jueves, 28 de febrero de 2008

Fotos misteriosas

Tengo un nuevo reto para vosotros. Sólo tenéis que adivinar qué son las cosas de abajo. Y encima os doy una pista: ES MUY, MUY, MUY FÁCIL.




Si queréis verlas más grande, pinchad encima de ellas. Buena suerte.

lunes, 25 de febrero de 2008

Otra de efemérides

Hoy, 25 de febrero de 2008, se cumple el 110º aniversario del nacimiento de mi padre. También se cumple el 49º de su fallecimiento. Hoy se celebra asimismo, entre otras, la festividad de San Cesáreo, nombre que llevó mi padre y también mi hermano, recientemente fallecido.

Son muchas las circunstancias que han coincidido en tal fecha, que como dejo señalado, mi padre falleció el mismo día que cumplía 61 años, que a la vez era su onomástica.

Retrotrayéndome hasta aquel 25 de febrero de 1959, en que yo me encontraba en Madrid realizando el Curso de Ascenso a Cabo y recordando el estado físico en que mi padre se hallaba, antes de su óbito, lo recuerdo como una persona de extrema ancianidad, cuando en realidad tenía veintiún años menos que yo tengo actualmente. Las condiciones de vida que se daban durante el tiempo en que él vivió, con la añadidura de varias circunstancias especiales que personalmente le acaecieron, le hicieron, desde bastantes años antes, aparentar mucha mas edad de la que en realidad tenía.

[Aeropuerto de Courchevel]

Por si son pocas las circunstancias que en esta fecha se dieron, también fue la primera vez que yo monté en avión. Así la primera vez que volé en dicho medio fue para asistir al sepelio de Cesáreo Galán, y la última vez que lo he realizado para igual fin y dar sepultura a otro Cesáreo Galán. Aquél era mi padre; éste mi hermano. En lo que si ha existido una diferencia enorme, es en la capacidad de ambos aviones en los que volé, entonces y recientemente. El primero contaba con 17 plazas para los pasajeros, el último, posiblemente alrededor de 300. Pagar el pasaje para el primer vuelo, me supuso un gran sacrificio económico, pero su utilización era la única forma de poder llegar a tiempo para el entierro, y eso que tuve noticia de su muerte sobre las ocho de la mañana y el entierro era a las cinco y media de la tarde. El pago del último pasaje me ha pasado desapercibido. Con todo, tuvo que ir al aeropuerto de Córdoba para recogerme, un amigo de mis hermanos que tenía moto, y a pesar de ello, solo pude estar acompañando el cadáver de mi padre media hora.

Otra vez me repito. Los tiempos cambian.

sábado, 23 de febrero de 2008

Aquellos utensilios

Aparte de mi frustrada ilusión de la infancia por haber tenido un patín, las otras dos preferencias, eran en invierno los zancos y durante la primavera y verano, mi pasión por los grillos. El canto de estos insectos era para mí música celestial.

A tal fin, solía acompañar a mi padre, en invierno por lo menos en una ocasión cuando iba a la compra de aceitunas y como en la inmensa mayoría lo era a olivares a la otra parte del río, lo obligaba a que de los fresnos existentes en sus riberas, me cortara dos ramas de las cuales me sacaba dos zancos.

Otra de las veces que lo acompañaba, eran en primavera para la compra de aceite y al regreso hacia el pueblo echábamos un rato a la caza de grillos, para lo cual yo iba provisto de unas latas con agujeritos para que pudieran respirar.

Pero mi propósito hoy, no es el de relatar la forma en que yo me proveía de zancos y grillos, si no señalar otros datos, si no mas importantes, sí cuando menos mas novedosos. Para ello voy a contar como era uno de aquellos acompañamientos, en este caso cuando mi padre iba a comprar el aceite.

Casi siempre nuestra salida lo era apenas el alba hacía sus primeras apariciones y para nuestro desplazamiento utilizábamos el servicio de un caballo tordo colino. Para el desempeño de su cometido, mi padre portaba una romana con su correspondiente pilón guardada en una funda de cuero y con la cual se procedía al pesado de toda la mercancía. También llevaba una alforja y en una de sus bolsas se alojaba la comida que habíamos de ingerir, que sin temor a errar mucho en su apreciación, era una fiambrera de porcelana color blanco, con algunos desconchones que le hacían aparecer algunos lunares negros, conteniendo una tortilla de patatas, algún torrezno, un trozo de morcilla y un par de naranjas, con su correspondiente pan, pero esto en una bolsa, o talega, aparte. En la otra bolsa de la alforja llevaba un estuche de madera conteniendo varios tubos de ensayo y un par de botes con su correspondiente líquido, con el que procedía al análisis del aceite y determinar su graduación y acidez. En otra bolsa, guardaba algunas botanas de distinto diámetro y unos hilos bastante fuertes para poder adaptar las botanas.

