lunes, 29 de diciembre de 2014

Las vísperas del Año Nuevo

 Plaza de la Constitución, Málaga


Ya se percibe el eco de los aldabonazos solicitando la apertura de las puertas que den entrada al nuevo año. Cuántos sueños, cuántas esperanzas, cuántas ilusiones, cuántos proyectos estarán en ciernes para que puedan conseguirse en el año que está a punto de entrar. Pero no menos, cuántas y cuántos desengaños habrán de sufrirse también a lo largo de toda esa anualidad, al no cumplirse cuánto se esperaba, y en no pocas ocasiones, con la añadidura de alguna malaventura.

¡Qué diferencia en las perspectivas en esos deseos se van teniendo a lo largo de la vida! Y lo digo por experiencia. Primero, los juegos y los amigos de la infancia; luego el ser mayor; después ese revoltijo de sentimientos e ideas que se forma en la adolescencia e inicios de la juventud, con las novias, los trabajos, y una de las que mas se mantenían, digo "se mantenían", porque ya ha desaparecido, en esa expectativa, por parte de los varones, la mili. Sí, el paso por la mili, siempre suponían un antes y un después en el devenir de los hombres. Así se pensaba, "ya me quedan tres años para irme a la "mili", dos, uno, y cuándo te dabas cuenta ya estabas en los actos del alistamiento, la talla, el sorteo, la movilización, y hala, A LA MILI. Ya en esta situación, lo que mas se pensaba era en el matrimonio. Luego los hijos, sus estudios, sus trabajos, los nietos y así un largo etcétera, y ya personalmente, la hora de la jubilación. 

Y todo aquello que parecía no llegaría nunca, cuando menos te lo esperabas, y a lo mejor como a mí me sucedió, ni siquiera lo deseaba... ¡zas!... ya estaba allí. Ese momento de la jubilación te desorienta un tanto, y te quedas como si algo importante te faltara, y realmente así es. Te observas interiormente y pareces decirte a ti mismo, que ya solo te queda el medrar, aunque lo tengas bien merecido, por cuanto al haber estado muchos años de trabajo y actividad hasta el máximo. Pero te hace sentirte como un "aparte" de esa sociedad en la que necesariamente tienes que continuar viviendo, y que con la sucesión del día a día, acabas por considerarte inserto en ella, aunque para los que aún no han llegado a eso, ya lo consideran la "vejez", la "ancianidad", o sea. seres que precisan del tener que estar sobre ellos, en el sentido de la protección. 

Y así comienzan a pasar los años, los quinquenios, los decenios y en lo que te parece un soplo, estas tocando con las yemas de los dedos, la entrada en la "nonagenariedad" (o sin cursilería, cumplir noventa años), que si Dios quiere me faltan cuatro meses para ello. 

Pero lo que nunca se piensa o se concibe, por los que mucho camino por andar les falta para llegar hasta esta situación de la vida en la que yo me hallo, y sobre todo si de hombros hacía arriba se mantiene el equilibrio, aún no faltan deseos e ilusiones por continuar transitando por este mundo, y que como alguien dijo, "nunca se es tan viejo, como para pensar que todavía se puede vivir cuando menos, un año más". Y es cierto y deseado, pero sobre todo cuando miras en tu rededor, y contemplas lleno de gozo a todos esos seres a los que adoras,  y te adoran, que como nunca me cansaré de exponerlo, es el mayor tesoro que la vida puede darte y del que ese regodeo del que sigues libando, aunque suene a cursi, el néctar de la felicidad.

Así, demos la bienvenida al ya inminente año 2015, y después sea lo que Dios quiera. 

