sea totalmente despistado.

Como había citado antes, ni compararse pueden aquellos tiempos y circunstancias con las de hoy, tan distintas como distantes las unas de las otras, pero casi todo en beneficio de la mayoría, menos aquella camaradería y compañerismo de todos los que formábamos el personal del Aeropuerto que primero se llamó de García Morato, y también El Rompedizo. También echo de menos aquellos treinta y cinco años que entonces tenía. Y como nos encanta decir a los "viejos", "y parece que fue ayer".


Hasta la próxima. 
   

martes, 26 de julio de 2016

Toda una vida


En estos instantes son las cinco y media de la tarde en punto del día 26 de julio de 2,016. Tal día como hoy, a esta precisa hora, pero del año de 1950, hollaban mis pies por primera vez esta bendita tierra de Málaga. Una estación del ferrocarril, tan diferente a la de hoy, como distante lo es en el tiempo transcurrido.

Yo llegaba luciendo mi flamante uniforme de Guardia Civil, que pese al calor que reinaba en aquellos momentos, lo llevaba con la dignidad y el orgullo de al fin conseguir el ser lo que bastantes años llevaba soñando.

Cuántas esperanzas pasaban en aquellos momentos por mi mente. Cuántas ilusiones vagaban por mi joven cerebro. Cuántos deseo se barajaban y se trastabillaban unos con otros sin saber en concreto con cual de ellos me sentiría mas complacido.

Una vida por delante
Parque Nacional del Teide

Llegaba soltero, con veinticinco años de edad, en realidad sin novia, y con unos grandes deseos de entregarme al desempeño de aquella profesión que la barruntaba para toda mi vida, como así resultó ser. No traía para todo ello, mas bagaje que una fe en poner de mi parte todo cuanto posible me fuere por ayudar, aunque fuere en una mínima partícula, en poder engrandecer el Instituto del que hacía diez días había llegado a pertenecer cuando al salir de la entonces Academia de la Guardia Civil de Úbeda, había salido con la categoría de Guardia 2º como así se escribía antes de consignar el nombre de cada cual con dicho empleo. A nadie del Cuerpo, ni ajeno al mismo conocía en esta Capital, ni provincia, y a fuer de ser sincero, sin duda hubiere preferido otro destino que no fuere la 251ª Comandancia que entonces era la de Málaga. Fui destinado al entonces denominado Puesto de Torrelasal, servicio de playa, término municipal de Casares y cuyo acuartelamiento se hallaba a escasos metros de una torre cuadrangular, y que según su nombre indica, en vez de torre vigía a como eran destinadas la inmensa mayoría de las torres que a lo largo de toda la costa mediterránea existían y siguen existiendo, según la leyenda estaba destinada a guardar en ella la sal que después se iría distribuyendo por los puntos a donde necesaria fuera.

El acuartelamiento carecía incluso de los servicios básicos imprescindibles, por cuanto hasta las necesidades fisiológicas habían de verificarse junto a la lengua del agua en la propia playa, espacios separados para varones y hembras, por el propio edificio de la torre que la misma hacía invisible un punto desde el opuesto.    

Pese a lo reseñado de las carencias de habitabilidad del acuartelamiento, y lo confieso tal lo sentía, yo me consideraba de la mayor dicha y felicidad que hasta entonces había tenido.

Cuando llevaba en el Cuerpo aproximadamente año y medio, y gracias a los conocimientos que en el ejército adquirí de modo que todos cuanto me conocéis sabéis como fue, pase destinado a las Oficinas del Tercio como mecanógrafo. Lo conseguido a partir de entonces, tanto profesional como personalmente, fue, y lo sigue siendo, el mejor regalo que Dios pudiera darme, aunque, y perdón por rectificárselo, se excedió y excediéndose sigue, en otorgarme muchísimo más de cuanto hubiere podido merecer, que pese a las pérdidas de seres que el paso del tiempo se lleva consigo, me dio una familia, un conjunto de seres y una serie de destinos dentro del Cuerpo, que ni soñando creo haya nadie pueda imaginárselos, tal lo fue todo.

Hoy todas aquellas ilusiones, todos aquellos deseos, todas aquellas apetencias e incluso lo que ni siquiera tenía inteligencia para saber lo que pudiera querer, son hoy RECUERDOS DE HABERSE CONSEGUIDO CON CRECES, INCLUSO LO SOÑADO.

Esta entrada de hoy, que no hay mayor causa o motivo para hacerlo, como son el 66º aniversario de mi llegada a Málaga, rompe la promesa que el día primero de mayo pasado me hice de abandonar este mi blog, y que dando satisfacción a quienes me lo han pedido, no me importa confesar que no he cumplido mi palabra, pero si solo con esta vuelta doy alguna satisfacción por pequeña que fuere, a quienes como digo pedido me lo han, por satisfecho me doy, y a su vez prometo, que tampoco esta será la última que haga.

Si hubiere de reseñar cuantas bienaventuranzas concedidas me han sido a lo largo de estos sesenta y seis años, se precisaría un libro de no menos páginas que el Quijote, y como una de las últimas que concedidas me han sido, aunque pueda parecer insignificante, lo fue mi visita en el día de ayer a Villaharta, que no se si será por ser tan pequeñito, adoro a mi pueblo. Tanto en los viajes de ida y vuelta, como en mi paseo y visitas en el mismo, son detalles que han ido completando a lo largo de toda mi existencia el que como no me cansaré de estar satisfecho y me reitero en dar gracias a Dios, por todo ello.

Queridos y estimados posibles lectores, otra vez vuelve por sus lares "El abuelo de  Villaharta".

Hasta la próxima que no se cuando será, pero espero no se haga mucho de rogar.