La noche anterior a nuestra salida, mi padre había contratado a varios arrieros que reunieran los burros suficientes para poder transportar la cantidad de aceite que tenía proyectado comprar.

Cada arriero transportaba, generalmente a lomos del burro liviano, la corambre correspondiente, de como mínimo un par de pellejos para cargar en cada semoviente. Siempre, por lo menos todas las veces que yo lo acompañaba, resultaba que algún pellejo presentaba alguna deficiencia que ocasionaba la salida del líquido elemento, por lo cual había que proceder al cambio de la botana defectuosa o en su contra al cambio de pellejo, si el desperfecto no tenía arreglo.

Con respecto a algunos nombres de efectos señalados anteriormente, recuerdo que en mi infancia, no se si en algún libro de lectura en la escuela, o en el catecismo, había unos versos que decían lo siguiente:

Nadie murmure de nadie,
que somos de carne humana,
y no hay pellejo de aceite,
que no tenga una botana.

Seguro que a vosotros os suena a chino la mayoría de las palabras relativas a los efectos y utensilios citados en esta introducción.

martes, 19 de febrero de 2008

Documento de identidad

Antes de un mes tengo que renovarme el permiso de conducir. Tengo permiso de conducir; documento de identidad: tarjeta de jubilado de la Junta de Andalucía; tarjeta de jubilado de la Guardia Civil; tarjeta del Banco y seguro que alguna más.

Mi primer documento de identidad, creo que lo tuve cuando cumplí los 16 años, que era obligatorio a partir de esa edad. Aquel documento consistía en un papel del tamaño de un cuarto de cuartilla aproximadamente. Este papel era editado, como todo, el papel de Pagos al Estado, por la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre. En el mismo no figuraba nada más que el nombre y apellidos del portador y la clase del mismo. Esta clase dependía de la clasificación, que me supongo se hacía por el propio Ayuntamiento, organismo que lo expedía, y era la posición social a que correspondía el identificado. Con arreglo a esta categoría se pagaba y creo recordar que se renovaba anualmente.

Independientemente de lo anteriormente señalado, creo que lo mas curioso de todo, principalmente para los que incluso hayan superado actualmente los sesenta años, era que los varones mayores de los 30 ó 35 años, no estoy seguro de cuanto, pero sí una de las dos edades señaladas, y estuviera soltero, pagaba recargo de soltería que figuraba en el mencionado Documento de Identidad. ¿Porqué esta discriminación? Porque las mujeres se entendía que de por sí no podían buscar novio y casarse, sino que tenían que estar a expensas de que algún hombre se le acercara, se hicieran novios y después casarse.

Con independencia de este documento y en circunstancias especiales, tales como transitar por algunas zonas en la época del bandolerismo, como se decía por las autoridades, o guerrilleros como ellos mismos se denominaban, se precisaba un salvoconducto que en los pueblos era expedido por el Comandante del Puesto de la Guardia Civil, en el que se especificaba la zona por donde íba a circular y terminaba con el ruego de pedir a las Autoridades no puisieran impedimento alguno en su tránsito. El periodo de validez de este salvoconducto, dependía de la causa o motivo por el cual se expedía, bien fuera por ser residente por aquellos lares o bien por circunstancias laborales u otra causa.

Como veis han cambiado los tiempos



lunes, 18 de febrero de 2008

Dos efemérides

Cuando uno tiene tantos años, raro es el día del año que no corresponda con algún hecho acaecido en tu vida y que tenga alguna relevancia. En este caso son dos y ambos de los verdaderamente importantes. Comencemos por orden cronológico.


Hoy se cumplen cincuenta y dos años que nos tomamos los dichos, como se dice aquí, y que en mi pueblo se decía otorgarse, que me parece está mas cerca de lo correcto. Esto del otorgo o de tomarse los dichos, me parece ha perdido la importancia que antaño dábamos a este acto. Esto era y, me supongo lo seguirá siendo, preceptivo para casarse por la iglesia y había que realizarlo como mínimo tres días festivos antes de la fecha de la boda. Pero...¿porqué tres días festivos antes?