Hasta la próxima que ya será el año que viene, por que éste, que está a punto de acabar, nadie, y digo nadie, podrá volver a  pasar por él.




martes, 23 de diciembre de 2014

A vueltas con la Navidad


Loro Parque, Puerto de la Cruz, Santa Cruz de Tenerife


Pese a que mi entrada anterior trataba sobre las Navidades, aún el eco fresquito del sorteo de la Lotería Nacional que precisamente lleva el nombre de estas festividades, y por lo que a mi atañe mas importante que el propio sorteo, hoy llegan mis hijos y nietos que a lo largo del año están fuera de esta residencia, me obligan a volver sobre mis pasos anteriores y referirme a estas fiestas en las que todos nos vemos inmersos.

Por ello, y quizá, dando la razón a quien me adjetiva de "pensaor", como decía al principio sobre el eco del resultado del Sorteo de la Lotería Nacional, y habiendo presenciado a través de los medios de comunicación,  las múltiples celebraciones que los agraciados con los respectivos premios se han dado en organizar, de lo que yo, ni siquiera una "pedrea", como suele decirse, y menos aún, tampoco un reintegro que llevarme a la boca, he recibido de dicho sorteo, que por cierto es el único, o casi el único, que suelo jugar a lo largo del año.

Pero a eso voy, esa euforia manifestada por los celebrantes, y que conste que no la critico, que incluso la considero acorde con el hecho a celebrar, para mí, nunca tendrá la profundidad en el sentimiento como cuando se llega a estas alturas de la vida en que me hallo, esa reunión con  todos los seres queridos, con los que si Dios quiere, mañana he de verme rodeado. Siempre lo he dicho, las riquezas materiales nunca llegan a satisfacer por completo las ambiciones de quienes las poseen, siempre quieren más. Sin embargo de las riquezas afectivas, y de las que yo si me considero un multimillonario, se goza como de nada otra cosa en el mundo y ese regodeo que se apodera del alma en esos momentos en que arropado por todos ellos te sientes,   no pueden proporcionarlos ninguna otra cuestión a lo largo de toda la vida. Las riquezas materiales pueden dilapidarse, las afectivas del alma, entre mas se emplean, más aumentan.

Y es, seguro por nuestra educación y vivencias, por estas fechas cuando uno suele mirar hacia atrás y recorrer todo lo que ha sido tu deambular por la vida, se remueven nuestras conciencias, y tras hacer balance de todo el acontecer, el saldo positivo que dejan los recuerdos de todo aquello que pasas con tus hermanos, tus padres, tus amigos, tus amores y todo aquello que como he citado anteriormente es solo lo que más profundamente al alma llega, lo que no tiene precio, y no existen riquezas materiales con las que puedan adquirirse. A lo largo de toda mi ya larga vida, he sido compensado, sin  duda superior a mis merecimientos, de esos afectos de los que cabalgando voy y seguro me llevaran hasta que Dios tenga a bien abrirme las puertas del paso a la eternidad. Llenas llevo mis alforjas de cariños y amores imborrables y que sopesados con otras conquistas con las que se hayan podido conseguir en la vida, ni siquiera pueda tratarse de hacer mera comparación. Si aparte de haber sido agraciado con el dificilísimo hecho de venir a este mundo, además lo haya sido adobado con la dicha y felicidad de la que he gozado  y sígolo haciendo, solo cabe un recurso. DAR GRACIAS A DIOS.

Hasta la próxima entrada y DESEAR UNAS FELICES NAVIDADES Y UN NUEVO AÑO 2015 LLENO DE VENTURAS, A TODOS.

viernes, 12 de diciembre de 2014

Fiestas de la Navidad

Avenida Tres de Mayo
Santa Cruz de Tenerife


Cuando sobre todo en las grandes ciudades se respiran ya los aires de las próximas fiestas navideñas, y como yo, según algunas lenguas, aunque no diré que de doble filo, soy "mu pensaor", esta mañana se me han venido al recuerdo lo distintas que a lo largo de mi vida, ya larga también, lo han sido. Creo recordar que en alguna ocasión anterior en mis entradas en el blog,  he hecho referencia a este tema, pero hoy voy a reincidir en ello, y que no me lleva otra intencionalidad que la diferencia de las unas a otras, al contrastar lo que éstas han ido siendo.