Porque tenían que darse tres amonestaciones que consistía en que el sacerdote después de la homilía de la Misa Mayor, leía a los asistentes que fulanito de tal y tal, soltero, viudo, o cualesquiera fuera su estado civil, hijo de fulanito y sutanita, natural de tal sitio y vecino de tal, desea contraer matrimonio en tal fecha, con la señorita tal y daba los mismos datos que los del novio. Cuando terminaba esta exposición, decía que si alguien conocía algun motivo, que fuera impedimento para poder celebrarse este matrimonio, debía comunicarlo en aquella Parroquia. Estas amonestaciones se decían al mismo tiempo en las residencias de ambos contrayentes y tambien en los de su naturaleza, siempre que se hubiere residido en la misma en que comprendiera edades superiores a la niñes o adolescencia. Asi en nuestro caso, se dijeron en Málaga, Iglesia de San Pedro y en la iglesia de mi pueblo.

Este acto era principalmente íntimo dentro de la familia de los contrayentes y si se celebraba algo, era tomarse alguna cerveza con alguna tapa o algún cafe o chocolate acompañado de algún pastel. Quizá quien tenía posibilidades económicas, solía hacerlo un poco mas extento, abarcando además de la familia, a algunas amistades.

VAMOS A LA SEGUNDA:


Un año justo después del acaecido anterior, era bautizado mi hijo mayor, en la Parroquía de la Divina Pastora, sita en la Plaza de Capuchinos de esta capital. De mi familia no pudo venir nadie, sus economias no se lo permitían. Por parte de la madre del niño. solo los padres y hermanos, y eso sí, algunos compañeros míos. Algunas tapas, alguna cerveza y algo mas de vino, animarón la fiesta. Uno de los asistentes, mi gran amigo y compañero Paco Ramos, le dió por cantar verdiales, bastante mal por cierto, que sirvió de cachondeo de los demás y las risas propias del que está un poco pasado de alcoholemia.

Mas de medio siglo han transcurrido de ambos hechos. Parece que fue AYER.

miércoles, 13 de febrero de 2008

Otra efemérides

Buscad en este enlace un puntito blanco por el centro y pinchad en "heart"

Hoy se cumplen once años de la operación que me hicieron para tratar de reparar en lo posible mi maltrecho corazón. Quizá nadie en aquella fecha diera un cuarto por apostar que yo continuaría viviendo. Según cuentan, los propios médicos parece que no querían arriesgarse a meterme mano, tal vez por la desconfianza que tuvieran en que pudiera quedarme en el quirófano.

Después de pasar diez días en la UCI, y viendo que el viejo no se moría, no tendrían mas remedio que lanzarse a la aventura de cuales pudieran ser los resultados. Sin duda, el trabajo de fontanería que debieron practicarme tuvo que ser considerado como extraordinario, ya que pasada una década con una anualidad de propina, aqui sigo tan pancho. La reacción de mi organismo a semejante evento, debió ser tan buena, que cinco días después era dado de alta.

De aquellos diez días antes de la operación que pase en la Unidad de Cuidados Intensivos, y seguramnete uno o dos después de su realización, solo conservo en mi mente ligeros momentos de que me volviera la sensación de recuperar la conciencia pero de una forma tan etérea y momentánea, que seguramente no la conservaba mas allá de varios segundos. Tengo la sospecha de que ello sucedía siempre como consecuencia de los estímulos que me ocasionaba alguna pregunta de los que en ese momento estuvieran visitándome.

Por lo demás, y dejando a un lado lo peor de todo lo que había sucedido en su interín, sentía en mi organismo un estado de placidez tan profundo del que en situación de normalidad núnca se llega a sentir.

Esperemos que pueda recordar algunas efemérides mas de este caso, pero eso sí, siempre que me encuentre en el mismo estado de facultades físicas y psíquicas como de las que gozo actualmente.

lunes, 11 de febrero de 2008

Escapada con rana y badana

Verano de 1931, casi seguro el mes de lulio, debido a la circunstancia que a continuación diré. El hijo mayor de mi tía Mercedes, hermana de mi madre, llamado Antonio y al que tanto sus hermanos como los demas primos llamábamos "Chache Chico", ya que el "Chache Grande", era el hermano de mi madre que a la sazón estaba soltero y era bastante menor que sus hermanas. Y como digo, el "Chache Chico" estaba trabajando en una era en la finca denominada "Los Puerros" y a una distancia de unos cuatro o cinco kilómetros de mi pueblo. Mi primo Rafaelito, tercer hijo de mi tía Mercedes y un año mayor que yó, me dice una mañana de aquel verano, "a la hora de la siesta sin que se enteren nuestros padres, vamos a ir a Los Puerros a ver al Chache Chico que está en una era."

Así cuando mi madre se acostó un rato para echar una pequeña siesta, con todo sigilo salí de mi casa y mi primo me esperaba en la puerta de la suya, a escasos veinte metros de la mía. Junto a mi primo estaba también un amigo de ambos al que llamabamos Currito, unos meses menor que yó. Al llegar junto a mi primo nos decidímos salir para nuestra correría, al tiempo que también invítamos para que nos acompañara a nuestro amigo Currito, que declinó nuestro ofrecimiento.

Mi primo conocía el camino, ya que había ido con su padre unos días antes a llevarle unas cosas a su hermano. Los dos Rafalitos, tomamos la carretera de Pozoblanco y a poco más de un kilómetro, al llegar al puente del Arroyo de Las Serranas, nos desviamos a la izquierda y al cabo de, yo creo que una hora poco mas o menos, llegamnos a nuestro destino. Tan pronto el Chache Chico nos vio asomar, nos echó para el pueblo con cajas destempladas. No muy contrariados tomamos el camino de regreso y cuando pasábamos por un pequeño arroyo, vímos como en un pequeño remanso había una rana. Seguidamente nos lanzamos a su pesca, siendo cogida por mi primo.

Asaz de contentos con nuestro gran trofeo íbamos subiendo una pequeña cuesta, que daba vista al puente de las serranas, cuando vimos con alegría que mi padre venía hacia nosotros y ya estaba a poca distancia nuestra.

Mi primo Rafalito iba delante de mi y cuando llegaba a la altura de mi padre, muy contento le dice. Mira tito, hemos cogido una rana. Al tiempo que mi primo le comunicaba y mostraba la rana, mi padre le arreó un par de cintazos en el culo, y como resultado del contaco de su cinto con sus tierno culete, mi primo mando la rana a tomar...¡muy lejos! Cuando le dio los dos o tres cintazos a mi primo hizo la misma faena conmigo. Emprendímos una veloz carrera huyendo de la quema, pero mi padre nos ordenó que nos paráramos a la sombra de una encina que había un poco mas adelante, lo que así hicímos. Cuando mi padre llego a nosotros, no tuvo otra cosa que hacer que repetir la misma faena de un momento antes, con la misma arma y al mismo lugar. Como mínimo y al parecer que le había tomado el gusto a calentarnos el trasero, repitió la misma faena otro par de veces, siempre precedído de la orden de mandarnos parar a la sombra de alguna encina o chaparro.

Cuando faltaba un kilómetro aproximadamente para llegar al pueblo y hartos ya de que nos zurrara tanto la badana y desobedeciendo su última orden de que volviéramos a pararnos, emprendímos la huída a todo trapo, yo entré en mi casa por la puerta falsa y me metí debajo de la cama. Cuando mi padre llegó y mi madre que estaba en la puerta de la calle esperando nuestra llegada, le preguntó a mi padre por mi y al contestarle que yo tenía que estar ya en la casa, procedieron a mi búsqueda y fui hallado acurrucado en mi escondite y temiendo la propina que mi madre estaba seguro me íba a propinar, lo que así ocurrió, aunque ella solo utilizó sus propias manos, pero que no se que fue peor, si lo de ella o lo de mi padre.

Al notar nuestra ausencia y comenzar a buscarnos por el pueblo, Currito fue quién informó a nuestros padres donde habíamos ído.

Mi padre no volvió a pegarme otra vez en mi vida; mi madre raro era el día que no pillabas algún sopapo.

Unos cuarenta años después, mi cinto también llegó a tocar en los traseros de mis dos hijos varones. Ellos saben cómo fue y cuál el motivo.

jueves, 7 de febrero de 2008

Cumpleaños


Ayer y anteayer, cumplieron años mi hija y mi hijo mayor, Gloria y Rafael, respectivamente: la primera 44; el segundo 51...


Contemplar desde la perspectiva de un octogenario el paso de, en este último caso, de mas de medio siglo, me resulta totalmente incomprensible. En términos estadísticos lo que supone mas de la media vida de un ser humano, para mí en estos momentos, lo considero como suele decirse "un soplo". Si cuando se es niño e incluso joven, se considera viejo al que tiene quince años más que tú, para mí ahora, quien anda rondando los sesenta, en mi forma de considerar el tiempo pasado, lo considero de mi misma edad.

Aún teniendo la certeza de que por mis años esté catalogado como un anciano, en mi sentimiento íntimo e interno, no me considero como tal. Podrá parecer ridículo para quien desde los cuarenta, cincuenta e incluso sesenta años, observe esta consideración hacia mí mismo, pero a fuer de que pueda considerárseme como una apreciación ridícula, tal la siento así la expongo.