Las de mi niñez, lo mas entrañable que de ellas guardo, es los maravillosos dulces que mi madre solía hacer y que eran magdalenas, roscos, perrunas, buñuelos y hojuelas, que después solía guardar en lebrillos y orzas, y que yo tan pronto tenía ocasión solía dar una vuelta sobre ellos y llevarme alguno a la boca, procurando lo fueran cada vez distintos, a fin de que mi madre no notara la falta de ellos. Truco que de nada me valía, ya que mi madre era mucho mas astuta que yo, y el pago de tales desafíos solía pagarlos con alguna "guantadíta".


Luego vinieron los años de 1936 a 1938, ambos inclusive, en que las pasamos en zona roja, durante la Guerra Civil Española, y en las que además, de que esas festividades estaban totalmente finiquitadas, como nosotros estábamos viviendo en el campo, nos pasaban inadvertidas y hasta recuerdo que lo máximo que de ellas se decía, por ejemplo, cuando llegaba el 24 de diciembre, "hoy sería la Nochebuena", así que de esos tres años, como suele decirse, "ni fu ni fa".


Luego vinieron las de la posguerra, que por cuanto a las de los años 1939 a 1943, también ambas inclusive, las pasé en la finca de La Calera, donde me hallaba trabajando, y en las que realmente comencé a disfrutar de ellas, sobre todo la de ese último año citado, en que estaba estrenando la primera novia de mi vida. También el primer día de la Navidad, solíamos holgar, aunque por supuesto no se cobraba el jornal correspondiente, aunque los tres años de esas Navidades que estaba trabajando en la "molina", si no trabajábamos, solíamos recuperar la jornada perdida durante los dos o tres días siguientes.


Las seis restantes, o sea las de los años, 1944 a 1949 y pese a que las de los años 46 y 47, me hallaba prestando el servicio militar, debido a que me dieron permiso para ello,  las pasé todas en mi pueblo Villaharta. Por entonces había en el pueblo la costumbre que después de la Misa del Gallo, nos reuníamos quince o veinte amigos y hacíamos unas migas con sus correspondientes aditamentos de chorizo, morcilla, lomo y otros varios, y todos procedentes de la matanza. Esto se realizaba en la casa de quienes tenían avíos para ello, y para los demás, entre los que me contaba, una ocasión para darnos la "pechá" de comer, de la que tan necesitados nos hallábamos.


Luego durante la mañana del día primero de la Navidad, salíamos por el pueblo pidiendo el aguinaldo, y cuando llegábamos a una casa, lo primero que hacíamos tan pronto se llamaba a la puerta, era realizar la siguiente pregunta, ¿se canta o se reza ?. Y aunque en la mayoría de los casos, la respuesta era la de " se canta", salvo que estuvieren guardando luto de algún familiar fallecido no hacía mucho tiempo. si se autorizaba el canto, se hacía con villancicos y si lo contrario, con algunos rezos, tales como el padrenuestro, alguna salve o un credo, se pedía por el alma del fallecido y finalmente se solicitaba el "AGUINALDO", que aunque en la mayoría de los casos daban algun dinero, no mucho desde luego, en otros solían darnos también, algún que otro chorizo o algo comestible y que echábamos en una especie de espuerta que  para tal fin portábamos,  y  que en los días siguientes de la Navidad, que eran trés,  nos encargábamos de consumir, incluso con alguna garrafilla de vino que también solía caer.