Rebinando lo que respecto al paso del tiempo pensaba cuando era niño y, en el caso concreto que voy a exponer, estaba en el inicio de mi juventud, a como lo hago en la actualidad, hay toda una desproporción. Pavoneándome quizá un poco de mi buena memoria, en el inicio de la noche del día 28 de marzo de 1944, cuando desde el cortijo de la novia que tenía entonces donde había estado visitándola, regresaba a La Calera, cortijo de mi lugar de trabajo, y tratando de sortear algunos charcos que había en la vereda, debido a la lluvia que había caído en las primeras horas de la tarde, mi pensamiento iba enfrascado en el dato de que aquel día, un gran amigo mío y que hasta hacía unos dias había sido compañero de trabajo, se marchaba para la "mili". Los dos años que yo pensaba me faltaban a mí para que me sucediera tal, como así pasó, lo veía allá tan lejos, que pensaba que nunca íba a llegar. Hoy, considerando el paso de cincuenta años atrás, es un rato con lo que entonces esperaba que pasaran dos.

Por otra parte y comparando la virtual consideración del paso de los años de antaño a hogaño, existe aún mayor diferencia, esta real, de la forma, modo y calidad de vida por la que transitábamos entonces a la que hoy gozamos; pero lo que si es cierto, que la juventud es un divino tesoro que el paso de los años lo va dilapidando. Solo con recordarla se siente cierto regodeo, que es cualidad inherente de los viejos.

En otra ocasión señalaré también lo que me sucedió cuando en esa noche del 28 de marzo regresaba a La Calera.

domingo, 3 de febrero de 2008

XIº aniversario

Sin lugar a dudas todos habeis adivinado de que iba a tratar hoy. Efectivamente. Como no podía ser menos, de ese undécimo aniversario del fallecimiento de la mujer que todo lo supuso para mí. Si algún día en la historia de la humanidad yo hubiere preferido que núnca llegara, ése fue el tres de febrero de mil novecientos noventa y siete. Ya han pasado once años. Como todo en la vida, el paso del tiempo lo modifica o incluso lo borra. Hoy, en diferencia con otros aniversarios anteriores, sólo hace un par de horas, unas escasas y timoratas lágrimas han acudido a mis ojos. Quiere decir ésto, que siento su pérdida menos que años anteriores. NO, sólo que, como cito anteriormente, el transcurso de los años va moldeando en este caso los sentimientos.

A pesar de que incluso los rasgos físicos de la persona que se ha ído, se van difuminando con el paso de los años, los sentimientos se amortiguan un tanto y, que como no podía ser menos en este caso con respecto a mí, asi sucede; lo que sí se incrementa proporcionalmente con respecto al tiempo transcurrido, es la necesidad de que ese ser que durante tantos años fuisteis compañeros de viaje en esa larga travesía de la vida, lo estuviera también a nuestro lado, posiblemente cuando sentimentalmente mas lo precisamos. Cuando para esos nimios detalles que a diario se van sucediendo en el vivir cotidiano, echas de menos quién este contigo ayudándote a irlos resolviendo sin ningún contratiempo. Un simple ejemplo es el que me ha sucedido esta mañana. Al intentar echarme unas gotas de colirio en los ojos, dos o tres en vez de caer en el punto deseado, cayeron sobre mis mejillas. Si aquellas amorosas manos que en consonancia con toda ella tenía, hubieran estado conmigo, sin duda esa simple operación se hubiera desarrollado con toda normalidad. Insignificante detalle que llega a lo mas profundo del alma, cuando se carece de él.

A pesar de todo, queda peremne la obra que mientras estuvo aquí supo ir fraguando día tras día con su total entrega y que, a la fecha de hoy, sigue morando en todos aquellos que fuímos sus receptores.

Voy a contar una anécdota que sucedió a la salida de una misa. Cuando salimos a la calle, vuestra madre, mi mujer, GLORIA BENDITA, me dice muy seria: "Anda hoy no hemos rezado el padrenuestro durante la misa". Y es que no se había dado cuenta de su rezo, estaría distraída con algún otro pensamiento. A partir de entonces, cada vez que llegaba el momento de rezar dicha oración, le daba con el codo en su costado, y siempre hallaba la misma respuesta acompañada de una encantandora sonrisa y era la siguiente: "Anda ya". Hoy al igual que desde que ella falta, he seguido haciendo lo mismo, pero mi gesto no llega a tocar a nadie y el mismo queda también sin la debida respuesta. Yo mismo me veo en la necesidad de respondérmela.

Si hoy pudieras asomarte a nuestro círculo familiar mas íntimo, quedarías gratamente compensada de ver que todos siguen el camino que siempre llevaron.

Hoy como siempre durante la misa he rezado por tí, aunque tengo la seguridad que tú te llevaste la GLORIA bien ganada.