Y llegaron las Navidades primeras que pasaba en la Guardia Civil, y desde luego las que mas profunda huella dejaron en mí, al punto de que próximo a cumplirse 64 años de ello, aún me duele el alma al recordarlo. Pues como alguno de vosotros sabéis, y que también lo he recordado en este blog, la nochebuena de 1950, me dieron un tiro, un compañero, de cuya causa no quiero recordar, en la rodilla de la pierna derecha, por lo que en la mañana del primer día de la Navidad, ingresaba en la Sala de Cirugía del Hospital Militar de esta ciudad de Málaga. Como quiera que pedí a mis superiores no dieran cuenta de ello a mi familia, dado a que además del disgusto que por ello hubieren sufrido, su estado económico de entonces no les permitía su desplazamiento y el alojamiento correspondiente para poder venir a verme, cuando llegaba la hora de las visitas y todos los enfermos o heridos recibían a sus familiares, sus amigos, sus novias y en fin alguien que cuando menos se interesara por su estado, yo en la cama número 2 de la Sala veía llegar a esas gentes y que al resultar desconocido para todos ellos, nadie, y digo NADIE, se dignaba siquiera preguntarme que me pasaba, como estaba, y así muchas veces tapándome la cabeza, bastantes lágrimas surcaban mis mejillas por aquella "SOLEDAD" que pese a estar la sala llena de gentes, suponía para mí. Ese era el pago que yo debí pagar, para evitar a mi familia lo que antes decía, y de lo que hoy, pese al tiempo transcurrido, no me arrepiento de haber procedido como lo hice. De aquella experiencia, lo que si saqué, fue el valorar lo que supone una palabra de aliento de un ser querido, una caricia, el beso de una madre o de una novia, y en fin todo eso que tan hondo llega, y puedo dar fe de ello, que supone mucho más, que pueda hacerlo el mejor de los regalos que hubieren podido llevarme. Unas lágrimas acaban de asomar a mis ojos, por el mero hecho de tener que relatar lo que aquellas Navidades supusieron para mí. No obstante, mi forma de proceder, evitaron que mis padres y familiares lo hicieran, si cabe, mucho más de lo que yo soporté.


A partir de esas Navidades de 1950, en que permanecí hospitalizado hasta el día 23 de febrero siguiente, todas lo han sido llenas de felicidad y bienaventuranzas, si descartamos las de 1996, en que mi mujer fueron las últimas que pasó en esta vida. A ella mi recuerdo.


Después y como espero las del presente año, sin que deje de traer al recuerdo TODOS esos seres queridos que han ido abandonando este mundo, lo sean como lo han venido siendo, y mientras todos los míos sigan estando como lo están siendo, ESPERO ME LO PASE CON LA DICHA Y CONTEMPLACIÓN DE ESA SERENA FELICIDAD QUE EL PASO DE LOS AÑOS VA DEJANDO SOBRE LAS PERSONAS, CUANDO RODEADO DE SERES QUE, NO ES QUE SE ESFUERCEN, SINO QUE SE DESVIVEN POR HACERTE QUE EL FINAL DE ESTA ETAPA DE LA VIDA, TE SEA LO MAS LLEVADERA POSIBLE. Para todos ellos mi felicitación y mi abrazo.


Que así sea.

jueves, 4 de diciembre de 2014

Hoy festividad de Santa Bárbara

Pirámide de Santa Bárbara, Icod de los Vinos, Santa Cruz de Tenerife


Quiero recordar que en una ocasión anterior, no se el tiempo que hace, traté en este blog sobre la festividad del día de hoy. Y digo que lo se, porque también me acuerdo que hacía referencia a que Santa Bárbara la tenía como Patrona cuando era minero y volví a tomarla cuando me fui a la mili, dado a que me destinaron al arma de Artillería.

Tal día como hoy pero de 1946, aunque ya no estaba en el Regimiento donde fui destinado, si no ya en Capitanía General ejerciendo como mecanógrafo y que todos los que hayáis seguido mis "Recuerdos", sabéis el como y el cuando conseguí hacerme como tal,  me fui al Cuartel de Artillería sito en las afueras de la Ciudad de Sevilla en el punto conocido por "Pineda", donde juntamente con un paisano mio, que los dos fuimos destinados al mismo Regimiento, y unos amigos más que hice en los dos meses aproximados que pase en el mismo, celebramos el día de la Patrona Santa Bárbara.

Como quiera que los flecos del hambre seguían dando sus coletazos en España, máxime en los cuarteles, cuando como ya cité en una ocasión, solíamos robar las algarrobas de los seretes del pienso para los caballos, cuyo fruto iba revuelto con afrecho, la comida extraordinaria del día de la Patrona, era una oportunidad de hartarse de comer que se presentaba solo dos o tres veces en el año, y aquel fue uno de ellos.

Aunque lo mas sobresaliente que recuerdo de aquella celebración, fue que el entonces extraordinario torero que estaba en todo su apogeo, y creo que pocos llegaron a igualarlo con el toreo de capote, conocido como Pepe Luis Vázquez, y que había hecho el servicio militar en aquella Unidad, lidió dos vaquillas que resultaron ser todo una lección magistral de torería.

Pero el haber traído hoy a colación este tema, no lo ha sido por la festividad del día en sí, si no que recordando esa etapa de la mili que para mí fue maravillosa, se me ha venido al pensamiento una anécdota que sucedió pocos días después de habernos incorporado al Ejército.

Resulta que nos encontrábamos en la clase de teórica que se nos estaba dando por un Teniente instructor, y uno de los artilleros leía el articulado de los deberes, obligaciones y derechos del Soldado,  y que antes nos había estado comentando que en algunas ocasiones, sobre todo en épocas de guerra cuando la tropa la llevaban a descansar, o en situaciones que así lo requirieran, solían alojarla en casa de los vecinos del pueblo que por el Alcalde y demás autoridades consideraban tenían habitabilidad acorde para tal menester, y a continuación se leyó el artículo que trataba sobre este tema, y que luego en la Guardia Civil, yo me los hube de aprender, además de los referentes al Cuerpo, también los del Soldado.

Seguro que por el caso que voy a contar, este artículo se me quedó en la memoria, tal lo voy a referir y creo que lo será literalmente, o cuando menos muy, muy semejante. 

Decía así: "No podrá exigir en el alojamiento que tuviere, otra cosa, que cama, luz, agua, vinagre, sal y asiento a la lumbre, y el que maltratare a su patrón se le castigará en proporción al exceso."

Terminada la lectura del referido artículo, el Teniente preguntó si alguno sabía, el porqué de tener derecho a estas prestaciones. Y uno dándosela un poco de "enteradillo", se le levantó y muy resuelto respondió: "Creo que para hacer un gazpacho..." La carcajada que soltó el instructor seguro pudo oírse en toda Sevilla, sin duda porque sería lo que menos esperaba. Realmente de los cerca de setenta u ochenta reclutas que allí estábamos, ninguno, entre los cuales me cuento, teníamos ni pajolera idea de para que podía servir. Nuestro Teniente, hizo dos partes de aquello a que se tenía derecho, y la cama, luz y asiento a la lumbre, lo era como todos podemos suponer para qué. Pero lo del agua, vinagre y sal, era la incógnita que nos fue resuelta señalando que durante las caminatas los pies suelen sufrir ciertos roces por el calzado, y también llagas o ampollas en la piel, y que tomando baños con la mezcla del agua, el vinagre y la sal, la piel suele endurecerse para futuras marchas y a la vez curaba las que se habían padecido. Pasados mas de sesenta y ocho años de aquellas clases teóricas, los que no hayan hecho la mili y muy particularmente los jóvenes, hasta les resultaran ridículas tales enseñanzas, pero ni la vida militar que entonces se hacía, la diferencia de medios con que se dotaba a la fuerza y, como no, los procedimientos y medicamentos con los que se cuenta en la actualidad, hasta la casi carencia de ellos de entonces, marcan esa extrañeza que pueda resultar a quien en estos momentos pueda leer lo que se enseñaba en aquellos lejanos años, cuando aún se estaba lejos de reponerse de cuanto se había heredado de la no lejana Guerra Civil Española.

Perdonarme si pensáis, y no dudo que con razón, os he dado el tostón con la entrada de hoy. Pero esto ha sido otra "batallita del abuelo". La próxima será otra cosa.